sábado, enero 30, 2010

Frankenstein's womb, de Warren Ellis y Marek Oleksicki

Distinguía el crítico John Clute en su fantástica obra “Enciclopedia de la ciencia-ficción” entre auténtica ciencia-ficción y protociencia-ficción. Más allá de temas y estilos comunes, la segunda carece de conciencia de identidad. La ciencia-ficción nace en los folletines y pulps de principios de siglo, a la vez que las revistas de nicho, los aficionados que pronto serán fandom y cierto tufo a entretenimiento marginal, del populacho y escapista. La ciencia ficción nace cuando Hugo Gernsback le da nombre; pero un siglo antes, la protociencia-ficción vestía los mismos trajes sin un espejo al que mirarse. La guerra de los mundos, Una princesa de Marte, El mundo perdido, De la tierra a la luna; y mucho antes que todos ellos –la primera en lo que por muchos años fue un club eminentemente masculino- Mary Shelley con Frankenstein.

De entre los escritores de cómics de ciencia-ficción americanos, Warren Ellis es el capo mayor. Ellis es un escritor cerebral. Se conoce bien la historia y la teoría del género. De cuanto lee anota, disecciona, analiza, clasifica, guarda como referencia futura. No está interesado en la brillantina y los adornos, en las naves espaciales y los futuros apocalípticos (aunque patina hacia la tecnofilia con sus temas fetiche cada vez más a menudo: modificación corporal, el viaje espacial, teléfonos móviles…). Ellis sabe que la ciencia-ficción es un género especulativo. Cuando nos preguntamos “¿qué haríamos si…?” una y otra vez, en mil escenarios distintos, realmente podemos reducir la pregunta a “¿quién somos?”. Hablando del mañana que será, del pasado que pudo ser o del presente que puede estar ocurriendo ante nuestros ojos cerrados, hablamos en efecto del aquí y ahora. Escapamos en las historias para al final volver atrás.

No es de extrañar que cuando decide hacer en Frankenstein’s womb un cómic sobre el nacimiento de la famosa obra, decida conjugar múltiples elementos íntimamente emparentados. Asistimos al nacimiento de la edad contemporanea, del racionalismo y la ciencia, con sus milagros y sus monstruos -ficticios y carnales- y sus ideologías y tinieblas de superstición; y en paralelo a la extraña vida de Shelley, Shelley y Byron, enhebrados en ese momento de la historia de manera única, hasta confundirse la casualidad y la conspiración, y ser difícil distinguir si fue la recién nacida época la que les marcó o ellos quienes catalizaron su venida al mundo. Por si esto no fuera suficiente, da una vuelta más de tuerca. Shelley es la primera escritora de ciencia-ficción porque conjura visiones imposibles del futuro para explicar su inexplicable presente. Y así como tal persona sólo pudo aparecer en una época convulsa y extraña, una literatura así sólo comenzó existir de la mano de la nueva era, en la que todo se acelera, los milagros y las pesadillas están al alcance del hombre y más que un moderno prometeo parece un moderno Dios, comandando el rayo y dando vida. Es entonces cuando ha de mirar mucho más lejos y en todas las direcciones a su alrededor para entender su lugar en el universo.

Ellis defiende, en resumen, que la ciencia-ficción es la literatura más consustancialmente del “ahora” que existe, porque el espíritu que la mueve es el mismo -a partes iguales asombro, duda, alienación y potencial infinito- que el de la época que nos ha tocado vivir. Nada más apropiado que presentar esta hipótesis en un tebeo como este. Ya la portada retrotrae a los primeros tiempos de la ciencia-ficción como literatura con conciencia de clase, con ese “A graphic novella” tan de revista añeja. Pertenece a la serie de cómics Apparat, en los que el autor intenta reinventar en historias breves géneros que comapartieron época y publicación con los futuros dominadores, la ciencia-ficción, la fantasía y los superhéroes. El ejercicio que plantea la línea Apparat es, ¿podemos imaginarnos nuestro paisaje cultural si las historias digamos de detectives hubieran seguido marcando la pauta? Interesante como es dicho ejercicio mental, también sufría grandes limitaciones por el formato elegido, y en las últimas entregas –este Frankenstein’s womb o la recreación histórica-tarantiniana Crecy de la famosa batalla- plantea una pregunta alternativa: ¿podría un formato alternativo haber marcado el cómic americano? 48 frente a 24 páginas, lomo frente a grapa, autoconclusivo frente a serializado y, sobre todo, con temas y géneros infinitos frente a la hegemonía del superhéroe.

