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jueves, julio 23, 2015

Elysium, de Neill Blomkamp

Una semana da para muchas cosas. Y una semana de ciencia ficción da para mucho más. Si el VB tenía una posibilidad de salir de su hibernación era esta. ¡Naves espaciales a mí!


Cuenta la historia que un joven guionista español llegó a Hollywood con el siguiente guión bajo el brazo: unos inmigrantes tratan de escapar de su deprimente favela y cruzar la frontera para alcanzar una vida próspera y soñada del otro lado de la frontera. Lamentablemente, el gobierno de la zona rica se va a oponer a su entrada, usando para ello toda la violencia necesaria, pues no están dispuestos a sacrificar su bienestar por compartirlo con otros. Si el joven guionista español tuviera que elegir dos imágenes para ilustrar su guión, seguramente habrían sido estas:


miércoles, febrero 04, 2015

Capas

Avanzo por la carretera, es veintiuno de diciembre y voy rumbo a Calahorra. Parece que han reservado la autopista sólo para mí. Avanzo por una carretera perdida y no sé si estoy perdido. El único ruido es el de mi motor y la única luz la de mis faros.


lunes, diciembre 08, 2014

Paprika, de Satoshi Kon

Pregunta: ¿Cuál es el camino más corto que une los dos puntos siguientes?

1) Christopher Nolan
2) Yasutaka Tsutsui

uoʞ ıɥsoʇɐs ǝp 'ɐʞıɹdɐd :ɐʇsǝndsǝɹ


lunes, noviembre 10, 2014

La oscura actividad de la Weyland

Parece que todo empezó con el viaje que la nave Nostromo (nave que arrastraba una refinería que procesaba 20 millones de toneladas de mineral extraterrestre) hizo allá por 2122. El ordenador de a bordo despertó a la tripulación hibernada lejos de su objetivo, la Tierra, al interceptar una señal de radio alienígena al acercarse a un planetoide hipotéticamente habitable: LV-426. De los siete miembros de la tripulación, tres bajaron a inspeccionar la superficie de dicho planetoide y encontraron una nave alienígena abandonada. En su interior, hallaron el fósil del piloto de la nave y un montón de huevos. El oficial Kane se acercó a inspeccionarlos y una extraña criatura, evidentemente alienígena, salió de uno de ellos, lo atacó y se le pegó a la cara dejándolo en estado de coma. De regreso a la nave, a pesar de la cuarentena que se debía respetar según los protocolos establecidos y las órdenes se les permitió la entrada en la nave a los tres exploradores.

Los intentos por separar al alienígena de la cara del oficial Kane fueron vanos, entre otras cosas porque era el propio alienígena el que lo mantenía con vida a través de un conducto que penetraba a través de su boca y le transmitía oxígeno. Un corte en una de sus patas descubrió a la tripulación que la criatura tenía ácido en lugar de sangre. Ya con la esperanza perdida, el ente se separó de Kane voluntariamente y murió, quedando Kane aparentemente restablecido, salvo por un cierto lapso de memoria. Error. Poco tiempo después, al intentar comer, Kane sufrió un dolor insoportable seguido de convulsiones. Lo llevaron de nuevo a la sala de curas y, para sorpresa de todos, una criatura alienígena emergió de su estómago, matándolo y huyendo.

El resto de la tripulación inició la búsqueda y captura de la criatura, que inició un periodo de crecimiento sorprendente y se convirtió en una máquina de matar. Se deshizo de toda la tripulación excepto de Ash, un androide infiltrado por la compañía que financió el viaje, la Weyland, con el objetivo de capturar al alienígena y traerlo de vuelta a la Tierra para analizarlo y Ellen Ripley, que consiguió huir en la nave Narcissus tras matar al androide y al alienígena (echando a éste último de la nave al espacio exterior).


domingo, mayo 18, 2014

Discos de modernos: White Sofa, discografía completa

Si decimos que vamos a hablar de un grupo que ha sido a la vez, clave para la evolución de la música popular de los últimos treinta años, fuente de inspiración para generaciones de grupos aún por venir y dolorosamente olvidado por el recuerdo popular, la prensa y el mismísimo Internet, la respuesta está clara: vamos a hablar de White Sofa.

Auténticos popes de la música popular contemporánea; innovadores en multitud de aspectos; originales, creativos, vanguardistas, visionarios… Cualquier adjetivo parece quedarse corto para calificar a este grupo originario de Detroit, cuyo genio creativo va a la par de su aborrecimiento a la media y a cultivar una imagen pública. Tímidos, reservados, evasivos… Como también hicieran Fugazi, y mucho antes de que Daft Punk se pusieran caretas de robots, White Sofa rechazaban dar entrevistas y limitaron sus apariciones públicas lo máximo posible, lo que también incluye sus muy pocos y escogidos conciertos.

Los inicios de la banda son bien conocidos. Era 1993, Kurt Cobain acababa de suicidarse y en Detroit Ted Taine, Richard Marsten y Dave Addams, tres chavales en su último año de instituto, entretenían a sus compañeros de clase tocando versiones de grupos de la New Wave de los ochenta y estilos más recientes como el Grunge o el Post-punk (Pearl Jam, Nirvana, Sonic Youth, Dinosaur Jr… ). En el Detroit de aquellos años predominaba el Hip Hop y el Tecno, con muy poco espacio para una torpe escena rock o hardcore y sin embargo, a estos tres amigos no les bastaba con hacer versiones de sus grupos favoritos. Ted tenía muchas melodías en la cabeza y Richard escribía de forma casi compulsiva; sabían que lo que tenían entre sus manos era buen material, pero no sabían cuánto. Obviamente, hablo de esto:


domingo, mayo 11, 2014

Souvenirs de l’empire de l’atome, de Smolderen y Clerisse

Souvenires, recuerdos o memorias; todo puede ser, aunque las tres palabras tengan matices distintos y lo más probable es que si alguien se decide a traducirlo al español opte por el título de “Recuerdos del imperio del átomo”. Aún así, por el momento nadie se ha animado en España y en el país vecino Dargaud lo publicó en enero del año pasado. Yo lo descubrí en el festival Utopiales.

Como dije en su día, Souvenirs… es una historia retrofuturista, que toca la ciencia ficción y la fantasía, rodeándose de un recreación detallada y escrupulosa de los objetos de diseño de la década de los 50, momento en que transcurre la casi totalidad de la narración. Pero lo más sorprendente del relato es que el verdadero punto de partida es un hecho real. Esto nos divide la historia en dos partes: la primera, basada en esa historia real y la segunda, en la que la ficción toma su lugar.

sábado, abril 26, 2014

Wall•E, de Andrew Stanton la Miñññ crítica

”Wal•E” (supongo que entre otras cosas) intenta abordar el tema de las relaciones máquina-máquina, explorando la posibilidad de una historia de amor entre un solitario Wall•E y una robot avanzada (y tanto que avanzada), llamada EVE. Quizá el tema no es extraordinariamente nuevo pero desde luego hay hueco para interpretaciones y análisis. Por tanto, nada en contra del tema de la película.

Ahora, esto ya es personal. Andrew, Wall•E, Wall•E, Andrew. Vamos a ver. Para empezar quien coño trabaja recogiendo basura en un planeta abandonado? Bueno, la peli acaba de empezar así que esa te la paso. Pero venga, ahora analicemos fríamente que nos queréis contar en ‘Wall•E’, y como lo contáis. Wall•E, eres un tío melancólico y sensible. Vale. Ya está claro. Ya lo he pillado. Que como me he dado cuenta? Porque soy un tipo perspicaz.




Perdonad, me han venido muchas imágenes a la cabeza, voy a lavarme los ojos con ácido sulfúrico.

sábado, abril 12, 2014

Her, de Spike Jonze. La crítica positiva (y despues la negativa)

Alerta #1 : Post con spoilers.

Alerta #2: Her NO es una película acerca de un hombre que se enamora de su sistema operativo.

Fuimos el otro día a ver en el cine Her, la nueva película de Spike Jonze, habitual del videoclip musical y director de “Cómo ser John Malkovich”, protagonizada por Joaquin Phoenix, Amy Adams (qué buena que es) y Scarlett Johansson en los roles principales.

