domingo, marzo 09, 2014

Nebraska




Un pobre viejo caminando por el arcen de una autovía en una ciudad cualquiera del medio oeste americano. Así comienza Nebraska: un anciano padre de familia medio demente, consumido por años de alcoholismo, tiene de repente una última ilusión: viajar a Lincoln, Nebraska, a recoger un premio de un millón de dólares. El hecho de que sea, lógicamente, el típico engaño publicitario, no entra en la maltrecha cabeza de Woody, cuyo mayor deseo es utilizar el dinero para comprar una camioneta (pese a que ya no puede conducir) y un compresor de aire (que reemplace al que prestó hace 40 años a un amigo y que nunca recuperó). Su hijo, atrapado en una vida miserable que incluye un trabajo mediocre y una novia con sobrepeso que, además, le ha dejado por su incapacidad para comprometerse, decide hacer una locura y llevar a su padre a Lincoln a recoger su inexistente premio. Detrás de la decisión se encuentran sus propias ganas de escapar de su triste realidad aunque sea por unos días; pero también comienza a vislumbrarse la necesidad de pasar tiempo con un padre que no parece conocer, y con el que puede no quedarle mucho tiempo. De camino se detienen en Hawthorne, el pueblo de Woody y de su mujer, en el que se conocieron y vivieron su juventud.

Rodada en blanco y negro, es visualmente única. Los planos, los paisajes del medio oeste, todo adquiere una belleza sobrecogedora. Aderezada con mucho humor, que no duda en hacer cruel uso de la demencia de Woody, la película no es un road trip como algunos la han definido de manera lamentablemente simplista. Poco a poco se van desvelando aspectos de la vida de Woody, dando forma y sentido no solo a su pasado si no también a su presente, ante la mirada cada vez más comprensiva de su hijo. Aparecen quizá algunas claves para entender su relación con su familia, y, sobre todo, los sentimientos que tiene hacia sus hijos pese a no saber o poder comunicarlos.

Una película preciosa, muy humana, emocionante, que deja que el espectador descubra por si mismo, sin trampas ni empujones, la relación entre un padre, a primera vista ausente y alcoholizado, con su familia.  En una época en la que parece que lo efectista se adueña del séptimo arte (para mal desgraciadamente, a mi entender), Nebraska es un soplo de cine fresco. Una opinión muy personal: la mejor película que he visto en mucho tiempo (espero que no pierda mucho con el doblaje). Ah, y una banda sonora excepcional de Mark Orton.


2 comentarios:

CaesarHec dijo...

Conocida es por todos la especial sensibilidad del crítico, así que cuando este resalta la humanidad de la cinta, uno no puede sino correr a verla.

Celebro de dejara los titubeantes inicios de "Pi", en los que no se sabía si la película le había gustado, la detestaba, o había hecho la crítica sin tan siquiera verla...

pd: Quiero dejar claro que he realizado este comentario sin que mediara presión alguna. De nadie. Y menos del autor del post.

srcocodrilo dijo...

Presiones aparte, ayer fuimos al cine (a ver un desastre de comedia de Dany Boon. Por dios, cuando alguien os hable del sentido del humor de los franceses poneros a cubierto) y pusieron el tráiler de Nebraska. Nos gustó.

Por info, es del director de Sideways (Entre copas).

Tomo nota de la recomendación del autor y su rehén.