sábado, diciembre 31, 2011

Discos de modernos: Wilco - A Ghost is Born

Hay modernos y modernos, como de todo en esta vida. Uno puede caer en el error de pensar que cualquier tipejo con camiseta a rayas y gafas de pasta es un moderno y ya está, ya sé todo lo que hay que saber sobre el tema. Pero si uno piensa así se equivoca.

Así que hoy vamos a conocer una clase muy concreta: el moderno pureta, o moderno superior.

Como ya sabemos todos (o deberíamos), el primer rasgo distintivo de un moderno, al margen de las gafas y otros adornos corporales varios, es que reniega de su propia condición de moderno y se defiende a capa y espada a grito de “dios, ¡como odio a esos modernos!”, como si la cosa no fuera con él, o el fuera distinto, o incluso mejor. Hay muchas variantes de este tipo de desprecio, y una de mis favoritas es la indiferencia. La indiferencia, amigos, es el arma más poderosa del moderno. Mucho más que una expresión vehemente o que un dedo señalando con odio y tensión, la indiferencia, ese leve gesto de la cabeza, entre un “no” y un “sí” pero que se queda en un sencillo cabeceo hacia un lado, como apartando la mirada, duele mucho más que el común “yo ya los conocía antes de que fueran famosos”. Probadlo, amigos, probad la superioridad que concede la indiferencia.

¿Y quiénes la practican mejor? Pues los que no se visten de indiferencia, sino los que son auténticamente indiferentes a todo aquello que les rodea. Y en este mundillo, amigos, esta casta superior la representan los modernos puretas. Han sido y son modernos, como cualquier otro, así que definitivamente es el “pureta” del término, el que marca la diferencia. Y es que no hay nada tan envidiable en el mundo que habitamos, que poder decir eso de “cualquier tiempo pasado fue mejor, y yo lo viví”; y claro, para esto, la edad siempre es un grado.

Nadie te puede pintar mejor la cara en una sociedad moderna que aquel que ha visto a David Bowie en concierto y encima te lo dice sin darse importancia, como si no supiera que ya es remotamente imposible igualar semejante gesta. Llevándolo a un extremo radical, un moderno sólo puede hincar la rodilla en el suelo ante alguien que promete haber pisado Woodstock en el ‘69, haber visto a Lou Reed tocando hasta arriba de heroína en su mítico concierto de Madrid (creo que duró 2 minutos antes de desvanecerse) o haber estado a menos de doscientos metros de Brian Jones en un concierto. Digo que lo llevo a un extremo radical porque modernos con este currículum es muy probable que se traten de modernos retirados, pero de todo podemos ver en este mundo. La experiencia es un grado, dicen ellos.

¿Y qué pinta Wilco en todo esto? Pues ahora lo vemos. It’s Download time baby!


A pesar de toda la parrafada anterior Wilco es un grupo actual, y todo el que tenga un mínimo de ganas de verlos en concierto puede hacerlo, ya que han venido y con seguridad vendrán más veces a este territorio patrio nuestro (tendría que buscar el post en el que iba a comentar el concierto en el que los vi, pero me da pereza). ¿Y entonces, de qué va esto? Pues de que para llegar a Wilco hay que esperar unos años de vida moderna. Y normalmente esos años suelen llegarle a uno a la edad pureta. ¿Y por qué? Pues porque el moderno jovencito, el que da sus primeros pasos, suele tirar por el moderneo hype (Alaaaaa), y para esto me remito a wordreference: promoción exagerada, bombo.

Por definición, el más estándar de los chavales modernillos obedecerá a la NME, a las listas de Pitchfork, o al jenesaispop (dios nos coja confesados). ¿Y Wilco por qué no pasta por aquí? Pues, según una teoría puramente personal, porque estos tipos pasan de hacerse fotos poniendo cara de “estoy cansado de follar, y además tengo resaca”. Aunque claro, también puede ser porque no tengan canciones pegadizas de tres minutos. Su estilo es otro.

Jeff Tweedy y compañía se destacan por tener una instrumentación sobresaliente, por tener dos guitarristas cojonudos (el propio Tweedy y Nels Cline), por adentrarse en el country hasta oler la paja y ponerse el sombrero de ala ancha, por darle a las drogas pero para mal (estos no molan, como los planetas –punto 8 de la entrevista-, esta gente lo pasa mal y tiene depresiones y canta sobre ello y esto claro, no vende) y reflejarlo en sus letras y, si no lo he dicho ya, por tener dos guitarristas cojonudos.

Aunque haya elegido A Ghost Is Born, la crítica parece alabar más otros discos de la banda como el Being There, el Summerteeth o el Yankee Hotel Foxtrot, pero hay dos piezas en este, que son el “At least that’s what you said” y el “Spiders (Kidsmoke)”, que me parecen terriblemente conmovedoras y no precisamente por las letras o el tono de las mismas. Es esa guitarra la que marca la diferencia, esa guitarra que te pide paciencia para que la escuches detenidamente, sin prisa, que te absorbe y te abstrae de todo lo que te rodea y sobre todo te permite olvidarte de esos chavalitos que brincan como energúmenos delante de ti. ¿Modernos, dices? ¿Dónde? Ni me había fijado que andaban por aquí. ¿Que nos estaban llamando puretas? Bah, tanto da. Déjalos, son chiquillos…

viernes, diciembre 23, 2011

Virtua Verona



Dos hombres entran en un bar, debe ser invierno porque los dos llevan abrigo, bufanda y guantes. El camarero les indica con un gesto de la mano y un idioma ajeno (probablemente italiano) que se pueden sentar en cualquier mesa libre. Todas las mesas del bar excepto una están libres. Habla uno.

- ¿Te apetece un cocktail?
- Sí, por qué no.
- Aquí es muy normal tomarse uno a la hora del aperitivo. Pruébalo. Pediré dos americanos. ¿Lo has probado? Pues es esto.
- Camarero, pónganos dos americanos.
- Bueno, ¿qué tal por aquí? Verona no tiene mala pinta, ¿eh?
- Pues ya ves, no está nada mal, a la ciudad me refiero. Es bonita y eso, el aire decadente, los antiguos palacios, las calles peatonales, el río…
- Sí, sí, no está mal. ¿Te apetece que demos un paseo y te enseño la ciudad?
- Nah, déjalo, mejor nos quedamos aquí, me lo cuentas, y de paso te pides otros dos cocktails de esos.
- OK. ¡Camarero!




- Pues esto es Verona. Un poco fría para mi gusto, pero las plazas, llenas de puestos de los mercados de Navidad tienen su encanto. Ahí están las calles llenas de tiendas de marca, las plazas con antiguos palacios, el río, el castillo, y la arena...
- ¿La arena? Eso tiene buena pinta
- Sí, sí. Mira si quieres te hago una foto con ella. Además ahora le han puesto una estrella navideña muy bonita.
- ¿Desde aquí se puede? Está bien, ¡tira foto!




- Eh, ¿quieres otra copa? ¿Si? ¡Camarero, dos americanos!
- En fin, lo que te decía, si lo piensas bien, hay tres tipos de amistades:
     - Las amistades de la infancia, que son aquellas que se alimentan únicamente de experiencias comunes vividas en la infancia.
     - Las amistades circunstanciales, que son las que vamos teniendo a lo largo de la vida, en distintas etapas, y que se deben a unos intereses comunes (el trabajo, un cierto deporte, unas clases…)
     - Las amistades “de toda la vida”, que se deben a la suma de las dos anteriores; se basan en una infancia común, pero se siguen alimentando con nuevas experiencias a lo largo de los años. ¿No te parece?
- Sí, por qué no…
- Camarero, otros dos americanos.

Aparece el camarero con una bandeja de queso y salami.

- Aquí les traigo sus dos americanos y el variado de formaggi y salumi que han pedido.
- ¿Eso hemos pedido?
- Mmm... sí... ¿por qué no?

- Bueno pues lo que te iba diciendo. Todo esto de las amistades para toda la vida se basan en el generador de anécdotas. Si con los años, no se van generando nuevas anécdotas, una relación corre el riesgo irrevocable de caer en las amistades de la infancia, o del pasado si se quiere.
- Ya, puede ser. Eh, toma. He pedido otros dos americanos de la que fui al baño. Sí, puede que tengas razón. Pero entonces, ¿qué anécdota crees que hemos creado en esta ocasión?
- Buena pregunta... pide otros dos americanos y deja que lo piense.