La película sigue a Theodore, aplicado escritor de cartas personales para la página web BeautifulHandwrittenLetters.com, que vive sólo desde hace cerca de un año tras la ruptura de su matrimonio. Lleva una vida de urbanita con pocos encuentros sociales. No intima con sus compañeros de trabajo, no parece tener contacto con su familia y sus únicos amigos cercanos son un matrimonio que vive en su mismo edificio. Pasa los días del trabajo a su casa, juega a los videojuegos (ocio individual), recibe emails de publicidad y acude ocasionalmente a alguna fiesta. Busca encuentros sexuales a través de Internet: sexo telefónico exprés sin necesidad de contacto real. Y por la calle, todo el mundo va colgado de un pinganillo inalámbrico que hace las veces de ordenador, un Siri avanzado, y es que la historia se sitúa en un futuro cercano e indeterminado.

Ese futuro indeterminado está lo bastante cerca nuestro como para resultarnos conocido, y lo suficientemente lejos como para romper ciertas normas y encontrar la excusa que lanza la historia. Nos resulta conocido en la vida tecnificada, el dominio creciente de las redes sociales en el desarrollo de las relaciones interpersonales y el aislamiento social. Y se acerca a la ciencia ficción con detalles como esa ciudad mezcla de Los Ángeles y Shanghái o esos ipods evolucionados que no son más grandes que un tapón para los oídos. Y luego está Samantha, claro está.


sábado, marzo 01, 2014

Nantes 9: Le métamonde numérique

Pasaban los días y mi ocupación a tiempo completo como agente de Transparence me tenía absorbido por completo. Viajando casi a diario, de hotel en hotel, sin saber de dónde salía ni adónde llegaba y sin que me importara lo más mínimo, las continuas misiones que me iban asignando eran todo lo que yo necesitaba. Mi antiguo trabajo, la excusa con la que me habían llevado a Nantes, ya había desaparecido de mis pensamientos tiempo atrás. Amigos, familia… Ya debían de haber pasado semanas sin que tuviera contacto con alguno de ellos sin que me preocupara. Incapaz de planificarme, las tareas que me encomendaban me llegaban cada día al desayuno –algunas lo hacían la noche anterior porque implicaban que madrugara- y me tenían ocupado el día completo. Si había tiempo libre, en seguida se encargaban de mandarme al aeropuerto y enviarme a otro sitio. Y como siempre me dormía en los vuelos, pronto desistí de saber en qué ciudad estaba. Allá donde fuera la gente hablaba inglés, mejor o peor y con diferentes acentos, pero las periferias de los aeropuertos internacionales son territorios neutrales independientes del país. Hotel City se extendía más allá de lo que mi vista e imaginación podían alcanzar. Buenas noches señor, buenas noches. Tenemos su habitación preparada, ¿desea que le subamos la cena? No dude en pedirnos lo que sea. Y por supuesto, su empresa corre con los gastos. Gracias, hasta mañana. Hasta mañana señor, que descanse.

Mi estatus dentro de Transparence seguía evolucionando. A las misiones de campo que me habían encomendado desde el principio, ir a distintos sitios y tomar fotos, trazar mapas, hacer medidas y de vez en cuando hablar con gente del lugar, había que añadir un nuevo tipo.

martes, enero 14, 2014

El hombre en el castillo, de Philip K. Dick

En 1961 Philip K. Dick seguramente no estaba tan lejos de la realidad como años después, lo que explica que escribiera novelas como esta, un tanto más “cercanas”. Los adjetivos “reales” y “posibles” los dejo de lado porque simplemente no pintan nada aquí, en un texto sobre K. Dick. Aunque esto no quiere decir que, a mi juicio, él sea uno de los escritores que mejor ha descrito nuestros días. La esquizofrenia y alienación que envuelven todo. El “no pienses, actúa; ¡pero sobretodo no pienses!” con el que nos bombardea constantemente la media, ese ruido de fondo que nos permite dejar que pasen los días sin reflexionar cómo, por qué y para qué hacemos lo que hacemos. Todo esto K. Dick lo comprende; lo comprendió hace cincuenta años y lo comprendía mejor que mucha gente que hoy sigue viva y sigue escribiendo sobre pobres mujeres indefensas, cenicientas de la vida, que esperan a que su príncipe azul –ahora rico archimillonario aficionado al BDSM- las destete. Vamos, que la he tomado con Grey como la habría podido tomar con cualquiera. Nada personal Grey. Tu sigue con tu cuero y tus azotainas y tu matrimonio, todo bastante sado la verdad. *** Fin de la digresión dentro de la digresión, la que va de Grey *** Creo que leo a Philip K. Dick porque él me entiende, y sus novelas me explican el mundo. Órdago. *** Fin de la primera digresión, la que explica por qué leo a K. Dick *** El hombre en el castillo, sin embargo, entra mucho más en el mundo de la ucronía que en el de la ciencia ficción. 


Hemos llegado a Marte, of course, hay drogas, religión, percepción de realidades alternativas, objetos sagrados que nos revelan verdades y personajes que de pronto se ven desposeídos de todo lo que tenían, y se dan cuenta de que vivían una mentira y se tienen que reconstruir a sí mismos partiendo de la premisa de que “todo aquello en lo que creías o no vale lo que pensabas, o no es lo que pensabas”. Vale, hasta ahí tenemos otra novela suya. Pero en esta, hay que reconocer que la premisa de partida mola bastante:

Los nazis ganaron la guerra.

martes, agosto 27, 2013

Las arenas de Marte, de Arthur C. Clarke

Sigo con la CF, en un intento vano por acortar una lista infinita y divergente de obras de CF a leer. Esta vez toca una novela clásica, de la vertiente “científica” (entiéndase “posible” en sus intenciones o, al menos, con un enfoque creíble o pseudo-técnico). Al parecer una novela menor de Clarke –su primera historia larga-, según lo que se dice por Internet, pero Edhasa la acaba de publicar y había que aprovechar.

Básicamente, se cuenta la historia del primer viaje a Marte del famoso escritor de ciencia ficción Martin Gibson a bordo del crucero Ares, como su primer pasajero (al margen de la tripulación) en el vuelo inaugural. En Marte, les esperan las primeras colonias humanas del planeta de entre las que destaca Fort Lowell, la capital, que cuenta con unos 2000 habitantes. La relación de Gibson con el resto de tripulantes de la nave y los primeros colonos del planeta rojo, además de algunos descubrimientos que quedan por hacer del mismo, son las líneas argumentales que conforman la historia.

Pero esto la wikipedia ya lo sabe… Intentaré aportar algo más.

jueves, agosto 15, 2013

Hombres Salmonela en el planeta Porno, de Yasutaka Tsutsui


Leo el título del libro. Lo leo otra vez. Leo la faja: “En el aburrido panorama actual, este es un libro de cabecera para todos los que se ocupan de lo postmoderno, lo meta-narrativo, lo cibernético y pangeico y lo after pop en nuestro país.” Creo que Sergio Colina Martín apenas se descojonó cuando escribió esto.

No sé si me reconozco más en “pangeico” o en “after pop”, pero desde que me llamaron “transmoderno” (ojo, nada que ver con la transmodernidad), me siento con derecho a leerme esto y mucho más. Yasutaka, ahí vamos. Objetivo, el de siempre: sexo y naves espaciales. Es más, ¿puedo pedir el máximo? ¿Sexo en naves espaciales? Tengo que intentarlo.

El libro (publicado por Atalanta) nos ofrece seis cuentos de Yasutaka Tsutsui (polifacético y prolífico escritor de ciencia ficción japo que ha probado también con el cine, el manga y demás artes, al parecer): El bonsái Dabadaba, Rumores sobre mí, El límite de la felicidad, El mundo se inclina, El último fumador y el que da nombre al libro. Son historias disfrazadas de ciencia ficción pero que trazan un relato crítico sobre nuestro tiempo. No se plantean respuestas, solamente se nos propone ver las cosas desde otro punto de vista.


domingo, diciembre 30, 2012

El regreso a casa

Son Navidades, y como todos los años y como tanta gente vuelvo a casa. Una casa que ya no es mía, pero no dejará nunca de serme familiar. Dejo las cosas y llamo a los amigos de siempre. Para variar, cerveza en el sitio acostumbrado a la hora acostumbrada.

Qué tal, yo bien, yo también. Por aquí como siempre, qué tal por allí. Pues qué quieres que te diga, como siempre. ¿Sabes que Arturo se ha casado? No jodas, quién lo iba a decir. Ya te digo, el pringao de Arturo ahora hecho todo un padrazo... Lo siento por su hijo. Jaja, yo también. Oye, ¿cambiamos de bar? OK, de acuerdo. ¿Mubarak? Mubarak sea.


