Llegar al extranjero, a una ciudad pequeña como Nantes, y encontrarse carteles que anuncian un festival de cine español no es lo más habitual del mundo. Que encima te cuenten que llevan más de 20 ediciones del festival, y que es uno de los más importantes y sólidos festivales dedicados a cine español del mundo (ojo, que en España hay mucho festival de cine pero dedicado al español… ¿Málaga?, ¿Valladolid?), pues lo hace todo aún más curioso.
Nantes es una ciudad muy inquieta en lo relativo a la cultura. Por tamaño, es la sexta ciudad de Francia y por “calidad de vida”, una de las cinco primeras del país (eso dicen las estadísticas...). Nantes ha sido tradicionalmente ciudad de paso para grupos de música extranjeros, sobretodo ingleses, y la ciudad está llena de bares que ofrecen conciertos gratuitos de grupos amateurs de la región. Hay decenas de salas de jazz (aunque eso es algo relativamente habitual en Francia) y en cuanto al arte contemporáneo se refiere también hay varias galerías y un centro regional bastante importante (en cuanto a volumen y calidad, apparently). La universidad es bastante grande, lo que siempre potencia la actividad cultural.
El festival incluye una cincuentena de películas, prácticamente todas españolas, y numerosos actores y realizadores españoles vienen a presentarlas. No penséis que el cine español tiene gran difusión en este país, la gente normalmente responde “Almodóvar” a la pregunta de “¿qué cine español conoces?” y ya está. Así que imagino que esto será una buena oportunidad para dar difusión a nuevas películas que intenten entrar en el complicado mercado galo. También incluyen películas antiguas (Buñuel, Saura, Borau…) dentro de alguna retrospectiva o ciclo de temática específica y finalmente se entregan media docena de premios (del jurado, del público, joven, ópera prima, documental y corto).
Seis películas, seis, vi. Repasar la temática y los “tags” de todas ellas da un poco de vértigo. ¿Una radiografía de España? Ahí va.
Fin (2012), de Jorge Torregrossa
Adaptación de la novela de David Monteagudo (aún por leer). Es la película española que más se aleja del tópico patrio de todas las que vimos. ¿El argumento? Un grupo de amigos llegando a los cuarenta se reúne, después de muchos años sin verse, en una casa rural para rememorar viejos tiempos y ponerse al día. Primera parte. Segunda parte. Algo raro pasa en el mundo y el Apocalípsis llega. “There can be only one…”, sólo los elegidos sobrevivirán y al final, lo que verdaderamente importa, es el amor. Habrá que leer el libro para ver si David se hizo más o menos pajas que Jorge. No obstante, la historia pinta mejor para una novela. En la pantalla, los actores y los espectadores tuvimos que aguantar la inexplicable presencia del modelo Andrés Velencoso en la película. Eso sí que es un enigma por resolver…
Leo (2000), de Jose Luis Borau
Último largo de Borau, aunque ya hace más de diez años del film y Borau murió el año pasado. Icíar Bollaín y Javier Batanero bordan esta historia de polígono. Una historia de amor entre una luchadora (la “a” es correcta) y un prosegur. Pero ojo, no es cine social. Borau tiene un punto absurdo, como Kaurismaki (finlandés, humor finlandés…), que hace que sus historias resulten al mismo tiempo dolorosamente cercanas y absurdamente extrañas. De fondo, el polígono madrileño, el acento cañí, el café con churros, la cerveza y la virgen.
Eden à l’Ouest (2009), de Costa-Gavras
Este es el gazapo de las películas que vimos. Invitado de honor, presidente de la cinemateca francesa y amigo de Semprún, Costa-Gavras es medio griego y medio francés, pero nada de español. Tiene relación tangencial con el país por sus amistades y relaciones profesionales, pero tampoco su cine se asemeja al patrio. Es un buen invitado para el festival, conocido en Francia y respetado en el mundo del cine, pero eso es todo. Su película, es la enésima interpretación de la Odisea moderna, de esa persona del tercer mundo tratando de llegar al “primer mundo” para tener una vida mejor. Un viaje de aprendizaje y desencanto para el protagonista, y un viaje de arrepentimiento y vergüenza ajena para el espectador. Recuerda que todo lo que tienes, todo lo que disfrutas, es a costa de algún miserable. Luego sales del cine, te tomas una cerveza, cenas algo y te vas a acostar, porque la vida sigue y al día siguiente madrugas…
Grupo 7 (2012), de Alberto Rodríguez
Me gustó más de lo esperado. Me negué a ver esta película cuando todavía estaba en España, creo que únicamente por la presencia del insufrible Mario Casas, pero el caso es que esta historia de una patrulla de policía en la Sevilla Pre-Expo está muy bien contada y está representada por unos muy buenos actores (salvo el ínclito).
El trapo es la patrulla que limpia el centro de Sevilla de la droga, por encargo de unos políticos que quieren vender una ciudad moderna y al día, y la carnaza es la de siempre, la clase media mirando con miedo a la élite que pasa por encima de todo sin mancharse, y con desprecio a una clase baja que no tiene dónde caerse muerta y hace lo que puede por sobrevivir. No es una historia exclusiva de la península, pero la Giralda, los patios y la cruzcampo de fondo la hacen más nuestra. Merece la pena.
Los amantes pasajeros (2013), de Pedro Almodóvar
El director de cine llamado “Pedrooooooooooooo” quiso hacer una comedia desenfada, así, como las hacía antes. Pero no puede. En los años ochenta había mierda que limpiar, había ganas de reír y motivos para hacerlo, porque España era un sitio muy gris y muy feo, y los únicos que levantaban la voz era los cantautores y como que en los ochenta eran muy aburridos. El SIDA no existía, la heroína y la cocaína eran guays y todos éramos jóvenes y teníamos un cheque en blanco. En ese contexto, cualquier película de las primeras de Almodóvar es a la vez un dardo envenenado a todo lo anterior, y un caramelo muy dulce para todo lo nuevo. “Los amantes pasajeros”, por el contrario, es el humor visto desde el punto de vista de un burgués. Cuesta más hacer reír, y hay que tirar más del caca-culo-pedo-pis, aquí llamado coca-polla-teta-pis. Jack Nicholson dijo que después del 11-S sólo iba a hacer comedias. ¿Recordáis alguna? Pues eso. Sin embargo, el personaje de Cecilia Roth-Bárbara Rey contando cómo tiene grabados sus encuentros con el rey… Priceless.
Blancanieves (2012), de Pablo Berger
La más patria de todas. Triunfadora de los Goya, amén (¿). Película en blanco y negro y muda, parece ser que pensada antes que “The Artist”. Guión pensado para que Maribel Verdú se luzca hasta el extremo, y de fondo salen toros, flamenco, guardias civiles, perlas, mantillas, curas, cruces y seis enanitos. A blancanieves que le den. De pequeña es una maravilla pero de mayor para salida de un anuncio de compresas, todo la emociona hasta el extremo. SPOILER. Que no haya príncipe me parece bien, pero que se enamore de un enano… FIN DEL SPOILER. ;)