La última copa se la toman en silencio. Descansan un rato hasta que uno de los dos retoma la palabra.

- Oye, que me tengo que volver. A mi casa, digo.
- Ya, yo también.
- Creo que se ha terminado la Virtua Verona.
- ¿Si? ¿Tan pronto?
- Eso parece, llevamos tres días sentados en este bar. Siento como si hubiera visto Verona, Bolonia, como si hubiera entrado en la arena y hubiera subido a la torre; tengo la sensación de haber estado en un montón de bares y de haber hablado durante tres días seguidos sin parar, pero la realidad es esta, ni nos hemos movido de este bar, ni hemos dejado de pedir americanos. Creo que me duele la barriga.
- Así es la vida, qué se le va a hacer. Uno no se da cuenta de haber empezado algo cuando ya se ha terminado, pero así es la vida. De todas formas esto no tiene por qué estar mal. Ahí quedarán los recuerdos. Llámalo como quieras. Llámalo Virtua Warszawa, o Virtua Berlinale, o Virtua Verona. El caso es que lo escribas con /b/. Eso es todo lo que cuenta.
- Amén.

Apuran la copa, se ponen las bufandas, los abrigos y los guantes y salen del bar tres días después de haber entrado. Una vez fuera, la cámara por fin enfoca a los dos hombres.



Viva la vita, baby.

miércoles, diciembre 14, 2011

Discos de modernos: The Strokes - Is This It

Aquí pudo haber empezado todo. Es cierto que en realidad el problema comenzó cuando tenía un año y sólo dejaba de llorar cuando ponían música en la radio del coche, o incluso antes cuando mi madre, embarazada de mí, decía que yo me tranquilizaba con radio clásica. Qué tierno. Pero desde luego, este fue un punto de inflexión.

Dicen que con tres años me gustaba el disco de “Al Alba”, con seis recuerdo que mi padre ponía por las mañanas a The Police y a Dire Straits, y con nueve no olvido el día que el Queen – Greatest Hits II entró en mi casa. Terrible. Luego me convertí en teenager, y llegaron los discos de Blur, Oasis, Beck, Moloko… En fin, los primeros grupos que yo conocía y mis padres no, porque de eso va ser adolescente y yo ya me estoy haciendo la picha un lío veinte años después.


A donde iba: La primera vez que escuché el Is This It, no supe cuál era el single. Fue el primer disco que, de principio a fin, todo me parecieron temazos. Después tampoco me ha pasado muchas veces, no llega a la media docena, pero este fue el primer disco en el que realmente creía que estaba “descubriendo” algo, y por descubrir me refiero a escucharlo antes que la media de la gente de mi entorno, antes de que los medios de comunicación patrios se hicieran eco de él, etc. etc.

The Strokes eran unos niños bien de Nueva York. Que si mi padre era un músico famoso en los setenta, que si el mío tiene una agencia de modelos, que si nos conocimos en el lycée de Nueva York, que si estudiamos en Suiza, que nos mudamos al Soho y que vamos a sacar un disco, que es en realidad lo que nos mola.

¿Y qué sacaron? Pues un disco como los de toda la vida. Para qué inventar cosas nuevas cuando con una batería, un par de guitarras, un bajo y un cantante tenemos suficiente. Para qué seguir las modas, para qué tratar de innovar, cuando en los setenta hacían un música del copón. Y con todo esto triunfaron.

Doce cortes breves, de los que ninguno llega a los cuatro minutos. Mucha batería, unos riffs de guitarra ultra pegadizos, una voz ronca como la que te gustaría tener, y unas letras sobre jóvenes que salen de copas… ligan… toman más copas… la dura vida, vamos. Hasta que empieza otra canción y otra vez la guitarra te mueve los pies, como si tuvieras los cordones enganchados en la mano del bueno de Hammond Jr. y simplemente no pudieras evitar seguir el ritmo. Doce temazos, ¿lo he dicho?

Is This It no es exactamente un disco de rock de los ’70, pero suena más a eso que a ninguna otra cosa. Ecos de Television y de la Velvet Underground, un disco que encajaba mejor con el post-punk de finales de aquella década (Pretenders, Blondie, The Stooges…) que con su época. Lo que ocurrió con este disco es Historia del moderneo del s.XXI, y es que los Strokes marcaron tendencias. En los siguientes años de la década, el revival del post-punk fue brutal (Interpol, Maximo Park, Razorlight, The Hives, Jet, BRMC, The Futureheads, Franz Ferdinand, Arctic Monkeys…), copó todas las listas de música alternativa, y hasta consiguió que muchos grupos extintos hacía más de veinte años, volvieran a tocar. La NME, tras ver cómo perdían fuelle Oasis y el Brit Pop, encontró en los neoyorquinos a sus nuevos mesías. Daba comienzo una nueva década musical. Y yo, me convertí en un moderno.

miércoles, diciembre 07, 2011

Reflexión sobre el arte

Como decía un antiguo amigo mío (Toñín creo que se llamaba), el arte es morirse de frío; aquí en Boulder, CO, también podría definirse como salir a la calle o, si eres un poco masoquista, ir a la montaña en pleno Otoñierno. Ayer hacía -16 cuando llegué a casa, y no, no es muy agradable (más que nada porque se pasa todo el puto día en negativo). Bueno, a lo que iba. Cuando hace un frío de cojones pues aquí la gente que creéis que hace:

1) quedarse en casa tomando chocolate caliente, viendo pelis y meneándosela.

2) Salir a correr a las 7 de la mañana.

3) Ir a la montaña a ver si hace más frío todavía.

Pues sí, como habréis adivinado porque sois muy listos y no tendría mucho sentido hacer un post con fotos mías machacándomela todo el día mientras bebo cola cao calentito, los oriundos de Boulder escogen una combinación lineal de las opciones 2 y 3. Y yo, como no voy a ser menos que estos gilipollas, pues hago lo mismo; a mi me van a toser estos mierdas.

Con estos mimbres el sábado pasado a las 8 de la mañana nos encontramos en un parking céntrico de Boulder. Equipamiento fundamental:

1) raquetas de nieve
2) botas buenas, polainas y ropa impermeables
3) bolsas para que no se calen los pies
4) guantes buenos

De todas estas cosas solo me presento con la primera. Menos mal que alguien me deja las bolsas y las polainas. Y esta pinta de capullo tengo con ellas y con las raquetas del equivalente al rastro pero en Boulder.


Bien, una vez completada la fase de planificación, empieza lo duro. Lo primero: llegar hasta allí. Y la verdad que no parece obvio; es más, parece físicamente imposible a la vista de las carreteras y el camino que lleva hasta el Trailhead. Pero la tracción 4 ruedas y la temeridad de los conductores hace milagros.



Y empezamos a andar. Hace un frío de cojones, los pies y las manos congeladas, aproximadamente -15 grados de continuo. Pero recuerdo aquella teoría de que el frío es psicológico, y me empieza a dar verguenza quejarme. Os preguntaréis por qué; basicamente porque el hijo de 9 meses de uno de los compañeros del laboratorio no lo hacía.



Eso es amor a la montaña e inconsciencia a partes iguales. Ole tus huevos. Aquí el guía del asunto: lo mismo te plancha un huevo que te fríe una camisa, le da igual una hora que diez, correr que nadar, en fin una autentica bestia. Y un compañero ideal para cualquier actividad física (jódete Hek!).



Y aquí la última panorámica para que aprecieis la belleza del bosque, el metro de nieve que había, el perro que no puede faltar y el gañán gijonés pensando "¿qué coño hago yo aquí?".


Ale, después de esta pijada aquí os dejo un poco de carnaza.

domingo, diciembre 04, 2011

Discos de modernos: The National - Boxer

Recuerdo perfectamente cuándo aparecieron The National en mi vida. Era 2005, volvía de Glasgow y era el dueño de medio mundo, justo hasta donde alcanzaba mi vista. Volvía de un año de conciertos, de bares a reventar de escoceses hambrientos de pintas y música, y con una maleta llena de mp3 bajo el brazo. El año anterior fue testigo, probablemente, de la mejor cosecha que ha dado la música alternativa en los últimos veinte años (y más atrás no me meto porque la memoria no me alcanza), y yo lo había disfrutado en una de las capitales culturales de Europa, parada de todos los grupos que se precien. Sin embargo, a estos me los había saltado.