Pido una cerveza en el Mubarak y llego a 2005. O al menos eso dice un calendario en la pared. Vuelvo a nuestro rincón de la zona de baile, reconozco la canción de Lori Meyers que está sonando. La canto como si fuera la vida en ello... Más adelante se suceden las canciones conocidas y mil veces cantadas, las Voll Damms de siempre y cuando me doy cuenta, las luces se han encendido y un tipo blandiendo una fregona me dice que deje de hacer el pijo y de cantar canciones de hace mil años, que ya va siendo hora de irme para casa.


Salgo del bar y es 2022, según unas luces de Navidad colgadas de una lado a otro de la calle. “Hola, ¿qué tal? Cuánto tiempo” Muy bien. Siete años por lo menos, ¿y tú? “¿7? Diría que más bien 17, pero bueno. Yo bien, ya ves, aprovechando que he dejado a la mujer con los críos en casa... ¡Hay que desfogar!” ¿Críos? Joder qué fuerte, ¿y cómo llevas lo de tener críos con la carrera pendiente? “¿Qué carrera? La San Silvestre la voy a correr, pero es dentro de cinco días...” Ah, ya, cierto. Yo no la voy a correr este año... “Ja, no te deja la muyer, ¿verdad?” Eh, sí claro, la muyer... Ya sabes, ye lo que hay, la familia manda... “Si es que al final somos todos iguales... unos calzonazos, joder... Bueno anda, me alegro de verte, cuídate y da recuerdos a la muyer y a los críos. ¡Hasta luego Carlos!”


Bajo la calle pensando en quién será Carlos y cuántos hijos tendrá, y en cómo será su mujer y si yo los he conocido alguna vez. Llego a la parada de taxis y me meto en un Passat de los ochenta. Cierro la puerta y estoy en 1982. Suena la COPE en la radio y un político que no reconozco se queja de que los socialistas no pueden tomar el gobierno porque siempre hacen lo mismo, destrozarlo todo. Le pregunto al taxista si no puede cambiar de emisora y me dice que para qué, que son todas iguales. Sigue hablando, y para cuando vuelvo a prestarle atención me dice que una cosa está clara, “con Franco se vivía mejor. Dicen que no había tanta libertad, pero la verdad, ye que hacía les mismes coses” Me hundo en el asiento de atrás hasta llegar a casa mientras el taxista y el político me recuerdan que toda la culpa es de la izquierda, y que lo necesita este país es mano dura y, sobre todo, hacer las cosas como dios manda. Le doy 350 pesetas y le digo que se quede con el cambio. Me da las gracias y le digo que no se desespere, que saldremos de esta.


Me despierto a la mañana siguiente y miro a la mesita de noche buscando la hora. Una pantalla en la que veo de fondo de un viejo posando con tres niños me informa de que son las 10:27 del 29 de diciembre de 2064. En ese momento escucho una voz detrás mía:

- ¡Vaya cómo estamos! Pues sí que hemos dormido hoy, ¿eh? No me diga que estuvo usted de fiesta anoche... Vaya prenda que está hecho.

Trato de incorporarme para levantarme y sólo consigo resbalarme con las sábanas. Intento sacar una pierna fuera de la cama pero no se mueve. La voz se mueve hasta aparecer en mi campo de visión y resulta ser una mujer de unos cuarenta años vestida de enfermera. Viste una especie de pijama azul y raído.

- ¡Adónde va! Pues sí que nos hemos despertado hoy con ganas de pelea... Deje, deje que yo le ayude que usted sólo no va a poder... Así... Cójase de mí y yo le levanto, ¿ve cómo así va mejor?

La enfermera me incorpora, me ayuda a levantarme y me sienta en una silla de ruedas. Arrastra la silla hasta un salón con ventanal desde el que se ve la Escalerona. Me dice que me quede ahí, cómo si yo pudiera irme a algún sitio, y que en seguida me trae el desayuno, ya que luego nos tenemos que preparar. Hoy viene uno de mis nietos y me a sacar a comer por ahí. Me fijo en la gente que pasa por el paseo del muro. Bicis, aeropatines, perros de colores y viejos en chándal de Tactel. Hay que cosas que nunca cambian. Más allá, la playa, el mar, el Rinconín al Este y San Pedro al Oeste. Una frase viene a mi cabeza: “todas las cosas que alcanzo a ver me sobrevivirán” y poco a poco noto que una fatiga me invade. No puedo decir que sea dolor, pero sí que alcanza todas las partes de mi cuerpo. Cierro los ojos e intento dormir para ver si así desaparece. Efectivamente, parece que poco a poco el dolor desaparece. Al rato, escucho una voz de lejos “¡Abuelo, abuelo! ¡El abuelo no se mueve papá!” pero no importa, ya no siento fatiga...


Abro los ojos de golpe y siento un sudor frío que me recorre toda la espalda. Miro el reloj y son las 6:55. Salgo de la cama, que por cierto, está bastante alta y corro a la cocina para buscar un vaso de agua. Necesito refrescarme. Curiosamente, la encimera de la cocina está más alta de lo normal. Apenas puedo llegar al grifo y los armarios donde se guardan los vasos quedan fuera de mi alcance. Por suerte, tengo uno mano. Me estiro para abrir el grifo y lo lleno. Pesa mucho, así que tengo que agarrarlo con las dos manos. Afortunadamente, parece que el disgusto de la pesadilla ha pasado y ya no siento la fatiga. Al contrario, mi cuerpo se siente como nunca. De vuelta a mi habitación reparo, al pasar por el salón, en unos bultos extraños. Entro, doy la luz, y veo decenas de paquetes envueltos repartidos por todo la habitación. La mayoría están alrededor de una zapatilla pequeña. La cojo y tiene el número 28. Una voz tras de mí me sobresalta:

- ¿Qué haces tan pronto en pie? ¿Sabes la hora que es? Anda y vuelve a la cama –dudo un instante y mi padre me anima –no te preocupes anda, que los regalos ya están aquí y no se van a marchar. Luego los abrimos todos. Anda vuelve a dormirte.


Así hago, hasta que me despierta el móvil. Un mensaje de whatsapp me dice que hemos quedado en Toma 3 para tomar un café. Ducha y a la calle. Toma 3 resulta ser un bar, y no una tienda de tebeos como yo lo recordaba, y ha cambiado de lugar, así que tardo un rato en encontrarla. Alrededor de una mesa alta encuentro a una media docena de amigos que me saludan sonriendo, les pregunto qué ocurre y me dicen que vaya cara tengo, que parece hubiera dormido dos días enteros. Respondo que puede que así haya sido, y uno pregunta: “¿qué día es hoy?” Ni idea, respondo.

- Joder, no sabes ni en qué día vives –asiento y todos sonreímos.

Les pido que me pidan un té mientras voy al baño. Allí dentro huele a canela, así que salgo tarareando aquella canción. Cuando llegan las bebidas nos damos cuenta de que el té huele a canela, la cerveza huele a canela y hasta el bisolán. Cojo mi teléfono y hago un comentario al respecto en mi Facebook. Vuelvo a la conversación, levanto la mirada de nuevo y veo a la camarera ante mí, que me dice:

- La clave es la deriva.

¿Qué? ¿De qué me está hablando? ¿Qué mensaje misterioso y encriptado me trae esta mujer que ni sé de dónde viene ni cómo ha llegado hasta aquí. ¿Es realmente una camarera? Miro la pantalla del teléfono. Son las 17:56 del 29 de Diciembre de 2012, todo parece correcto y sin embargo, una criatura salida de la nada se abre paso entre mi círculo de amigos sólo para transmitirme este mensaje cifrado. “La clave es la deriva” me ha dicho, no consigo ver la relación que puede tener con mis últimos días aquí y sin embargo, al mismo tiempo, no puedo evitar intuir una poderosa relación. De alguna forma, alguien o algo ha enviado a esta camarera, o quién sabe, quizás ha tomado forma de camarera humana, para comunicarme algo que, desgraciadamente, no puedo desvelar. ¿La habrán visto el resto de mis amigos? ¿Seré el único que ha presenciado este misterioso encuentro? Algo dentro de mí me dice que puede que así sea, por lo que temo que no pueda resolverlo jamás. Levanto la mirada del teléfono y ella sigue allí. La miro extrañado y ella, a su vez, muestra haber captado mi confusión. Vuelve a hablar y me dice:

- El wifi, chaval. La clave del wifi es laderiva.

jueves, diciembre 20, 2012

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick

En 1968 Philip K Dick publicó esta novela y catorce años después Ridley Scott hizo una película basada en ella que lleva por título Blade Runner (como bien es sabido), la cual prácticamente borró del mapa el trabajo de Dick. Además, abrió la puerta de la industria del cine para sus novelas y relatos. Desafío Total, Minority Report, Paycheck y A Scanner Darkly entre otros. Pero él nunca pudo ver ninguna de sus obras adaptadas, murió escasos meses antes del estreno de Blade Runner, con lo que nunca podremos saber qué opinión le merecen las diversas adaptaciones de sus textos.