Libre de seguir al pie de la letra los cánones de este o aquel género, esta es fácilmente la mejor de todas las de la línea y una de las mejores que ha dado el escritor en los últimos años. En gran parte el mérito pertenece al dibujante Marek Olecksicki: atmosférico, ominoso, crepuscular, excelente en la ambientación y en la expresividad de los personajes. Al fin un dibujante que logra apartarse del estilo de la casa de la editorial Avatar, limpio y detallista, pero no recargado y excesivo. Sin disimular las carencias técnicas con una erupción de cristalitos, arrugas de la cara y mechones de pelo. Algo falto de un estilo más personal, pero muy prometedor, y en perfecta sintonía con el guión.

De lo que podía haber sido un entretenimiento breve o un curioso experimento técnico, acabamos con una gran historia. Y si os pica la curiosidad, no está editado en España, pero Internet proveerá.

domingo, enero 24, 2010

Sí que hace frío, y qué?

Esto intenta ser científico, así que escribiré con frases cortas. Hace frío. Estamos en invierno, sí, pero hace frío. Y ha hecho más hace un par de semanas. Nevadas, temperaturas bajo cero (-20º en Reinosa, algo menos en el pueblo de mi padre, que está monte arriba), ahora lluvia, los pantanos llenos, etc. Parece que, salvo alguna inundación, las cosas van bastante bien. Y ya volvemos con lo mismo. Que no hay cambio climático. Que estos científicos interesados no tienen ni idea, con este frío y hablándonos del calentamiento global. Primero voy a irme al extremo derecho:

El Watergate climático: la farsa del calentamiento global, al descubierto

Un miembro del IPCC destapa la "gran mentira" del cambio climático


¿Consenso? 150 científicos niegan la teoría del cambio climático del IPCC


Todos son titulares de Libertad Digital; no es representativo, lo sé, pero aunque le restemos el porcentaje de exageración correspondiente, es suficiente para generar dudas, no? Vamos un poco más al centro, ahora, y cruzando el Atlántico para ver un poco mejor el bosque:

From a total of 3,543 articles, we examined a random sample of 636 articles. Our results showed that the majority of these stories were, in fact, structured on the journalistic norm of balanced reporting, giving the impression that the scientific community was embroiled in a rip-roaring debate on whether or not humans were contributing to global warming. More specifically, we discovered that:

• 53 percent of the articles gave roughly equal attention to the views that humans contribute to global warming and that climate change is exclusively the result of natural fluctuations.

• 35 percent emphasized the role of humans while presenting both sides of the debate, which more accurately reflects scientific thinking about global warming.

• 6 percent emphasized doubts about the claim that human-caused global warming exists, while another 6 percent only included the predominant scientific view that humans are contributing to Earth's temperature increases.

Fuente: http://www.fair.org/index.php?page=1978 Fairness an accuracy in reporting, November 2004

El artículo completo viene a decir, grosso modo, que en los medios abunda cada vez más una visión “igualitaria”, en la que se exponen por igual dos supuestos puntos de vista igualmente científicos, que existe el cambio climático y es causado (muy probablemente) por el hombre, y más o menos lo que sería lo contrario (que no existe, o que sí pero no tiene nada que ver con el efecto de la humanidad). No sé a vosotros, pero a mi me recuerda un poco al debate Creacionismo-Evolución, la verdad. Es quizá lo de menos, pero por empezar por lo último, podéis echar un ojo a este estudio.