“Preparábamos” el Festival de Paredes de Coura, en Agosto, y alguien me pasó un cd de esta gente, se llamaba Alligator y era una de las novedades del año. Antes del festival no lo llegué a escuchar entero ni una vez, y en los días que pasamos en Portugal fue uno de los pocos conciertos que me perdí. Recuerdo que llegué a la última canción (era el primer grupo de la tarde) y una quemazón me recorrió el cuerpo, me gustó y me habría gustado escuchar el resto. Durante el resto del verano y el otoño siguientes, aquel Alligator se convirtió en uno de mis habituales, pero la oportunidad de verlos en concierto había pasado. Hasta hoy no he vuelto a toparme con ellos.

Dos años después, en 2007, sacaron el que yo creía que era su segundo disco, Boxer. En realidad no era el segundo sino el cuarto. Los dos primeros discos fueron bien recibidos en su Nueva Jersey adoptiva (son de Ohio) y en EEUU en general, pero a mis oídos no llegaron todavía. El caso es que con Boxer repitieron el éxito de crítica que habían tenido con el anterior, y además llegaron a mucho más público. Su trayectoria, si bien no está siendo fulgurante, ha dado constantes pasos hacia el estrellato, a mi juicio hasta su último álbum, titulado High Violet, que se me hace un tanto aburrido. No obstante, sus ventas no hacen más que subir con cada nuevo LP y hoy en día tienen un sitio prominente en el Olimpo de la música alternativa.


Escojo Boxer en lugar de Alligator porque me parece un disco más sosegado y más maduro, en el sentido de que me resulta un disco más homogéneo, más regular, como si por fin hubieran dado con la tecla adecuada, aunque eso no quita que ambos sean dos discazos muy recomendables. Alligator tiene cortes más roqueros que Boxer, que es un tanto más sobrio. Llaman la atención las orquestaciones de viento y cuerda, la voz de su cantante, Matt Berninger, con ese tono cálido tan característico, y las poderosas melodías, muy penetrantes. ¿Y a qué suenan? Pues ahí está lo grande de este disco para mí, y es que es uno de los más evocadores que jamás he escuchado The National consiguen despertarme sentimientos muy alejados de lo musical, y me resulta más fácil hablar del disco usando adjetivos que poco parecen tener que ver con la música. Boxer me suena a otoño, a tardes lluviosas, a un tipo con gabardina y bufanda, y a un bar con sofás de piel, cócteles y música de jazz de fondo. Es un disco de lo más “cool” que haya dado la música alternativa; su música es profunda, y merece ser escuchada detenidamente. No se debe malgastar en tontos bailoteos ni ponerse de fondo en el coche. Se debe disfrutar con paciencia y atención, y sólo así uno conseguirá apreciar esas notas dulces que emergen bajo la superficie de melancolía… ¡Coño, si es que es un oporto!

martes, noviembre 29, 2011

VBRL3. The end.

Si la temporada de F1 ha sido la historia de un monopolio y de un dominio absoluto por parte del joven Vettel (jódete Lobato, el bicampeonato, otro récord menos...), la historia de la VBRL ha sido bien distinta.

Historia de dos bicampeonatos.

Así es, el mundo del motor está de enhorabuena, y es que dos han sido los campeones coronados este año por segunda vez consecutiva. El primero, como ya hemos dicho, ha sido Sebastian Vettel. El mejor diseñador de coches, el mejor presupuesto y el mejor piloto se han juntado para ganar un mundial con una autoridad a la que sólo el aburrido Schumacher nos tenía acostumbrados. Y es que este invierno la FIA tiene deberes si no quiere sumirnos a todos los espectadores en el 2012 en un nuevo monólogo aplastante del triunvirato. Veremos.

Un momento, ¿y el otro bicampeón? A eso íbamos, precisamente a eso.

Clasificación

 
Las cifras no engañan, señores. Aunque por un estrecho margen de 7,5 puntos, el (The Famous dr.Alergia's) Grand Mächaka Powered Engines Orkestar ha logrado su segundo título consecutivo en una muy disputada VBRL3. Si el año pasado su dominio fue aplastante y lideró la clasificación prácticamente desde la primera carrera, este año las cosas han sido más duras para el equipo hispano-turco. Empezó liderando la clasificación durante la primeras cinco carreras, pero por una diferencia casi despreciable. Después, se hundió en la humildad de la mitad de la tabla para resurgir tan sólo a cuatro carreras del final como líder provisional y candidato definitivo a la victoria.

Entre medias, la VBRL3 ha sido la más competida de las tres ediciones, y hasta 4 equipos han disfrutado del honor de ocupar el liderato. Tras la ventaja inicial de Grand Mächaka, fueron el Puzolana y el Red Caesar quienes se disputaron la cabeza durante seis carreras. Más adelante, el F1 Niki Lauda presentó su candidatura a la victoria y lideró rotundamente durante tres carreras, con una ventaja tal que muchos expertos auguraban su victoria.

No obstante, hablar de "liderazgo rotundo" en esta VBRL3 parece algo arriesgado. Tal y como la gráfica siguiente muestra, durante todo la liga los equipos han estado en un puño y en ningún momento se ha identificado un líder claro.


¿Y cómo se decidió el resultado final? Pues, sencillamente, se lo debemos al hombre que hace honor a las sanciones, y es que la MOR de MOR-through no se la pusimos por nada. Si en la última carrera el Puzolanano hubiera asignado el MT a Button, en estos momentos estaríamos celebrando la victoria del F1 Niki Lauda... ¡por medio punto! Tan cerca de la épica y a la vez tan lejos.

Para mayor detalle de la evolución de la VBRL3, la siguiente tabla muestra los resultados completos. Se marca en gris la puntuación previa al MOR-atp (para todos los Grandes Premios excepto para Australia, que por ser el primero no tuvo MOR-atp). Después, se indican en amarillo los resultados que se vieron marcados por esta sanción, y en verde se destaca al vencedor de cada GP.



Victorias

En cuanto a las victorias en Grandes Premios, la tabla también está igualada. El Grand Mächaka y el F1 Niki Lauda han logrado cinco victorias cada uno, y prácticamente todos los equipos han conseguido vencer en alguna carrera este año.



Ya sólo queda felicitar a los vencedores, descorchar el champán y subirlos al podio. El Grand Mächaka es el flamante campeón de la VBRL3, El F1 Niki Lauda Oreja a la Plancha logra por fin subir al podio de una de las ediciones de la VBRL y se hace con la segunda plaza, y el Puzolana Entertainment System se convierte en el único equipo que ha subido al pódium en las tres ediciones, repitiendo la tercera plaza conseguida el año anterior. Enhorabuena a los tres.

Al resto, gracias por participar.















Y este es el fin de la VBRL.

miércoles, noviembre 23, 2011

Discos de modernos: Röyksopp - Melody A.M.

Este post puede deberse a dos motivos bien distintos.

Quizás estoy pasando por uno de esos momentos en los que uno es consciente de que la vida está cambiando. Puede que me haya tenido que volver desde un país lejano, por motivos de trabajo digamos. Un nuevo puesto, una nueva oficina, con un esperanzador futuro en una consultora en la capital patria. Cambio de look, cambio de ropa, dos trajes, cinco camisas, tres corbatas, un par de zapatos y el pelo corto. Adiós a la melena, a la coleta y a mis camisetas favoritas, esas que ni recuerdo desde cuándo las tengo. De primeras irán al fondo del cajón, por si quiero ponérmelas algún fin de semana, pero poco a poco los fines de semana también serán invadidos por mi nueva vida. El nuevo puesto de trabajo traerá nuevos amigos. No amigos como los de toda la vida, pero sí amigos circunstanciales con los que, durante los próximos años, compartiré tanto tiempo que nuestras vidas serán comunes, y nuestros temas de interés también y progresivamente mi vocabulario se irá llenando de chistes privados que mis amigos de antes, los de toda la vida, pasarán por alto sin comprender qué ocurre. Así que los sábados también cambiaré de aires; saldré con camisa y zapatos, a mejores bares (porque la verdad es que los bares a los que solía ir antes ponían unas bebidas indecentes), a esos bares que ponen el gin tonic como dios manda, a esos bares donde apetece sentarse un buen rato a escuchar buena música, y tener conversaciones interesantes, que me interesan a mí, y no esas tonterías que me pasaba el día diciendo con mis amigos de antes. Hay que ver, si ya casi ni me reconozco… cualquiera diría que he madurado.