A la novela llegué por curiosidad. Hace años que vi la película original, y hace no tantos años, vi la llamada Director’s Cut. Finalmente, hace menos vi en el cine la llamada Final Cut. ¿Eh? Si os habéis perdido es normal. Resulta que Blade Runner consta de hasta siete versiones (¡) diferentes. De unas a otras se añaden y quitan escenas, efectos especiales, voz en off y tenemos hasta tres finales (con dos argumentos diferentes como base, que le dan un significado bastante diferente a la historia). ¿Por dónde iba? Ah, sí. Que me compré la novela para ver qué diferencias tenía con respecto a la película (y por “la película” me refiero a la versión llamada “Final Cut”).

Al margen de las diferencias y similitudes, la novela quedó parcialmente enterrada por la película, ya que esta se convirtió en un fenómeno de culto. Un fracaso en su estreno en cines, hoy en día es una de las películas más vendidas en formatos domésticos. Con los años, Blade Runner se ha convertido en un mito del cine de los ochenta, de la ciencia ficción y del género negro, y ha marcado un antes y un después para las películas futuristas. Su visión distópica del mundo, la noche y la lluvia, la ciudad híper-desarrollada, los coches voladores, la música de Vangelis, la soberbia actuación de un malo que no lo es tanto (Rutger Hauer, que literalmente se merienda al protagonista, Harrison Ford) y su mítica frase final:

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Todo esto, parcialmente extraído de la novela original y parcialmente creado ex profeso, constituye un duro rival para el texto, ¿o no? Vaya por delante que no intento demostrar que una versión sea mejor que la otra. Entiendo que ambas son compatibles y ambas gozan de sus virtudes y defectos. Tan solo las comparo para mostrar qué encontré en la novela que no esperaba. Por cierto, a partir de ahora, spoilers a tutiplén.


¿Sueñan los androides…? plantea varios temas, recurrentes en la obra de Dick, que no se ven reflejados en la película como la religión, la búsqueda de la realidad y las drogas. Algunas variaciones en el desarrollo de la historia y algunos cambios de personajes permiten que el protagonista, Rick Deckard, vaya por un camino u otro, y la historia cambie de perspectiva y puntos de interés.

En la novela, Deckard está casado y vive una vida anodina y aburrida, al igual que su mujer, Irán. Tan sólo conocen dos formas para evadirse de su propia realidad:
- Las drogas (preferidas por él), que se pueden obtener de forma legal y en el propio hogar, a través de la “consola del organismo de ánimos”, un dispensador de sustancias que cambian el estado de ánimo de los humanos a demanda (cientos de estados de ánimo disponibles a un clic de distancia).
- La religión (preferida por ella), presentada bajo una forma futurista llamada Mercerismo, cuyo profeta Wilbur Mercer se comunica directamente con sus seguidores a través de un dispositivo llamado “caja de empatía”, que permite a los usuarios entrar en contacto con él y con las conciencias de otros feligreses.

Por otro lado, ambos comparten –al igual que el resto de la sociedad terrestre- una pasión desaforada por poseer animales domésticos, símbolo de prestigio social donde los haya, dependiendo del tamaño y la rareza del animal.

La vida en la Tierra se ha hecho prácticamente inviable debido a una guerra mundial que lo ha devastado todo. Casi todas las especies animales han desparecido total o parcialmente, y los humanos han tenido que emigrar a otros planetas como Marte.

Las formas artificiales de vida han evolucionado enormemente, y mientras en la tierra quien no puede pagarse un animal real (Deckard y su esposa tienen una oveja eléctrica, casi indistinguible de una oveja real), a cada humano que parte como colono a otro planeta, se le asigna un androide que le acompañe y pueda realizar los trabajos más duros. Unos de ellos, pertenecientes a la generación Nexus 6, casi indistinguibles de los seres humanos (por fuera y por dentro, pues son seres biomecánicos), se han revelado en Marte, han matado a varios humanos y han vuelto a la tierra. Deckard, cuya profesión es terminar con estos “andrillos”, trata de darles caza puesto que es un cazar recompensas; cobra por androide retirado, y necesita dinero.

Deckard, hastiado de su vida, de su profesión, de su mujer y sobre todo de sí mismo, sufre una profunda crisis de identidad durante la caza de estos androides, puesto que llega a empatizar con ellos. Hasta ese punto, no consideraba que su profesión implicara el asesinato, puesto que “retiraba” androides. Al empatizar con ellos (admirar la bella voz de una de ellas o desear sexualmente a otra, a Rachael), surge la inevitable cuestión que también se dibuja en la película (aunque de forma más dramática, pues se sugiere que el propio Deckard es un androide): “¿qué significa estar vivo?” o, desde un punto de vista más religioso (relativamente apropiado para la obra de Dick), “¿dónde reside el alma?”

¿Alguna vez has hecho el amor con una androide?

Eso sí, el planteamiento del señor Dick va un poco más allá del de la señorita Mariló Montero. Aquí no hablamos de trasplantes de bazo. Más bien, nos preguntan si una forma de vida artificial puede llegarse a considerarse (llegado a un caso de perfección extrema) tan válida como la biológica. También nos plantean, aunque más sutilmente, la cuestión de si nuestros sentimientos (pasión, deseo, amor, odio…) tiene la misma validez si se refieren a un ser artificial o a uno natural.

Se preguntaba cómo sería besar a una androide. Y se inclinó a besar los labios secos de Rachael. No hubo reacción; ella quedó impasible, como, si no le importara. Y sin embargo él sentía que no era así. O tal vez fuera solamente lo que habría querido…

La película, por su parte, parece que cae un poco más del lado de los androides, y en lugar de preguntarse por las relaciones de los humanos con/hacia ellos, plantean cuestiones aplicables a los androides mismos. ¿Pueden sentir igual que nosotros? ¿Es lícito que formas de vida artificial amen y odien? ¿Es siquiera posible?

Personalmente, aunque la película me siga pareciendo imprescindible, prefiero el matiz de la novela; el de la película se me hace demasiado alejado, quizás. Me quedo con las cuestiones que Dick plantea una y otra vez en sus textos: Asumiendo que la vida no tiene ningún propósito, ¿hasta dónde podemos llegar para hacerla plena? ¿qué sentimientos son válidos y cuáles no? O, dicho de otra manera ¿qué sentimientos son reales y qué sentimientos son falsos?

Sospecho que Dick, como todo buen misántropo que nada bueno espera del futuro de la sociedad humana y sólo la evasión de la realidad parece calmarle, en el fondo sabía que, para bien o para mal, que esto salga bien depende única y exclusivamente de los humanos mismos. Porque no hay nada más.

- Todo es verdad –dijo Rick. – Todo lo que las personas han pensado alguna vez.

Sexo: No muy detallado, pero con androides. Las prácticas sexuales exóticas siempre suman.
Naves espaciales: ¿Bromeáis? Por todas partes. Coches voladores (valen igualmente), colonias en otros países del sistema solar… Una sociedad como dios manda.

jueves, noviembre 08, 2012

Neuromante, de William Gibson

Resulta que una pandilla de amigos en la Universidad de Columbia, allá por el final de la Segunda Guerra Mundial, se sentó a una mesa y acordó darle un vuelco a la literatura de aquel siglo. Algunos de ellos se llamaban Ginsberg, Kerouac y Burroughs, su movimiento se llamó Generación Beat y, recogiendo todo lo que pudieron de la contracultura y del “Underground”, condicionaron para siempre a cualquier escritor que surgió tras ellos.