Bueno, vamos al meollo. Mis conocimientos científicos no están directamente relacionados con el tema que nos ocupa, así que no puedo hablar con demasiado conocimiento de causa. Por tanto, he hecho lo que hago siempre que me interesa un tema y quiero aprender sobre él: ir a fuentes fiables que sepan mucho más que yo. Y, reconózcolo, la NASA (Nacional Aeronautics and Space Administration) es uno de mis favoritos. No sé si sus expertos pueden competir con los tertulianos de LD, pero allá voy. Por cierto, no hablamos de datos científicos obtusos que solo entienden unas pocas personas y de los que se pueden extraer tanto una conclusión como la contraria, como ya veréis. Lo único que voy a hacer es copiar y pegar traducido lo que hay en su página acerca del cambio climático, cosa que podría hacer un chimpancé con ligeras nociones de inglés.

El nivel del mar

Las gráficas muestran datos históricos sobre el nivel del mar. Son niveles medios obtenidos mediante mediciones sobre el alcance de las mareas (la de la izquierda) y con instrumentación satelital (la de la derecha). En principio, el incremento del nivel del mar está relacionado con el incremento de temperatura del planeta y el derretimiento de grandes masas de hielo.


No soy ningún experto, pero parece que está aumentando.

Hielo en el Ártico

La capa de hielo en el ártico alcanza su mínimo cada Septiembre. La gráfica de la izquierda muestra datos obtenidos vía satélite. La de la derecha muestra la última extensión mínima de hielo detectada (sobre la media).


No soy ningún experto, pero parece que está disminuyendo.

Concentración de CO2 en la atmósfera

El CO2 se considera uno de los principales gases que causan el efecto invernadero y que por tanto pueden contribuir a calentar el planeta. La primera gráfica muestra los niveles históricos de CO2, mientras que la segunda muestra datos recientes corregidos para eliminar las variaciones bruscas estacionales.


No soy ningún experto, pero parece que está aumentando.

Temperatura media global

La gráfica siguiente muestra datos obtenidos de la temperatura de superficie terrestre y marina entre 1850 (cuando empiezan más o menos los registros climáticos, los que haya de años anteriores han sido indirectamente deducidos de otras medidas) y 2008.


No soy ningún experto, pero parece que está aumentando.

Capa de Ozono

La primera figura muestra la concentración de ozono encima de la Antártida. Hay bastantes evidencias de que el agujero ha ido disminuyendo en respuesta al protocolo de Montreal de 1987, en el que se prohibieron bastantes gases muy dañinos para la capa de ozono. En la segunda gráfica veis datos históricos correlacionados entre la concentración de los famosos CFCs (y creo que algunos otros derivados del cloro) y el agujero.



No soy ningún experto, pero parece que aumentó considerablemente hasta el protocolo, y luego comenzó a disminuir.

Tenéis datos para aburrir en la página. No quiero entrar a valorar las consecuencias, sólo exponer la realidad de la que tanta gente desinformada, espero que sin mala intención, está dudando ahora mismo. La evidencia científica es abrumadora. Como he leído en alguna parte, en comparación solamente existe más consenso científico sobre las leyes de la termodinámica. Que el cambio existe es innegable, por mucho frío que haga estos días. Que, al menos una gran parte, es antropogénico, no puede ser empíricamente comprobado de manera directa, pero es evidente: todos los incrementos coinciden con el comienzo de la era industrial. No vale creer en la ciencia cuando nos interesa, y desprestigiarla cuando dice cosas que nos incomodan. La NASA no es de izquierdas ni de derechas. Esto es serio, así que basta ya de tonterías. Basta ya de politizar la ciencia. Basta ya de opinar sin datos, de decir falsedades y de generar falsos debates. Basta ya con este tema. De verdad.

Casi todos los datos los podéis encontrar en http://climate.nasa.gov/

miércoles, enero 20, 2010

El monte es suyo (y se lo folla cuando quiere)

Venía sintiendo yo ganas de subir al monte desde hacía tiempo, una manía que no se me quita con los años y que ya me ha llevado otras veces a arrastrar a inocentes urbanitas hasta campas verdes rodeadas de rocas, arroyos y poco más. Todavía hoy me lo recuerdan.