Pero también puede ser que simplemente carezca de tiempo para escribir un post en condiciones. El trabajo, como siempre, me agota, y bien no me deja tiempo para escribir, o sencillamente mi cerebro sólo tiene capacidad para seguir la bola en un partido de tenis que den por la tele. A finales del verano tomé impulso y traté de escribir una artículo semanal sobre la novela que me había leído la semana anterior, pero me he atascado en literatura judía. Maldita literatura yiddish.

De cualquier manera, sea porque no tengo tiempo para más o porque mi hipotética nueva vida necesita que adapte mis gustos musicales, nunca viene mal hacer acopio de provisiones para el invierno. Así pues, aquí empieza (o no) una colección de discos imprescindibles sobre los que conversar con mis nuevos amigos mientras tomamos gin tonics en bares de moda. O quizás aquí empieza una serie de posts sobre discos que me han impresionado y a los que tarde o temprano siempre acabo volviendo.


Era el año 2001, y la MTV todavía era un canal de vídeos musicales. A ciertas horas de la noche, el canal conseguía dejar de encadenar vídeos de hiphoperos malvados, negras culonas y bailongas, latinos con sombreros de panamá y yankees ñoños cantándole al amor, con la camisa desabrochada, el pecho afeitado y paseando por la playa descalzos al amanecer, mientras su amada se bañaba en el mar, y sufría visibles síntomas de hipotermia, para encadenar un par de horas de música de esa que escuchan los jóvenes de hoy, en los festivales esos a los que se van en verano, que te diré una cosa, yo no me fío un pelo de lo que hagan allí… pero bueno, si son felices allá ellos… en mi época nos divertíamos con mucho menos… A ver, sigo que me lío.

El vídeo en cuestión fue este. Y no le di al botón de repeat porque la televisión no lo tiene, pero recuerdo que el resto de la semana volví a ver el canal a la misma hora sólo por ver si repetían la canción. Era de un grupo llamado Röyksopp, así que debían ser nórdicos como poco, y se llamaba Remind me.

Tengo que conseguir este disco, me dije, y ahí me quedé. En aquella época Napster acaso empezaba a dar sus primeros pasos y el tráfico de música por Internet apenas fluía. Los discos que quería los tenía que comprar, y Tipo (que sorprendentemente sigue viva) no daba para tanto. Así que de momento me quedé sin el disco, y por supuesto lo olvidé.

Años después, alrededor del 2004, la cantidad de discos que empezamos a escuchar semanalmente subió de manera exponencial. Hasta entonces, yo me había limitado a descargarme canciones de la red, pero cuando empezamos a descargarnos discos completos, la cantidad de música nueva que llegaba era desorbitada; resultaba difícil escuchar todo lo que conseguíamos. Nos dedicábamos principalmente a nuevos discos, así que el Melody A.M., que era como se llamaba el primer disco de los noruegos (sí, definitivamente noruegos), no figuraba entre mis inmediatos objetos de deseo. Aún y así, el disco llegó a mi ordenador disimuladamente, y conmigo se ha quedado desde entonces. No es el disco que más he escuchado, ni creo que esté entre los cien que más he escuchado, pero es uno de los más fieles, como ya he dicho.

La música, una vez has aceptado que un cierto disco o artista te gusta, se te apetece de forma cíclica, con distintos niveles de amplitud y frecuencia, pero tarde o temprano vuelve. Así se explica que según uno se hace mayor, cada vez tiene menos ansias por escuchar nuevas cosas y disfruta más al recaer en los sospechosos habituales.

En este disco, no encontraréis la intensidad del vídeo que hace diez lejanos años me impactó. Resulta que ese Remind Me era una remezcla llamada Someone Else's Radio Remix. Mucho más discotequera que la original del álbum. El Melody A.M. se puede clasificar como un disco de Trip-Hop y Ambient, si hablamos en lenguaje Moderno. En castellano, es un disco de música electrónica, tranquilo, no muy discotequero, con una percusión muy adictiva y unas melodías pegadizas. Perfecto para escuchar de fondo en una tarde de domingo en invierno, o mejor aún, para poner en mi piso en esos extraños días en que, después de tomarme dos gin tonics con mis nuevos amigos, me encuentro con que una incauta ha decidido acompañarme para tomarse la última copa.

viernes, noviembre 18, 2011

El cetro envenenado

Corría el año 2013, y el país alcanzó uno de los momentos más bajos de su democracia. Tras casi cuarenta años de elecciones democráticas, se formó un gobierno sin la elección del pueblo. El gobierno saliente había sido incapaz de hacer frente a la presión que los mercados ejercieron sobre el Estado durante una crisis que duraba ya cinco años; la luz al final del túnel de la crisis no se veía.

La solución es por todos conocida, se convocó un gobierno de tecnócratas elegidos a dedo, vinculados casi todos ellos a diversos bancos y contando con pocos representantes de la esfera política, tal y como había ocurrido con Italia, Grecia y otros países de la UE en años anteriores. El nuevo gobierno provocó muchas inseguridades en la ciudadanía, y tuvo que responder tanto de las medidas impopulares que tomaron ellos, como de las que habían tomado acción los gobiernos anteriores. La entrada del copago en la sanidad, la redefinición de las pensiones y su consecuente mengua, las subidas en las tasas universitarias hasta doblar de media las que teníamos dos años atrás y la subcontratación de ciertos servicios por parte del Estado en materia de seguridad, sanidad, educación, justicia y defensa. Todas estas medidas agotaron la paciencia y lo que es peor, la esperanza de los ciudadanos, que salieron a protestar a la calle en numerosas ocasiones. No obstante, el país nunca necesitó de fondos de rescate europeos o del FMI como sí que lo hicieron algunos de sus vecinos europeos, el euro se mantuvo como moneda, y toda la comunidad financiera internacional alabó los esfuerzos que hizo el conjunto del país.

Han pasado ya 400 días desde que el gobierno de tecnócratas tomó posesión del poder, y nos quedan apenas dos semanas para las próximas elecciones democráticas. Estamos a mediados de 2014 y echando la vista atrás, vemos todas las cosas que han cambiado en la esfera política en este país en los últimos años. La derecha sufrió un varapalo terrible al no poder contener a los mercados y tener que ceder el gobierno a unos técnicos. La población no lo perdonó, pero lo que realmente hizo mella en el PP fueron las divisiones internas. Así, por primera vez en democracia, la derecha acude dividida en dos partidos a las elecciones. La ley democrática sigue esperando su reforma, así que sólo son dos partidos los que aspiran a alcanzar la presidencia del gobierno, aunque las encuestas indican que esta vez tendrá que ser un gobierno de coalición. Por otro lado, esta será la primera ocasión en la que dos mujeres sean las principales candidatas a lograr la presidencia del gobierno, hito histórico en nuestro país.


El reto para el gobierno entrante será sin duda alguna el de recuperar el terreno perdido por las funciones sociales del estado. Sabemos que lo que perdimos en una noche, tardaremos años en recuperarlo, y que los mercados no van a aflojar su presión sobre los estados por mucho que la economía haya reflotado. Pero la realidad es que así es. Por primera vez en un lustro, el PIB va a crecer por encima del 3%, y la tasa de desempleo, aunque sigue en un alto 16%, está en una tendencia que hace esperar que en el plazo de dos años más podamos estar por debajo del 10%. Esto nos lleva a pensar que el partido ganador de las próximas elecciones, tiene muchas posibilidades de ganar dos partidos seguidos. Estas, y las próximas elecciones. Navegar con viento favorable siempre es más sencillo.