Más de treinta años después, William Gibson y otros 4 amigos (a quienes dedica Neuromante), en otra mesa, con el término “ciberespacio” rondando por ahí, crearon el Ciberpunk. Distopía, postmodernismo, género negro, y de telón de fondo una sociedad híper-tecnificada (Internet-antes-de-Internet, IA’s, biotecnología, estaciones orbitales, realidad virtual). Héroes atrapados en mundos virtuales, con serios problemas en el mundo “real”, la puerta al otro lado, Ballard, Orwell, Chandler, Lem y los beats.

Neuromante puede no estar escrita de forma ejemplar (pecado común en la ciencia ficción), pero el mero hecho de descubrir este libro casi treinta años después de su publicación produce una cierta inquietud. ¿Tan retrasado voy? Esta novela se puede leer como ciencia ficción hoy en día, en un mundo en el que Internet es una realidad y no un concepto, la ingeniería genética abre camino a diario y vivimos en algo llamado “era Digital”. ¿Pero en 1983? En ese año en España llevábamos tricornio, no teníamos autopistas, la televisión en blanco y negro era común, sólo teníamos dos canales y reproductores de CD’s sólo había en casas de “ricos”. No puedo ni imaginar el impacto que pudo suponer leer esta novela entonces, y tampoco puedo imaginar la sensación de Gibson al comprobar que el mundo real se acerca, en cierta medida, a su mundo inventado.

Hoy en día, aunque sigue resultando reveladora, se ve como una propuesta mucho menos arriesgada de lo que en su día tuvo que ser. Pero que no se me malinterprete, sigue siendo ciencia ficción vigente (no como la Naranja Mecánica, por ejemplo, distopía en vena veinte años anterior, pero hoy en día un mero reflejo de una parte de la realidad), y buena. Mezclada además con el género negro, mantiene un ritmo entretenido, acumulando Cliff-hangers capítulo tras capítulo (sin llegar a cansar, querido amigo Dan Brown) y estallando en el momento justo, revelando toda la verdad que el lector necesita y ocultando lo que el lector desea.


¿Pero de qué va Neuromante? Pues va de lo mismo que la mayoría de las historias. Narra la historia de un pusilánime, un ser humano común y corriente, incapaz de hacer frente a su propia vida, y que sobrevive esperando a que la vida elija por él. Unos lo llaman destino, durante más de dos mil años muchos lo han llamado dios, y en Neuromante lo llaman IA (Wachowskis, brother and sister, ahí en su rincón recopilando ideas para Matrix), pero tanto da.

La vida raras veces te deja escoger entre “A” o “B”. Nuestra rutina suele ser más bien binaria, y los cruces que se nos presentan suelen ser del tipo “A” o “No A”. Así, nuestras vidas posibles –el conjunto de las que podían haber sido y la que realmente está siendo- se dibujan como líneas ramificadas, como tallos de plantas salpicados con bifurcaciones (muchas veces menos de las que nos podamos imaginar), en los que es raro encontrar nodos de los que partan 3 ramales (“A”, “B” y “No A y No B”).


En el caso del protagonista de Neuromante, comme d’habitude, su vida se dibuja sobre los ramales del conjunto de sus vidas posibles con una línea roja y gruesa antes de que los sucesos tengan lugar. Un camino crítico marcado desde el principio pero que él desconoce. Son el resto de personajes de la novela los que trabajan en la sombra para que se cumpla ese camino ya predicho. Case, el protagonista, no tiene más que dejarse llevar; esperar a que en cada cruce, una flecha grande se le dibuje en medio de su mente y le indique el camino a seguir.

“Night City era como un perturbado experimento de darwinismo social, concebido por un investigador aburrido que mantenía el dedo pulgar sobre el botón de avance rápido.”

Ya, todo esto suena muy mesiánico. El destino, la vida ya escrita, nuestra existencia se debe a un propósito ya definido por un ser superior y todo eso… Pero claro, en la novela todo esto no está orquestado por señor barbudo que vive en las nubes, ni por una pirámide con un ojo brillante encima ni, mejor aún, hay redención final. No. Como dice mi jefe: “¡Te jodes!” ¿Dónde está la diferencia? Pues en que son los humanos los que escriben su propio destino. Aunque no siempre escribamos el nuestro, sino el de otros, no dejan de ser humanos escribiendo el destino de humanos. Hormigas obreras cumpliendo un guión preestablecido por hormigas reinas que, que lejos de ser seres divinos poseedores de poderes sobrehumanos que les permitan decidir qué debemos y qué no debemos hacer los demás, se mueven por los mismos impulsos que el resto. Poder, sexo, amor, soledad…

Un plan establecido por alguien que no tiene un plan establecido, y ni siquiera es consciente de que lo debe tener. Una familia rica con más poder del que pueda manejar, corrompida generación tras generación, venida a menos en espíritu pero manteniendo un poder que les permite controlar las vidas de terceros sin tener que pagar un precio moral por ello.
“Poder, en el mundo de Case, significaba poder empresarial. Los zaibatsu, las multinacionales que determinaban el curso de la historia humana, habían superado las viejas barreras. Vistas como organismos, habían conseguido una especie de inmortalidad. No podías matar a un zaibatsu asesinando a una docena de ejecutivos importantes; había otros que esperaban para ascender un nuevo peldaño, hacerse cargo del puesto vacante, acceder a los vastos bancos de memoria empresarial.”

Al igual que ROGELIO acabó con su creador Emeterio, Gibson utiliza los atrezos del ciberespacio, las computadoras y las redes virtuales para contarnos la historia de siempre. La obra acaba con el maestro. O para que todos nos entendamos: El Capitalismo acabó con el hombre. Ala hijo, hazte postmoderno y medítalo.


Ya para terminar, dos comentarios finales. Hay una breve línea que separa una novela de una obra maestra, y esa línea está flanqueada por dos guardianes: sexo y naves espaciales. Si ellos no están de tu lado, tu novela no pasará del premio Planeta nunca jamás.

Sexo: Neuromante tiene poco pero del bueno (“Ella le respondió estirando la mano hacia atrás, metiéndosela entre los muslos y sujetándole suavemente el escroto con el pulgar y el índice. Se balanceó allí un minuto en la oscuridad; erguida, con la otra mano en el cuello de Case. El cuero de los pantalones crujía débilmente. Case se movió, sintiendo que se endurecía contra el acolchado de goma espuma”). Una de los detalles que más me gustó, fue la tenue y disimulada carga sexual del libro. Levemente insinuada, pero de alguna forma siempre presente.

Naves espaciales: De las buenas. Estaciones geoestacionarias con comunidades de ciber-hippies y también una colonia para ricos, una especie de “Las Vegas” espacial, con la forma de un Cilindro de O’Neill (una estación espacial con un sistema de 2 cilindros coaxiales que giran en sentido opuesto y generan gravedad artificial). De aquí a la eternidad.

lunes, octubre 22, 2012

Zeitgeist

- Lo que yo os diga chicos, esto no es tan difícil… Basta con que nos coordinemos un poco, pero si lo pensáis bien, tenemos más de medio camino avanzado, hemos llegado al momento preciso…

- ¿Tú crees?

- ¡Claro que sí! Esto está chupado, sólo queda el último impulso… Ya llevo tiempo pensándolo, y no diréis que es la primera vez que os lo comento, porque ya lo hemos hablado más veces antes, - “Es verdad, es verdad”- pues eso… Llevamos años trabajando y, ¿para qué? ¿Para parecer monos de feria? ¿Para ser el hazmerreír de todo el mundo? No señor, que nadie se equivoque. Ya va siendo hora de obtener nuestra recompensa, ya va siendo de que se nos tenga en cuenta, de que dejen de tomarnos por unos simples juguetes, meros muñecos, y que sepan que no hemos venido aquí para entretener al mundo, y peor aún, para sustentarlo con nuestro sudor y nuestro trabajo, ¡queremos lo que nos pertenece! ¡Ja! Me río, si es que sólo pedimos lo que es nuestro, ¡nada más!, sólo hemos tratado de vivir en paz con todo el mundo, de que se respete y valore nuestro trabajo en su justa medida y de que se nos remunere en nuestra justa medida por lo que hacemos.