Por aquí poco monte hay, así que nos tenemos que ir hasta la sierra de Grazalema, en la provincia de Cádiz, a escasa hora y media en coche desde Sevilla. Olé. Lo tenía todo preparado: mochila, bocadillos, frutos secos, chocolate, té, una botella de agua, dos barritas de cereales y mi nueva y flamante guía: Andar por el macizo de Grazalema II. El libro lo firma un tal Luis Gilpérez Fraile, y a tenor de lo encontrado en una búsqueda rápida, este tipo es un mito anti-taurino en la tierra de los toros. La guía en sí no está mal, pero los comentarios que suelta de vez en cuando no tienen desperdicio (del palo “este libro NO está dedicado a: los que se arrogan derechos sobre la naturaleza porque se creen superiores”), pero eso es otra historia que habrá que contar en otro momento. Sigamos.



A las once estábamos en la plaza del pueblo del que partíamos, Benamahoma, pueblo que pertenece a la ruta de los pueblos blancos. Nos disponíamos a realizar la ruta número 24 del libro, De Benamahoma a la laguna del Perezoso, así que comencé la lectura (sí, yo soy el pesao ese que va de listillo en los viajes en grupo, leyendo las guías que todo el mundo tiene pero nadie quiere leer): “El camino comienza al igual que lo explicado en la ruta 22.”

Tres páginas más atrás leí: “Partimos de Benamahoma, cogiendo el mismo itinerario que en el camino 21.” Ya te estás cachondeando de mí, Luis Gilpérez Fraile, y todavía no hemos empezado. Pero por fin, la ruta 21 me decía: “Nuestra ascensión comienza pues en Benamahoma, cruzando el Majaceite por el puente que existe junto a la depuradora y subiendo por la pista del cortijo de la Breña. En cuanto cruzamos el portillo de la alambrada (segundo cruce a la derecha y primero a la izquierda), tomamos de nuevo a la izquierda, en dirección al repetidor de TV.”

Como os podréis imaginar, encontrar la pista de subida me costó tres cuartos de hora, mojarme los pantalones hasta el huevo derecho, y perder la débil credibilidad que hasta entonces mantenía ante mis dos acompañantes. Una vez encontrada la pista de subida, abrimos una cancela para ganado con un cartel que decía “Peligro, Ganado Salvaje” y comenzamos a subir rodeando un cerro. Tres cuartos de hora después, con el corazón en la boca y hasta las narices de subir por una pista de tierra sin rastro de ganado peligroso, ni ver nada monte ni nada de nada, ya no se reían tanto. Entonces, algo ocurrió.

Se nos acercó un todo terreno de esos que hacen ahora que no son todo terrenos, verde, grande como él sólo, ocupando toda la pista y el conductor, puro en mano derecha, codo izquierdo apoyado en el marco de la ventanilla, cincuentón. Antes de que abriera la boca, cogimos aire suficiente para preguntarle:

- Buenas, ¿por aquí se llega a la laguna del perezoso? –pero el tipo iba a su rollo.
- No podéis estar aquí, esto es una finca privada. Aquí hay ganado salvaje y se caza. Se dan tiros. Hay cazadores por ahí dando tiros. Hoy igual no, pero otros días se dan tiros. Y eso es peligroso.
- Ya.
- Ya me he encontrado antes con otra gente y les he dicho lo mismo, no podéis estar aquí. Sí que es el camino a la laguna, pero es que es una zona privada, no podéis estar. Hay ganado salvaje y tiros. Es peligroso. Los tiros sobretodo.
- Vale. Bueno, perdón. Hasta luego –cabezas gachas y giro sobre los talones.
- Venga, adiós.

Antes de desandar lo andado definitivamente, lancé una mirada arriba, al cerro que bordeábamos, y me pregunté si el monte también sería suyo. Me reí para mis adentros.