Lejos quedan ya las elecciones generales de aquel 2011, y pocos se acuerdan ya de la debacle que sufrió el PSOE. Aquel batacazo electoral producido por su pobre gestión de la primera etapa de la crisis financiera mundial, por el que le auguraban una factura de muchos años, ha probado ser menos duro que el golpe que el PP no ha sabido encajar en los años siguientes. Con un partido dividido en dos (habrá que ver qué pactos estarán dispuestos a hacer ambos grupos después de las elecciones), y una prensa de derechas dividida y entretenida en echarse los trastos a la cabeza los unos a los otros en lugar de trabajar unida como antaño, las encuestas le dan al PSOE una ligera ventaja. Ligera, pero impensable en los inicios del gobierno de Rajoy a principios del 2012. Parece que los electores han considerado mayor traición la de la derecha, entregando el gobierno a unos técnicos sin mediar una consulta popular, que las anteriores acciones de los socialistas.

Lejos queda ya aquel 20N pero, visto en perspectiva, aquella victoria fue un cetro envenenado para Rajoy, una batalla vencida pero que ha resultado fatal para la guerra. Hoy, con la suficiente distancia ganada, sabemos que aquel día fue para Rajoy, el primero del final de su carrera política.

jueves, noviembre 10, 2011

El próximo gobierno

Dice que tiene un plan, y su plan es crear empleo. Fin del post.

Bueno, me lo tendré que currar un poco más que el bueno de Mariano, porque la verdad es que él poco se lo ha trabajado.



Pero así es la política española, tampoco se lo han puesto difícil. Está claro que los dos partidos principales llegaban a las elecciones en una absoluta desigualdad de condiciones. Unos cargando con la responsabilidad política de una crisis financiera a nivel mundial, unido al desprestigio de una pobre gestión de la misma, y otros que simplemente han necesitado del beneficio de la duda. Pero esto ya lo sabíamos, ¿y qué más ofrece la campaña electoral?

Pues el resto son todo incógnitas. Parece mentira que sumergidos en plena campaña no se consigan despejar casi todas las dudas respecto a las intenciones de los diversos partidos, pero la baja calidad del debate político pasa factura, y como en un buen capítulo de Perdidos, tendremos que esperar al próximo, ese que empieza a partir del 20N, para despejar algunas de las muchas preguntas sin responder que, a mi juicio, se van a quedar sin una sola opinión concreta antes del domingo próximo.

La primera y la más importante de todas ellas, es cómo va a afrontar el PP el gobierno. Con la mayoría absoluta en el bolsillo y los 2/3 de la cámara a tiro, quedaremos a merced de Rajoy y de su verdadera imagen. Parece mentira, pero tras ocho años del gallego como líder del partido, todavía no se puede intuir la alineación que elegirá. ¿Coparán los moderados del partido como Gallardón, Basagoiti o Feijoó los ministerios? ¿Cuánta cuota de poder se quedará nuestro Tea Party patrio con Arenas, Esperanzas, Trillos y Pons varios? En resumidas cuentas, la campaña electoral no ha servido para despejar las dudas acerca del talante del nuevo gobierno, y votamos sin saber que versión tendremos dentro de esa tan amplia derecha española. Lo de siempre: todavía no sabemos si los recortes que vienen los harán con la cabeza gacha como han hecho los socialistas durante los últimos tres años, o si los harán con una radiante sonrisa como la que nos ofrecen desde la presidencia de la comunidad de Madrid acompañando a cada perla ideológica que desde allí nos salpica a todos.

Y la segunda incógnita es la más importante: ¿Cuánto más nos obligarán a humillarnos los mercados? Los partidos políticos siguen evitando el principal sujeto de debate, el aspecto verdaderamente crítico de estos tiempos: qué tipo de Europa estamos creando. El euro está poniendo en tela de juicio la ya frágil Unión Europea y las políticas comunes son más que una necesidad, representan la única vía para mantener ese estado del bienestar que prácticamente ha desaparecido -si es que alguna vez existió- del resto de continentes, y Europa era su mayor adalid. En los debates políticos y los noticiarios esto se ha obviado por completo. Se habla mucho de Merkel y de Sarkozy, y de Grecia y de Portugal pero, ¿realmente los partidos han aportado algo? Aquí hay un buen artículo, para los curiosos, que habla de los errores que están cometiendo los gobiernos del viejo continente, pero los partidos han pasado por encima de este tema descaradamente.

Pero bueno, la verdad es que el futuro gobierno no es el único que plantea dudas que han quedado sin resolver tras la campaña. Por mucho que el sistema electoral prácticamente ignore a los partidos nacionales minoritarios, eso no implica que ellos mismos se sigan tirando piedras contra su propio tejado. Ahí está IU, que a pesar de que los sondeos les dan una ligera subida gracias al presunto descalabro del PSOE, sigue su imparable camino hacia la extinción. Y es que es una pena que la izquierda española haya sido incapaz de renovar su discurso, como sí que lo han conseguido los partidos de izquierdas de otros países europeos, y además se auto flagelen con una bicefalia en la que ninguna de las dos cabezas convence.

De UPyD creo que no merece la pena ni hacer comentarios. Se han autoproclamado como tercera vía sin tener un programa concreto, más allá del "votadnos porque somos la tercera vía". ¿Son la tercera vía porque su programa es ser la tercera vía? Creo que no lo entiendo.

¿Y qué decir de los partidos regionalistas?

Pues lo más destacado me temo que será el triunfo de Amaiur. Las encuestas dan un resultado muy apretado en Euskadi, comunidad en la que cuatro partidos pueden conseguir entre cuatro y cinco diputados. Amaiur no sólo está en la pelea, sino que los recientes anuncios de ETA pueden llevar a la formación abertzale a ser la más votada de la región. Eso sería un éxito sin precedentes para su ideología (tras el éxito de las municipales de este año), y puede cambiar drásticamente el mapa político de la región, lo que afectará directamente al proceso de desaparición de la organización terrorista. Aunque el terrorismo parece ya no importar a los españoles, creo que es un momento muy importante para el País Vasco y para toda España por extensión en lo que al problema del terrorismo se refiere, y los próximos cuatro años bien gestionados podrían acabar de una vez por todas con esta lacra, o podrían seguir prolongando su agónico fin. No nos queda más remedio que seguir a la espera.

Y como no, para el final me tengo que reservar al partido favorito de los asturianos. Que el partido de Cascos haya decidido terminar lo que Pelayo no pudo completar, y reconquistar así toda la Península Ibérica como propuesta para llegar a Madrid con partido propio y no como miembro del grupo mixto, no sé si merece reír o llorar,  pero sí que sé que es lastimoso que nuestra región abandere una forma de hacer política berlusconiana, por así decir.

Por supuesto que todas estas dudas no creo que afecten al devenir del país, que nuestro futuro no depende de todo esto, y el partido más importante se juega en el mercado de trabajo, pero sí que creo que esta campaña electoral ha hecho un flaco favor a la política en general, me refiero al debate político; es probable que nunca hayamos tenido uno de tan baja calidad en este país, y eso no nos beneficia.

martes, noviembre 01, 2011

Parque Nacional de Monfragüe

Con los años, las intensas jornadas laborales y las vacaciones restringidas, uno se ve obligado a asumir un rol que nunca pensó iba a tomar y que siempre menospreció. "¿Cómo puede alguien caer en eso?" nos preguntábamos hace no muchos años, y ahora sin embargo tenemos que bajar la cabeza cada vez que alguien nombra a este detestado gremio por vernos reflejados en el parcialmente. La letra escarlata de nuestro tiempo. Me refiero, como no, a los domingueros.

Los domingueros, ya se sabe, viajan en coche, llevan la tortilla en un tupper y la abuela en un rincón. Tienen coca-cola para todos y siempre fría; sombrilla por si acaban en la playa y manta para hacer pic-nic por si llegan al campo. La barbacoa, el radio-casette y las sillas plegables con estampados a rayas vienen de serie. ¿Cómo transportan todo esto? ¿Alguien ha visto alguna vez a alguna familia de domingueros llegar o irse de algún sitio, o por el contrario parece que siempre estuvieran allí? Lo siento, no me pagan para comprender estas cosas, y la investigación requiriría muchos madrugones en el día del señor.

Así que llegado el puente de Todos los Santos, olé, y teniendo pocas ganas de montarnos en un Ryanair hacia una capital europea llena de domingueros "erasmus", tiramos de manual: Carretera adelante.