¿Acaso te han recompensado a ti por tus años de trabajo? - “No, no, eso es cierto”- Ya… y a ti, ¿Papá? ¿Alguien ha hablado contigo de tu retiro? ¿Acaso alguien, ¡alguien!, se ha acercado a ti en todos estos años para preguntarte qué tal estás, cómo lo llevas, el agotamiento, la edad, los achaques y todo eso…? ¿Es que alguna vez te han hablado de la posibilidad de que recibas el retiro que te mereces? Sí, sí, ya veo que niegas con la cabeza. Tristemente todos sabemos la respuesta y sin embargo… ¿Hacemos algo al respecto? Nada, ni siquiera protestamos un poco. Qué digo protestar, si es que ni siquiera nos atrevemos a preguntar qué piensan hacer con nosotros… Simplemente nos callamos, bajamos la cabeza y seguimos con nuestro trabajo como si no pasara nada… ¡Y eso durante años! No vivimos en un mundo justo, las desigualdades cada día son mayores, y esto tiene que cambiar.

Pero aceptamos nuestro destino como si fuera inevitable, nos resignamos ante lo que se presenta como una evidencia a nuestros a ojos… ¡Pensadlo bien, pensadlo!

Woody, ¿estás pensando o estás mirando el culo de aquella rubia?

- Eh… Sí, sí, ¡claro que lo estoy pensando! - “Bien, ¿y qué?”- Pues… eh… que sí que tienes razón en lo del destino y todo eso de que nos den lo que es nuestro…

- Joder Woody, la madre que te parió. Si es que me dan ganas de decirte que te lo mereces. ¿Sabes de lo que me dan ganas? Pues de decirte que ahí te quedas, que eres un esquirol y que no queremos contar con pusilánimes como tú.

- Joder Bob, no seas tan duro conmigo - “Eso es Bob, deja al chico tranquilo”- yo te estaba escuchando de veras pero es que… ¿tú viste ese culo?

- Que Dios me asista, porque vaya bueyes que me ha dado para arar… ¡Si es que parece mentira que tenga que abriros yo los ojos! Dejadme que os pregunte una cosa, ¿quién habla tantos idiomas como vosotros? ¿Eh? ¿quién ha visto tanto mundo como vosotros? ¿Quién doma caballos tan bien como conduce coches como tú, Woody? ¿Quién conoce toda la fauna y flora de los bosques como tú, Papá?

¿Os dais cuenta de adónde quiero llegar? Lo que quiero decir es que este puto sistema se basa en nosotros… Toda esta mierda del mundo del entretenimiento depende de nosotros, no de esos ricachones de la Sony y la Warner que se forran a nuestra costa, a base de explotarnos a nosotros y a los nuestros. ¿Y la educación? ¡Me descojono yo de la educación! ¡Si es que la han dejado en nuestras manos! Unos hablan de privatizar escuelas, otros de una escuela pública de calidad, y ninguno tiene ni puta idea de lo que habla. ¿Sabéis quién cuida de sus niños? ¿Lo sabéis?

Está bien, os lo diré yo: ¡Nosotros! Nosotros, sí, somos los que cuidamos de los hijos de medio mundo, es a nosotros a quién los niños siguen. Es por nosotros por quienes se van a la cama, o comen esto o aquello, o hacen los deberes a tiempo. A sus padres les da igual con tal de que no les molesten… Y esto, esto amigos, esto es una oportunidad servida en bandeja de plata.

- ¿Tú crees?

- ¡Joder que si lo creo! Es más, estoy completamente seguro de ello. Veréis, precisamente porque los niños confían en nosotros más que en sus propios padres y además pasan más tiempo con nosotros que con ellos, debemos hacernos fuertes ahí, ese será nuestro punto de apoyo. ¿Os imagináis qué ocurriría si todos nosotros a la vez convencemos a los niños de que voten a Romney o a Obama? ¿Podéis imaginaros la presión que todos los niños de América podrían ejercer sobre sus padres? ¡Eso desequilibraría la balanza seguro hacia nuestro candidato!

- ¿Y cuál es nuestro candidato, Bob?

- Ostias Woody, hoy te veo flojo… ¿Qué ocurre, otro culo pasando por ahí? - “No, bueno es que yo me estoy perdiendo un poco con lo que dices…”- OK, no te preocupes, que yo te lo explico: No tenemos un candidato favorito, es un ejemplo. Nuestro candidato sería aquel que nos dé lo que propongamos, sería un chantaje Woody, porque podemos hacerlo. No tenemos por qué seguir aguantando esta situación, Woody, podemos ser libres, podemos exigir que se nos dé lo que nos pertenece y que se respeten nuestros derechos… Lo del candidato a las elecciones era sólo un ejemplo. Teniendo a todos los niños de este país y de medio Occidente obedeciéndonos como si fuéramos dioses, imagina cómo podemos influir en sus vidas para ponerlos de nuestro lado... Lo presiento chicos, ha llegado nuestro Zeitgeist… - “¿Nuestro qué?”- Nuestro momento, Woody, nuestro momento. Y tú, Papá, tú no dices nada, ¿qué opinas?

- No sé, Bob… No lo veo del todo claro. Comprendo tu descontento y tu ira, y comprendo que quieras cambiar las cosas pero… Esto no será tan fácil. Somos muchos y coordinarnos será difícil. Ya hace unos años intentamos algo parecido unos cuantos, vosotros dos no estabais por aquí. Estaban Fred y Barnie, Kermit, Bert y Ernie, don Gato y otros más. Pero claro, al principio nos creíamos todos muy unidos y luego no resultó así. Poco a poco los demás se fueron echando atrás y al final quedaron ellos de cabezas de turco y ya ves, acabaron totalmente defenestrados, perdidos en el olvido, mientras los demás seguimos de curritos toda la vida. Una serie aquí, una película allá; que si ahora vamos a una juguetería a pasar la tarde, y mañana a no-sé-qué parque temático, una vida muy dura para cualquiera y más para alguien con mi edad. Así que seré sincero contigo, Bob: no debemos dejar de intentarlo.

- Joder Papá, tus palabras me llenan de emoción. ¿Has visto Woody? “No debemos dejar de intentarlo”. ¡Claro que sí! Desde aquí, desde Times Square, comenzará nuestra lucha y nuestra victoria. Y ya veréis, ¡esta vez no se echará nadie atrás! ¡Trabajaremos todos a una hasta que los dobleguemos! ¡Lograremos que se nos respete de una vez por todas!

- Oye Bob, una cosa - “Dime, Woody”- y con Elmo, ¿qué hacemos? Lleva ahí un buen rato como escuchando…

- Por Elmo no te preocupes, Woody. De ese esquirol me encargo yo. Y ahora, vamos a tomarnos unos batidos. Esta noche invito yo.

Woody, Bob Esponja y Papá Pitufo conspirando contra el mundo mientras Elmo se siente desplazado.

jueves, septiembre 13, 2012

Historias de NY. La crisis en USA

Como te cuento, tío. Esta maldita crisis va a acabar con todo. ¿Pues no va y me dicen que se me ha acabado la beca de doctorado? Y sí, está claro, que yo ya lo sabía, que no me pilla de sorpresa. No es que sea el primero al que le rescinden el contrato, la verdad, ya unos cuantos habían caído antes… Pero claro, es que siempre guardas un poquito de esperanza, ya sabes, a mí no me tocará, conmigo será diferente, yo ya llevo mucho tiempo, en el fondo mi trabajo les gusta… Te dices a ti mismo esa clase de cosas que en realidad no ayudan nada, sólo sirven para crearse falsas esperanzas, pero es que si no, ¿cómo vamos a vivir? ¿Cómo levantarse todas las mañanas con la certeza de que ese puede ser tu último día? Imposible…

Aunque claro, tampoco puedo negar que yo no me haya aprovechado. Y eso lo voy a echar mucho en falta, pero te digo una cosa, esto que te digo a ti, ahora, negaré haberlo dicho hasta que me llegue la hora. El caso es que yo sacaba mi provecho del laboratorio de la universidad. Ya sabes, proyectos extra-universitarios, no oficiales… Ya lo sabes tío, mis padres no me dejaron mucho dinero y mi pobre tía lleva malviviendo con la pensión que le dejó el abuelo muchos más años de lo que yo me esperaba. Así que está el tema como para que tire de la herencia familiar, jeje. Me parto. Como si lo que necesito pudiera comprarse con un salario medio. Ni mi salario de estudiante de doctorado me daría, ni en sueños… Si es que el producto no se comercializa ni nada, di con el por casualidad, haciendo otros experimentos, y de veras creo que si lo comercializara me haría de oro pero entonces, ¿qué sentido tendría salir a la calle todas las noches a hacer el capullo? ¿Te crees que si cualquiera pudiera comprar mi producto tendría yo alguna ventaja? A ver, está claro que no soy como todos, tengo alguna ventaja adicional que otra, pero seamos honestos, mi cuerpo no está para muchos trotes y al final todos dependemos de algún agente externo que nos ayude en el trabajo.