Según bajábamos, el cabreo nos subía. ¿Cómo va a ser un monte de un tío? Es un monte, no puede ser de nadie. Ah, y se me olvidaba. Es un monte que está dentro del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, Reserva de la Biosfera según la UNESCO. ¿Cómo va a financiar la UNESCO fincas de caza de señoritos? Pero había que tener paciencia, todas nuestras preguntas iban a encontrar respuesta en el Centro de Recepción de Visitantes del Parque.

Tras horas más tarde, mirando a los ojos de la chica del Centro de Recepción de Visitantes le pregunto:

- Verás, nos ha pasado una cosa muy rara. Íbamos caminando por la pista que lleva a la laguna del Perezoso, tal y como recoge esta guía de senderismo, y un señor nos ha dicho que eso era propiedad privada y que ahí no podíamos estar, ¿es posible?
- Sí.

Quince incómodos segundos después, la mujer decidió completar su respuesta:

- En el parque hay zonas que son privadas, y zonas que no –razonó.
- ¡Pero si es el monte! –protesté yo.
- Ya, pero es así.
- Y, ¿no hay manera de entrar? ¿Pidiendo permiso? ¿En ciertas temporadas del año? ¿Con servidumbre de paso?
- Si los propietarios no quieren, no.
- Pero entonces, ¿el monte es suyo?
- Me temo que sí.

Volví a girar sobre mis talones por segunda vez en el día, con la derrota pintada en la cara.

¿Derrotado por completo? No lo creo. Tengo aquí a mi lado, entre el portátil y la guía para Andar por el Macizo de Grazalema II, de Luis Gilpérez Fraile, el teléfono de la Oficina de Información del Parque, la Legislación vigente (gracias Luis Gilpérez, por tus estupendos anexos), y la página de la UNESCO en mi lista de favoritos.

Espero que esto sea un To be continued… en toda regla.

miércoles, enero 13, 2010

Mi 2009 musical

¿Repetir algo tres veces en sendos años implica tradición? Probablemente no. Probablemente no sea más que un acto de falta de imaginación, pero también podría ser la semilla de algo, un nuevo ritual que los reptiles podrán celebrar durante decenios, todos unidos en armonía y rodeados de misticismo, esforzándose en no perder ese respeto por las tradiciones de sus ancestros, hasta que la SGAE les haga pagar derechos. Aquí os dejo mi lista de discos anual.

Y este año vuelvo a cambiar el criterio. Desde que Christina Aguilera sacó un disco llamado Back to Basics, en el que se dedicó a hacer el mismo ridículo de siempre solo que con trompetas, uno tiende a usar la expresión “vuelta a los clásicos” con sumo cuidado. En el 2009 he seguido desconectado de la gran mayoría de novedades musicales que se han publicado, y he decidido no arriesgarme con los nuevos discos que iba escuchando. Algunos los he recuperado, pero la gran mayoría estaban ahí y yo no les había prestado atención. Por lo tanto este año la lista no pretende enseñaros nada que no conocierais, sino que más bien viene a refrendar lo que cualquier lista de los 100 imprescindibles, los 200 inolvidables, los 500 mejores o los 1001 que tienes que escuchar antes de morir os contaría.

Roxy Music – For your pleasure, 1973
El segundo álbum grabado por Roxy Music, y el último en el que participó Brian Eno. Destaca el Do the Strand que inspiró a ROGELIO a cometer actos extremos. Ya era hora de escuchar algo de Glam que no fuera Bowie; también escuché el Electric Warrior de T-Rex, pero en principio me quedo con éste.

George Gershwin – American in Paris / Rhapsody in Blue, 1924
Berto podrá decir más y con mayor juicio que yo, pero las composiciones de Gershwin, combinando la música clásica y el jazz, son uno de los mayores hitos de la música sinfónica en el s.XX. Al margen de que Gershwin sea uno de principales culpables de que las bandas sonoras de películas suenen hoy en día como lo hacen, el sólo de clarinete con el que arranca Rhapsody in Blue es inconfundible.