Desde donde vivimos, tirando en línea recta y no avanzando menos de una hora ni más de tres, la ficha sólo podía caer en una región, desconocida para mí; en mi mente, una mezcla de Todos los Santos y Jamón, jamón. En la realidad, llámase Extremadura.


Pero bueno, os ahorraré el resto del relato, y me centraré en la pequeña sorpresa que guarda el Tajo, un poco por debajo de Plasencia y antes de entrar en la meseta: El Parque Nacional de Monfragüe.

Es un parque pequeño si lo comparamos con Picos de Europa o Doñana y joven, hasta 2007 no accedió a la calificación de Parque Nacional. Es un ejemplo de fauna y flora mediterránea, en el que abundan los alcornoques, quejigos y encinas y presume de dar cobijo a una gran población de rapaces, y de las poco abundantes en la Península Ibérica cigüeñas negras.

Uno no es un experto en estos temas y no está preparado para sacar fotos de animales en libertad, principalmente porque raramente se los ve a menos que se vayan buscando. No es que los animales en libertad frecuenten las carreteras y los centros de visitantes, precismente. La sorpresa en esta visita fue la facilidad y cercanía con que pudimos contemplar algunos de estos animales. Para empezar, una cigüeña negra nos sobrevoló un par de veces a media docena metros por encima nuestro, pero nos pilló tan de sorpresa que no hubo oportunidad de sacarle foto alguna.

Después, la población de buitres leonados del parque casi alcanza los cien ejemplares, y sus nidos están al alcance de una foto sacada con un móvil. Llegando al cerro donde están ubicadas las ruinas del Castillo de Monfragüe, en un enclave que resulta el mejor mirador del parque, nos paramos casi una hora en una pared cercana para contemplar a los buitres que aterrizaban y despegaban. Los teníamos a escasos diez metros, y el silbido que hacían las alas contra el viento era exactamente igual (aunque en menor intensidad, obviamente) que el de los aviones. Llegaban planeando y a dos palmos de chocar contra la pared recogían las alas para frenar en seco y posaban sus enormes garras en la roca. La foto es mala, y su color de camuflaje no ayuda a verlas bien, pero las teníamos tan cerca...


Y por último, pudimos ver ciervos. Ya por la mañana nos sorprendimos cuando nos salió un cervatillo a la carretera, delante del coche. Se le veía desorientado y trataba de salirse del camino remontando la ladera, pero era tan empinada que se resbalaba y volvía a la carretera. Así le tuvimos que acompañar una buena tirada hasta que por fin dio con el camino de huída.

Más adelante a punto de dar por terminado el día y volvernos a casa, nos acercamos a un par de presas que forman sendos embalses en el Tajo y en su afluente, el Tiétar. Los gustos de cada uno son personales e intransferibles, y uno tiene debilidad por grandes construcciones en sitios inhóspitos o de difícil acceso. Ya se sabe, centrales nucleares semi abandonadas, presas en medio de páramos desiertos, faros en el fin del mundo y cosas parecidas. Así que aparcamos el coche, caminos hacia la presa, y cuando quisimos darnos la vuelta para emprender el camino de vuelta a casa, nos sentimos observados.


Resulta absurdamente potente la capacidad que un bicho de estos tiene para aguantarle la mirada a uno, o lo que sea que estuviera haciendo sin apenas moverse, mirando en nuestra dirección, salvo por un compulsivo agitamiento de una oreja. Así pues, cansados del desafío al que nos estaba sometiendo el animal, y deduciendo que, aunque no podía hablar, de alguna forma trataba de comunicarnos que lo que el quería era pasar por donde estábamos nosotros, decidimos echarnos a un lado del camino.

Mientras tanto, escuchábamos ocasionales berridos que yo creía que procedían del otro lado de la presa y mi compañera opinaba que venían de detrás de la loma, como por detrás del cervatillo.


La criatura de las fotos tuvo que pasar a escasos cinco metros nuestros, y ni me atreví a intentar hacer la foto. Se acercó poco a poco, al principio como disimulando, bajando la cabeza, parándose a olisquear algún matorral, y según pasaba a nuestra altura, sin quitarnos los ojos de encima, se arrancó a trotar hasta pasar de nuestra posición y avanzar unos pocos metros más hasta reunirse con... con su madre y sus tres hermanos.

Mientras nosotros nos quedamos absortos viendo al pobre cervatillo, su madre llevaba llamándole esos cinco minutos que tuvo que aguantar nuestra mirada, y a ella la teníamos la mitad de cerca que a él y ni nos enteramos. Después la madre siguió mirándonos un buen rato, y a pesar de lo inexpresivos que resultan los ciervos, a nosotros nos quedó claro que estaba mentando a toda nuestra familia y a parte de la vuestra, por si acaso.

Luego entramos en el absurdo. Volvimos al coche felices con nuestra experiencia, sintiéndonos unos privilegiados, elegidos por Dios para disfrutar de un momento tan intenso de hermanamiento con la naturaleza, hasta que a la vuelta de la carretera nos encontramos con una docena de coches y una treintena de personas, con sus cámaras con teleobjetivos de medio metro y su trípodes como torres de electricidad, y ciervos por todas partes. A ambos lados de la carretera, comiendo hierbajos y pasando olímpicamente de la gente que les hacía fotos a cinco metros, y pasando también de los coches y de su ruido. Al otro lado del río se veía todavía a la familia que estuvimos a punto de partir, y yo juraría que la madre nos seguía mirando, incluso juraría que todavía hoy sigue pensando en nosotros o en lo que sea que creyó que éramos... pero claro, parece ser que ir a Monfragüe en plena Berrea y cruzarse con ciervos no es un privilegio divino, sino más bien una tradicional costumbre dominguera.

viernes, octubre 21, 2011

El Dilema Electoral

A estas alturas de la película, a un mes de las elecciones, nadie se pregunta ya quién va a ganar las elecciones, así que la única incógnita que queda por despejar es saber si el PP obtendrá mayoría absoluta o no.

Esa mayoría absoluta no se presenta como la solución a los problemas del país, puesto que uno de los últimos garantes que le quedan a las democracias de occidente, es precisamente el que los partidos de la oposición puedan, en un momento dado, pararle los pies a un gobierno al que se le vaya la mano.

Si atendemos a los telediarios, estas elecciones están marcadas claramente por factores económicos. Pero unos factores económicos que afectan directamente a derechos sociales como la asistencia sanitaria, la educación, las pensiones y el modelo de reparto de la riqueza. En medio de la crisis, los poderes económicos mundiales claman contra los Estados, y piden que para sanear los mercados se haga menguar a los entes públicos y se dote de mayor protagonismo al sector privado, único al parecer capaz de solventar los problemas de gestión, burocracia y corrupción endémicos de las empresas y organismos públicos. Y aquí parece haber dos posicionamientos claros, al menos en nuestro país: la derecha que apoya estas tesis y la izquierda… la izquierda que dice que no las apoya, pero actúa como si sí que lo hiciera. Y empezamos con los problemas.

Así pues, la primera opción de voto no parece muy… adecuada para la situación. Vaya por delante que me desvinculo del discurso victimista que amenaza con que la llegada de la derecha significará el fin del Estado del Bienestar; no creo que sean tan cocos, pero sí que me inquieta que personajes como E. Aguirre o A. Botella toquen tanto poder. Sus tesis políticas enraízan en la noción de que los mercados libres se autorregulan, que no necesitan reglas que los lastren y que en la vida todos tenemos igualdad de oportunidades, así que el que no tiene éxito es debido a que simplemente no quiere, o no sabe. Pues bien, esta idea es falsa, y tiene trampa. No todos tenemos igualdad de oportunidades en la vida; los ricos deben garantizar el acceso a los pobres a esos servicios básicos que son la sanidad y la educación, y las empresas privadas en ningún momento han demostrado ni ser menos corruptas, ni controlar mejor la corrupción que los organismos públicos. Confiar en estos axiomas no sólo no nos sacará de la crisis, sino que puede hacer más profundas aún unas diferencias sociales que en España empiezan a ser alarmantes.