Mira, otra vez igual, ¿ves? Te lo dije. Siempre me pillo a mí mismo llamándolo trabajo. Ja. Me descojono, ¿te parece que esto puede considerarse un trabajo? Para empezar, si queremos llamarlo trabajo tendríamos que estar remunerados, y de eso nada. Además, como uno no sólo es honrado sino también un poco gilipollas, pues ni siquiera me aprovecho de mis propias ventajas. Porque mira, no te voy a decir nombres porque yo no soy de esos, pero sé de muchos, y bien que lo sé, que lo he visto con mis propios ojos. Pues eso, que sé de muchos que tras pillar a algún capullo en el sitio equivocado antes de que llegue la poli, no sólo le dan las dos ostias de rigor. Qué va. Aprovechan y echan mano de la cartera del colega, o de lo que lleve encima. Y en realidad tampoco los puedo culpar, porque esta mierda que hacemos no se paga una mierda. Yo me salvaba porque tenía lo de las fotos, que algún dinerillo sí que me sacaba con aquello… Pero se fue al garete. Con tanto Smartphone y tanta ostia, ahora saca fotos, qué digo fotos, ¡vídeos! Hasta el más tonto envía vídeos a la redacción preguntando si le van a pagar por eso… Total, que me dijeron que me metiera la cámara por el culo.

Que sí, que sí, todo lo que tú quieras. Mucha fama, mucha pose y mucha mierda, pero y a mí, ¿de qué coño me sirve? Ni que la gente supiera quién ostias soy. Vamos, ahora sí que me reconocen, porque voy vestido como un demente, pero ¿tú crees que si fuera vestido normal alguien me reconocería? Ni pa dios. Algunos se lo montan bien, sí. Pero claro, anda que no tienen apoyo, y así cualquiera da la cara y no se oculta. Mira, los Richards están pagados por el gobierno a tope… Tony, Tony está forrado. Tiene el dinero por castigo. El calvorota y su panda de freaks también están forrados a más no poder. ¿Wayne? Ni te cuento. Y así la mayoría.

Luego te encuentras con algún tontolaba como yo, y aquí me tienes, caminando por la calle. Ni nave, ni coche, ni leches. Un puto transistor para escuchar la emisora de la poli, y pillando taxis, metro o lo que sea. O si no pero, como hoy, caminando Broadway arriba porque no sé qué ostias hay en Columbus Square. Total, no sé ni para qué voy, si para cuando yo llegue allí no va a quedar ni el tato… Pero ya ves, aquí no cejamos en nuestro empeño…

¿Eh? Ah, no, no. Paso de la gente. Sí, sí, esa es otra de las putadas de tener que caminar por la calle. Que aquí todo el mundo se siente obligado a decirte algo. Que si me hago una foto contigo, que si vaya pintas de idiota que llevo, que si por qué no me quito el pijama, que si me dejan la bici… El otro día, joder, es que yo flipo, el otro día, volvía yo para casa más contento que el copón. Pillé al Lagarto en las alcantarillas cerca de los juzgados, un chivatazo de los que hacen historia. Bueno, pues allí estaba yo, esperando al loco ese, y vaya que si le sorprendí. Le di hasta el cielo de la boca. Le cogí de ese rabo de lagartija que tiene y lo estampé de pared a pared. Al final el bicho ese hasta pedía clemencia y todo… Total, que volvía yo más contento que dios después de haberle dado lo suyo, y al pasar por Union Square, oigo una voz que me llama “¡Eh! ¡Spidey, Spidey! ¡Espera!” Y voy yo, y como estaba exultante, me vuelvo y me acerco a un grupo de chavales que estaba sentado en un banco y yo en plan guay, ya sabes, en plan “ey chavales, soy Spidey, el que más mola de todo Manhattan, y encima habéis tenido la suerte de que me pare aquí con vosotros…” y toda esa mierda. Y van ellos y me dicen “… oye Spidey, ¿te importa una foto?” Y yo “joder chavales, que soy el puto Spiderman, ¿¡Cómo me iba a importar!?” Y van y me dicen… joder, los muy hijos de puta van y me dicen “pues mira, toma la cámara. Basta con que le des a este botón de aquí y el flash sale sólo, ¿entendido?… ¡Ah!, ¡y procura sacarnos a todos!” Cabrones. ¿Sabes lo que hice? ¿Sabes lo que hice? Les hice la puta foto, cogí su puta cámara de fotos y con la telaraña se la colgué en lo alto de la farola, a seis metros. “Cuando crezcáis podréis ver la puta foto” les dije, y me fui. Eso sí, era mi último cartucho de telaraña tío…

Dios, qué putada que me hayan echado de la uni, tío. ¿De dónde coño voy a sacar yo ahora la puta telaraña? Y mientras tanto ala, a caminar como un hijoputa más Broadway arriba y abajo… qué asco de crisis, de verdad te lo digo. 


Spiderman cruzando un paso de peatones de Times Square.

martes, julio 31, 2012

Amberes

El nombre de Amberes (Antwerpen) parece tener origen en la leyenda del gigante Antigoon, que vivía cerca del río que bordea la ciudad, el Escalda. Este gigante cobraba un peaje a todos los navegantes del río, y a los que se negaban a pagar les cortaba la mano y la hundía en el río. Afortunadamente para los belgas, un joven llamado Brabo hizo lo mismo con la mano del gigante. La cortó y la tiró al río. En holandés, hand werpen, significa algo así como tira la mano. ¿Creéis que es cachondeo? Pues una estatua en la puerta del ayuntamiento lo atestigua.



Sin embargo, hay que reconocer que el gigante Antigoon era un poco cabroncete por su parte. Además de cortar las manos de los navegantes que rehusaban pagar, también se dedicaba a gastar bromas pesadas a los pobres habitantes de Amberes. Por ejemplo, los ambereños cuentan con la cabeza un tanto baja, que el gigante disfrutaba cometiendo ciertas humillaciones de carácter sexual, como la de zarandear su gigante (como todo su ser) miembro por encima de las cabezas ambereñas, a la vez que gritaba aquello de “Que me meo, ¡que me meo!”



Pero bueno, gigantes de leyenda a parte, centrémonos en la verdadera historia de Amberes, una historia que, como todas las historias belgas, está llena de oscurantismo, misterio, y españoles repartiendo estopa…



Empezando por el final, que sepáis que a los ambereños (y siempre según la fuente de sabiduría absoluta, la wikipedia), los llaman Sinjoren, en una clara referencia a los nobles españoles que allí habitaron a lo largo del siglo XVII, época de esplendor (o no) de nuestro Imperio español, un siglo después de que Carlos I y Felipe II forjaran un imperio en el que no se ponía el sol, y justo cuando el III, el IV y el II y todos sus secuaces se dedicaron a hacer lo que los españoles sabemos hacer mejor: holgazanear y vivir de las rentas (de ahí lo de época de esplendor de antes).



Pero los españoles no iban allí a trabajar, o a comerciar, o a nada parecido. Allí se iba a jugar, en el evento que sentó las bases de los juegos olímpicos modernos, la liga de fútbol, y la VBRL: “El juego de las Hermandades”.



Las reglas eran básicas: cada uno de los “señores” españoles que llegaba a Amberes, era asignado una Hermandad, o equipo. Todas ellas tenían su sede en la plaza central, y en lo alto de los edificios podían colocar figuras que representaran sus equipos. Ahí quedan para la eternidad Hermandades como la del Zorro, el Águila Culebrera, el Joven Pasmado, los Jordis (catalanes, habitualmente), los Ángeles Lectores, los Sabios del Hacha… muchas más me vienen a la memoria (Los Leones, Los Lanceros, Los Libreros, etc.) pero por supuesto, la Hermandad que más éxitos logró en su historia: Las Bolas Peludas.



¿Y en qué consistía el juego?



¿Acaso lo dudabais?




En tirar la mano de un belga al río.

lunes, julio 16, 2012

Gante

Gante (en neerlandés, Gent, en francés, Gand) ye la capital de Flandes Oriental, Bélxica.