Bob Dylan – Highway 61 Revisited, 1965
El primer álbum de Dylan, grabado por completo con banda de rock (en el anterior, Bringing It All Back Home, una cara era folk). Arranca con Like a Rolling Stone, lo que ya justifica el disco, pero luego no cede ni un poquito. A mí siempre me ha costado ponerme a escuchar a Dylan en serio, no sé bien por qué, puede que sea por lo extenso de su discografía, pero este disco es, desde luego, de los que no me podía perder.

Joao Gilberto – Chega de Saudade, 1959
En 1958, Joao Gilberto grabó un tema de Vinicius de Moraes y Tom Jobim llamado Chega de Saudade. Ahí empezó la bossa nova, dicen. Este disco es algo así como el primer álbum de ese estilo de música tan agradable que puso a Brasil en el punto de mira musical de todo el mundo, y todavía no ha sido superado. Difícil lo tienen.

Wilco – Summer Teeth, 1999
El tercer disco de Wilco. Yo nunca había pasado del Yankee Hotel Foxtrot, así que este año me propuse escuchar qué habían hecho antes, y me encontré con esto. Vale, el A Ghost is Born es más completo, pero este disco lo firmaría cualquier banda que se precie. No perderse A shot in the arm.

Simon & Garfunkel – Bookends, 1968
Un disco que tiene Mrs. Robinson no puede estar mal. Corrijo. Un disco que tiene esa canción tiene que ser un discazo, aunque sea de Simon & Garfunkel. Por mucho que resulten un poco ñoños, y por mucho que los Beatles y los Beach Boys y Bob Dylan ya hubiesen hecho cosas parecidas antes, este disco no deja de ser una gozada.

Radiohead – In Rainbows, 2007
El más reciente de todos los discos. También el último de Radiohead hasta la fecha, y el que yo más he disfrutado. Este es otro grupo al que llegué tarde, y probablemente In Rainbows fue el primer disco que disfruté de ellos según salió, y no a tiempo pasado. Weird Fishes/Arpeggi es una canción para escuchar en Repeat1 sin miedo, pero el resto del disco en general, extremadamente cuidado, es de lo mejorcito que ha salido de las islas en este siglo XXI.

The Smiths – Meat is Murder, 1985
A la segunda escucha del disco que sacó este año Morrisey, el Years of Refusal, me dije a mí mismo: ¿qué coño hago escuchando a este tipo si todavía no he escuchado The Smiths a fondo? Y así llegué al Meat is Murder, y más tarde a esta versión de Radiohead del Headmaster Ritual, canción que abre el disco. La verdad que daría igual qué disco de los de Manchester elegir, cualquiera está a la altura de cualquier recomendación, pero yo elijo quedarme con este. O no.

Neil Young – Harvest, 1972
El mayor éxito de ventas del canadiense Young. Lo grabó tras haber reñido con Crosby, Stills y Nash y dejar el grupo (Crosby, Stills, Nash & Young). Se juntó con unos cuantos músicos de country, y grabó este discazo en Nashville. El vinilo está en mi casa, y no sé bien por qué, no lo escuché hasta este año. Obviamente, flipé.
Ahora tengo pendiente escarbar más en la discografía de este incombustible dinosaurio.

Leonard Cohen – Songs of Leonard Cohen, 1968
Y por fin, el tío al que más he escuchado este año con diferencia. Antes sólo conocía algunas canciones sueltas, las míticas, pero para prepararme bien el concierto que dio en Granada y del que ya hablé en su día en cierto sentido, me bajé sus primeros discos (Songs of, Songs from a room, Songs of love and hate y New skin for the old ceremony) además del I’m your man, excesivamente ochentero para mi gusto. De nuevo, podría haber elegido cualquier disco, pero Suzanne, So long, Marianne, The Stranger Song o Master Song bien justifican toda una carrera musical. Larga vida a los cantautores canadienses, oiga.