Al hilo de este tema, no comprendo por qué cuando un concejal echa mano a la caja todos nos sentimos robados, y sin embargo cuando se trata de un directivo de banco y sus millonarias pensiones y finiquitos, parece que la cosa no va con nosotros y que no nos afecta.

Y la segunda opción, resulta mucho más dura de defender, en cierto modo. Una izquierda “renovada” por uno de sus más antiguos líderes, parece una izquierda lista para inmolarse. El sacrificio de Rubalcaba para que el partido renazca en cuatro años con Chacón al frente parece claro, quizás demasiado claro. Están cometiendo los mismos errores que Almunia en el año 2.000, tratando de movilizas a los votantes de izquierdas escorando su discurso, y alejándose de los votantes de centro, digamos. Sin embargo, los votantes de izquierdas están muy lejos de ellos.

Los llamados indignados que nacieron como apolíticos, han sido reconducidos poco a poco hacia la izquierda política gracias en parte a las maniobras nada disimuladas de la prensa de derechas, hasta quedar caricaturizados como un grupo de neo-hippies o de radicales, que desde luego no van a cambiar el mundo. Bendita renovación. En Egipto eran libertadores y aquí son simples pies negros. Por una vez casi me convence Sánchez Dragó, para el cual los indignados son “prefascistas, pero ellos aún no lo saben.” No deja de ser cierto en parte, puesto que apuestan por regenerar el sistema al margen del mismo, lo que así enunciado podría parecerse a los métodos de los líderes fascistas de la primera mitad del s. XX, y no dejan de ser una propuesta ademocrática o antidemocrática, con respecto a las instituciones (que no a la población). Claro que la afirmación tiene truco, porque entonces cualquier revolución pasada podría ser tildada de fascista… ¿Católicos fascistas? ¿Franceses fascistas? ¿Rusos comunistas-fascistas? Bueno, lo de Sánchez Dragó buscando publicidad cada vez que quiere publicar un libro ya es una tradición, pero no he podido resistirme a comentarlo.

Para terminar, no creo que en estas elecciones estén en juego algunos derechos sociales recién conseguidos por la sociedad española como puedan ser el matrimonio homosexual o la ley de dependencia (aunque los recortes económicos sí que pueden afectar seriamente a la segunda), y el derecho al aborto ni lo menciono porque ya lleva muchos más años instalado en nuestra sociedad. En estas elecciones nos jugamos que la educación vuelva a entregarse parcialmente a la Iglesia –tan necesitada de ingresos económicos-, que las coberturas sanitarias caigan en manos de aseguradoras ávidas de clientes, y que la forma de recaudar impuestos se oriente más a los indirectos (IVA, copagos, tasas escolares, etc.) o a los directos (rentas, patrimonio…) En resumen, que el país, en estas elecciones, tiene una difícil elección por delante: Se debate entre votar lo que no debe, y lo que no puede.

martes, octubre 11, 2011

American Psycho, de Bret Easton Ellis

No es la primera novela que leo del señor Ellis, ni la primera vez que hago un comentario sobre ellas, ni será la última. Y es que el americano, al igual que Houellebecq, tiene la habilidad de escribir sobre la vida contemporánea tal y como es. Sus descarnadas novelas no se limitan a ser meras ficciones sin conexión alguna con la realidad, sino incisivas descripciones de nuestras vidas. El vacío, la inexistencia de un sentido de la vida, la pornografía y el aislamiento servidos en bandeja. Hay que tomarlo en pequeñas dosis, pero el amigo Ellis siempre resulta revelador. Él nos ve.

American Psycho nos cuenta el atareado día a día de Patrick Bateman, niño bien de la capa más alta de Nueva York, que tras estudiar en Harvard pasa sus días entre su oficina de Wall Street, el gimnasio, el videoclub y sus citas con sus amigos en los bares de moda. Sus padres son dueños de medio Manhattan y él es rico, inmensamente rico. Por lo tanto, nunca en su vida ha tenido que trabajar ni esforzarse por conseguir nada. Es un niño bien superlativo. En la oficina en la que trabaja ni él, ni ninguno de sus compañeros, da un palo al agua. Las verdaderas ocupaciones de los de su clase son enterarse de cuál es el último local de moda en la gran Manzana, hablar de las últimas tendencias culinarias y machacarse en el gimnasio para, acompañados de una buena batería de cosméticos, parecer salidos de una película en cualquier momento del día. Sin embargo, el bueno de Patrick, tiene otros hobbies más íntimos.

Entre un J&B con hielo y el siguiente, good ol'Pat aprovecha el camino para acuchillar a mendigos, taxistas y niños. Y si la noche es aburrida o la coca que le han vendido está demasiado cortada con laxante, no problem!, siempre podemos llevarnos a dos putas a casa, someterlas a una sesión de mete-saca, mete-saca lo más explícita posible, y cuando llegue el momento de marcharse cada uno a su casa… “Me levanto y me dirijo al vestidor, donde, junto a una clavadora automática, hay una afilada percha, un cuchillo de carnicero oxidado, cerillas de Gotham Bar and Grill y un puro a medio fumar, y dándome la vuelta, desnudo, con la erección apuntando delante de mí, saco esos objetos y explico con un susurro ronco: 

- No hemos terminado todavía…”


Lo de la necrofagia y la necrofilia ya lo dejo para los estómagos más sólidos, que este blog se puede leer a cualquier hora del día.

En serio, son más de cuatrocientas páginas de un torrente de marcas de ropa, porno duro, especificaciones técnicas de equipos de vídeo y música, violaciones, críticas musicales a las discografías de Whitney Houston, Genesis o Huey Lewis and the News y torturas, escritas en primera persona, a modo de diario, y que llevan al lector hacia dos posibles salidas: o bien uno se pregunta a qué carajo está dedicando sus tardes libres, o bien termina sintiendo en sus propias carnes las acciones de Bateman. El texto es absorbente, pero no sólo por la cantidad de sucesos que relata, sino también por la propia forma de escribir de Ellis, que es desbordante. Cientos de nombres propios de personas y de locales, acompañados de otras tantas descripciones de menús exóticos y vanguardistas y absurdos (el sushi acaba siendo de mango y el postre de pollo; por momentos estamos en un delirium tremens) y vestimentas a la moda cuyo único objetivo es crear un ruido de fondo tan potente que aísle al lector y lo centre sólo en los pensamientos y sentimientos de Bateman.

Los personajes se confunden entre ellos, se cambian los nombres, y el propio Bateman narrador también confunde a los que le rodean, y confunde lo que nos cuenta hasta por ejemplo llegar a cambiar el nombre de un personaje en un mismo capítulo (aunque la edición que me he agenciado de “Grandes Best-Séllers” de El Periódico tiene más erratas que una redacción de María Escario en tercero de EGB, y esto podría ser una errata más, pero aún y así daría igual, porque sería una errata genial). Cuatrocientas páginas que dicen lo mismo, y sin embargo esas cuatrocientas páginas son absolutamente necesarias. ¿Para qué? Para que nos demos cuenta de que la novela va de otra cosa completamente diferente.

Como los neutrinos, las hazañas de Patrick Bateman te dan una colleja antes de que la veas venir. Mientras tú estás leyendo el día a día de un psicópata, lo que la novela nos está contando es algo totalmente distinto. Mientras tú estás sufriendo durante trescientas y pico páginas de ultra-violencia, la novela te está golpeando con algo completamente diferente. Mr. Bateman está vacío, se siente sólo, necesita atención desesperadamente y no sabe cómo conseguirla. No es bipolar, ni paranoico, ni esquizofrénico. Es un simple inadaptado aburrido. Como todos nosotros. Sus asesinatos espontáneos son como tus clases de guitarra. Sus violaciones, como las clases de inglés de los martes y los jueves; sus actos de necrofagia, son tus cervecitas con los amigos y sus chutes de coca y valium, un post a la semana. Al fin y al cabo, todo eso es lo que hacemos para llenar lo que nos sobra de tiempo entre que salimos del trabajo y llega la hora de acostarnos. Y si no nos llega, pues algo tendremos que imaginar.

miércoles, octubre 05, 2011

Wakefield, de Nathaniel Hawthorne

Me ha comentado un amigo que últimamente, uno se juega más la vida entrando en las oficinas de una editorial y diciendo:

- Me he comprado una KINDLE en AMAZON,

que pasando el detector de metales de la entrada de visitantes del Pentágono, y acto seguido, sacar una cimitarra de plástico y correr pasillo adentro a grito de “¡Alá es grandeeee!”