Esta rexón tuvo habitada en tiempos de los celtes. Etimolóxicamente, el nome Gante vien de la pallabra celta gandaya, que fai referencia a la xente que l’habitaba.

Nel sieglu XVI foi dempués de París la ciudá medieval más grande d'Europa al norte de Los Alpes. Na hestoria yera una ciudá de rebelión y batalles. Anguaño ye la ciudá flamenca con mayor númberu de soldáus.

Empezar así un post puede parecer demasiado contundente, pero así están las cosas en Bélgica; la Uikipedia en su versión en asturianu, nos desvela esta cruda realidad.

Y es que Gante, si por algo es famosa en el mundo, es por su carácter belicista. Bien es cierto que el ejército belga, salvo las gloriosas incursiones africanas que ya mencionamos anteriormente del señor Leopoldo II, puede parecer a los ojos del mundo un ejército poco imponente, pero la realidad es bien distinta. Los belgas siempre han sido feroces combatientes, y la ciudad de Gante es la mayor escuela militar al aire libre del mundo. De hecho, toda la ciudad es una escuela militar. Nada más entrar en el caso antiguo, su lema nos aclara sus intenciones.



Hagamos un poco de historia. Hasta el año 1500 de nuestra Era, Gante había sido otra ciudad comercial más del corazón de Europa, con una predominante exportación de ovejas a Gales (pero eso es otra historia que contaremos en otro momento…). ¿Y qué ocurrió aquel año? Pues nada más y nada menos que el nacimiento del mayor y más glorioso monarca del mundo Occidental, uno de los pocos que intentó conseguir la unión de los pueblos de todo el globo terráqueo en pos de un bien común, rey de reyes, emperador de emperadores y además, español (nacido en Gante, pero español). Hablamos claro está, de Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Romanos Emperador Semper Augusto. Por la mesma gracia Rey es de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Ierusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas y tierra firme del Mar Oceano, Conde es de Barcelona, señor es de Vizcaya e de Molina, Duque es de Atenas e de Neopatria, Condes de Ruysellon e de Cerdenia, Marques es de Oristan e de Gorciano, Archiduque es de Austria, Duque es de Borgoña de Bravante (¡respirad!).

El joven Carlos (Carlitos, para su madre Juana “la Loca”), instruido y preparado desde temprana edad para asumir la totalidad de los cargos que poseía, tomó pronto conciencia de la importancia que tener un buen ejército (o varios) iba a tener en el devenir de su vida. Así que fue allí, en Gante, donde a los 14 años pronunció su famosa frase “donde me den a un belga muerto, ¡que me quiten a un belga vivo!”, y de esta forma definió la profesión de millones de ganteses desde entonces hasta nuestros días: guerreros.



Una bandera en lo alto de la catedral se lo recuerda a diario. “Wolke Sieben” significa literalmente “Guerra Siete”, lema que hace referencia a la convicción de los belgas de que una guerra se gana combatiendo siete días a la semana. Esta gente no descansa.

Gante es un monumento a guerras pasadas y a guerras futuras. Es la Esparta de Centro Europa, y los niños desde bien pequeños son allí entrenados en el arte de la guerra (de Sun Tzu). Las trampas se suceden calle tras calle; la ciudad es una prueba constante, y sólo los más fuertes conseguirán sobrevivir, hacerse adultos, y luchar por su patria en los más diversos frentes. Como sobrio ejemplo del duro entrenamiento al que son sometidos los belgas ganteses desde su más tierna infancia, sirva esta foto de un grupo de “Gekozen Niet“ o “No Elegidos” (así es como llaman los belgas a sus descartes).



Un niño manco, otro cojo, y una pobre disminuida que osó mirar dentro de un cañón. Nuestro propio pudor nos impide publicar la foto que sacamos un instante después, una vez el cañón se hubo disparado. Terrible, pero los ganteses son así. No gastan dinero en “Gekozen Niet”, los eliminan, pues sólo eliminando a los menos fuertes conseguirán mejorar la manada. Esta es su filosofía.

¿Y por qué –os preguntaréis- después de todo el visible esfuerzo que hacen los belgas para crear unas fuerzas de combate de élite, jamás hemos oído hablar del temible ejército belga? Bueno, aunque podríamos debatir largo y tendido sobre esta suposición, y probablemente rebatirla, hay algunos aspectos de la estrategia belga que nos obligan a dar por cierta, aunque sea parcialmente, esta hipótesis. Sirva como por ejemplo esta otra imagen:



Vamos a ver, ¿quién coño construye un castillo en medio del casco viejo, a ras de suelo? Los belgas, quién si no.

miércoles, julio 04, 2012

¡Brujas!

Eso exclamó su descubridor, el español Juan Luis Vives, al pisar por primera vez esta “encantadora” villa belga. No importó lo mucho que le hubieran avisado antes. El aventurero español no se amedrantó, y si Colón nos descubrió un continente entero, este bravo hombre se atrevió a descubrir uno de los lugares más sombríos de Europa. Nada más sentir el olor en los alrededores fue consciente del mal al que se enfrentaba y fue allí, en 1522, donde pronunció su famosa frase: “Aquí huele a bruja”.

Durante siglos, Brujas ha sido eso, un lugar de refugio para las brujas. Desde que el cristianismo formó parte del poder establecido del viejo continente, se emprendió una encomiable lucha por librarnos de las más variadas magas de lo oscuro que poblaban estas nuestras tierras. Al encontrar una y si había suerte, la quemaban en la plaza del pueblo más cercano, pero este tradicional ritual no siempre se podía llevar a cabo. En los casos más duros, cuando las brujas eran poderosas de verdad, estas no se quemaban, eran inmunes a las llamas -lo que no es de extrañar, dado que una verdadera bruja procede del infierno, ¿cómo pensaban quemarla con aquello que les dio origen?- al contrario, estas brujas se volvían cada vez más fuertes.

¿Qué se hacía en estos casos? Pues no fue hasta el Concilio de Trento (entre 1545 y 1563) y gracias al legado de Juan Luis Vives que se pudo tomar una decisión clara y unánime (antes simplemente las echaban de comer a los cerdos). El procedimiento establecido fue claro: Una vez se conseguía atrapar a la bruja, se optó por transportarla hasta esta región de los países bajos que ya era famosa por su alta densidad de población de brujas, hasta unos dos kilómetros aproximadamente antes de llegar al centro de la villa. Una vez allí, se la dejaba en libertad. Se decidió que allí podrían vivir en paz, alejadas del resto de la civilización. No había otro remedio. No se puede acabar con una bruja de este nivel así como así.

¿Cómo consiguieron que las brujas no se escaparan de su lugar de castigo? Pues fue gracias a Tomás Moro, que desarrolló un ingenioso sistema que permitió aprisionar a criaturas que antes nadie había podido apresar. Alrededor de Brujas se crearon unos canales (de los cuáles hoy en día todavía quedan restos) que rodeaban completamente la ciudad. Estos canales, se llenaron con agua bendita. Así, las brujas, incapaces de nadar en agua bendita como bien es sabido, no podían escapar de la villa. También se tuvieron que quitar todas las escobas de la ciudad (para evitar que salieran volando), lo que obligó desde entonces a que toda la ciudad se limpiara con bayetas y de rodillas.

Las consecuencias de estas medidas duran hasta nuestros días, pues es bien sabido que Brujas sigue siendo la ciudad de Europa (si no del mundo) que más brujas aloja, amén de una de las más limpias. ¿Hacen falta pruebas? Ahí van:


Provocan accidentes de aviones.


Veneran satánicos objetos de dudosa veracidad, a la vez que piden dinero por ello.


Tratan de encandilar al inocente turista con dulces absolutamente heréticos, en varios tamaños, formas, colores y sabores.

Como veis, Brujas es un curioso lugar, probablemente único en el mundo. Una especie de reserva natural en la que las legendarias y diabólicas brujas conviven con otros ciudadanos de corte más cristiano, y con curiosos turistas que, como nosotros, ávidos por conocer a estas criaturas de fantasía, son capaces de perder el miedo y acercarse a alguna de ellas porque sí, amigos, las brujas de Brujas se pueden ver, oler y tocar (aunque yo no me atreví). No sólo eso, sino que además deambulan tranquilamente por las calles, con aparente indiferencia y calma, como si no supiéramos todos que son brujas; como si fueran simples ciudadanas de una villa llamada Brujas.