Y es que, exceptuando a algunos nostálgicos que siempre vamos a disfrutar de un buen tocho de páginas de papel llenas de palabras entre dos tapas de cartón, resulta inevitable aceptar que el futuro digital del libro, un libro que ofrezca al lector/espectador/actor muchas más posibilidades. Si el protagonista entra en un garito, en mi dispositivo electrónico empezará a sonar la misma música de piano, y se desprenderá un olor a tabaco y a rancio (dependiendo de la mala climatización que este tenga); si le regalan una caja de bombones a la cándida de la protagonista de la nueva novela póstuma de Corín Tellado, la lectora quiere oler ese mismo chocolate negro y si por fin la prota se casa, todos queremos escuchar campanas de boda mientras leemos con lágrimas en los ojos el párrafo final del relato. Querré ver los mismos vídeos de Youtube que los protagonistas, e incluso querré enlaces a páginas web que me permitan leer los mismos artículos que ellos leen y hasta por qué no, entrar en los mismos blogs, que habrán sido creados ad hoc para completar la novela, y crecerán y se completarán más allá de esta, de forma que a cada lectura de mi libro digital, el blog que lo completa podrá haber evolucionado y me estará ofreciendo una nueva historia. Y todo esto no es ciencia ficción. Los personajes de Belén Gopegui hacen búsquedas reales en Internet que yo mismo puedo repetir, por ejemplo. Pero el tema se ha llevado mucho más adelante, la interacción de una nueva forma de literatura con los medios digitales es ya una realidad. Y ojo, que todo esto no lo digo tomando parte.

Pero los libros de papel siguen plantando cara. Si por algo sufre el libro como producto comercial, y al igual que otros productos como las películas, es por no haber cambiado nada en toda su vida. Los que preguntéis que para qué tiene que cambiar un libro no habéis entendido mi afirmación; yo tampoco quiero que cambien, pero es inevitable que en plena revolución digital de los medios de comunicación, los productos evolucionen y ofrezcan al consumidor algo que antes no tenían a su alcance. Los mercados son así de crueles; no buscan el mejor producto, sino el más vendible.

Es bajo estas condiciones de contorno que uno comprende mejor la aparición de nuevas editoriales como Nordicalibros, que edita esta versión bilingüe e ilustrada –Premio Nacional de Ilustración 2010 para Ana Juan- del Wakefield de Hawthorne, o la editorial Reino de Redonda, que el ilustre Javier Marías utiliza para publicar sus caprichos literarios. Son editoriales dedicadas al libro como objeto de regalo, o de coleccionista. Ediciones cuidadas; prologadas (y doble-prologadas), anotadas, analizadas, ilustradas y epilogadas que se oponen a las ediciones de bolsillo como concepto de producto.

Pero ojo, que yo no creo que se contradigan, pienso que simplemente amplían la oferta del libro impreso, en un coletazo más por tratar de sobrevivir y no ser engullido por esos unos y ceros que todo lo fagocitan y todo lo convierten en un vídeo de catorce segundos o en una frase de ciento cuarenta caracteres. La vida puede que esté cambiando deprisa, pero no hace falta que nos pasemos, hombre. Yo no tengo prisa.



En cuanto al cuento en sí, Wakefield narra la historia de un hombre que un buen día, sin motivo aparente, decide desaparecer de su propia vida. Así, se muda a un piso alejado unas calles de su propia casa y permanece allí durante veinte años. Durante ese tiempo se dedica a transitar por las calles de su barrio como un extraño cualquiera; observa su propia casa, se cruza con su esposa sin ser visto ni identificado… Se limita a ser testigo de su propia vida, o más acertadamente testigo de los restos de su vida sin él. Un día lluvioso, sin embargo, empapado por el agua se encuentra frente a la que fuera su casa y decide entrar para secarse la ropa, como si no hubieran pasado veinte años.

Hawthorne fue contemporáneo y amigo de Melville, escritores decimonónicos americanos, parte del movimiento romántico. Padres de la literatura moderna ¡ala! Y el señor Wakefield es un Bartleby antes de Bartleby. Testigo de su propia vida, o más de su no-vida. Para él sus propios actos no tienen importancia, su único interés radica en observar a los demás, hasta el punto de desaparecer de sus vidas. No es un voyeur ni un vicioso, puesto que es reposado y sus actos carecen de maldad y perversión. El señor Wakefiel simplemente es un fantasma.

martes, septiembre 27, 2011

Narraciones, de Jorge Luis Borges

Acabo de leer la recopilación de relatos de Borges editada por Cátedra, y tengo que decir que aunque no indiferente, me han dejado un poco frío. (Me escondo bajo la mesa, espero a que el prócer de la literatura se levante de su tumba y venga a sacudirme con su bastón seguido de su horda de feligreses incondicionales pero nada ocurre. Me reincorporo y sigo escribiendo).

Hace ya mucho tiempo que el librito negro de Cátedra Letras Hispánicas rondaba por casa, y hace menos tiempo que leí los primeros cuentos del libro, pero me quedaron por leer más de la mitad. Pasar media hora en el autobús para ir al trabajo cada mañana y otra media para volver, parece adaptarse estupendamente a la lectura de cuentos, excusa perfecta para terminar lo que una vez dejé empezado pero no tanto para leerme el prólogo de Marcos Ricardo Barnatán, absoluto hooligan pro-Borges, escritor y biógrafo del maestro argentino pero, por encima de todo, fan. El prólogo del librito parece un artículo de Marca hablando de Mourinho, por dios. ¿Antes y depués de Borges? Antes y después de Borges no hay nada, Borges es Dios.


El caso es que al margen de los méritos que se le atribuyen de forma incuestionable al maestro argentino (ya se sabe, menudencias como revitalizar la literatura latinoamericana gracias a la introducción de influencias europeas, lo que supuso la entrada en la literatura del s. XX para todo un continente), sus textos aunque breves, me resultan excesivamente recargados; diría que innecesariamente recargados. Cultismos, referencias constantes, símbolos no aptos para no iniciados y más referencias y construcciones sintácticas retorcidas y espera, otra referencia. Leer a Borges es como ir a un concierto de Jazz, ellos se lo están pasando mucho mejor que tú, no tocan para ti, y uno diría hasta que tocarían mejor sin ti sentado frente a ellos. Pues lo mismo me pasa con Borges. Creo que no necesita lectores, que sólo escribía para sí. Borges no me quiere.


Por otro lado, hay que admitir que las ideas que inspiran sus relatos son soberbias: un mapa de escala uno a uno que se adapta fielmente al terreno que representa, una biblioteca infinita cuyos volúmenes recogen todas las posibles combinaciones aleatorias de caracteres escritos, y por lo tanto, también contiene todas las obras jamás escritas por el hombre (además de infinitos libros que simplemente recogen series repetidas y carentes de sentido de caracteres aleatorios), un hombre inmortal que esconde su condición a través de los tiempos y se convierte en un testigo imperturbable de la especie humana, un chaval que memoriza cada fragmento de su vida vivida y ha de lidiar con esa pesada carga, o unos hermanos cuyo amor y respeto mutuo son superiores al amor que puedan profesar por cualquier otra persona, hasta límites insospechados… Casi todas las premisas de sus relatos son excelentes, casi sobrecogedoras, y sin embargo… Las despacha en doce páginas de intrincadas frases.

Parecido me pasa con Ray Loriga, al que siempre he admirado y sus lecturas han inspirado algunos de los textos más decentes que he compuesto (inspiración de estilo, no de contenido). Pero Loriga es un escritor de frases, no un escritor de novelas. Pasar de las trescientas páginas le resulta imposible (lo cual en principio no tiene nada de malo, ojo) y sus narraciones están fragmentadas, habitualmente, en brevísimos capítulos, lo que a veces hace que sus novelas resulten entrecortadas, como si fueran una continua sucesión de posts, pero a veces un tanto inconexos. Empero, sus frases y aforismos son superiores. Con esto quiero decir que no pretendo infravalorar a Borges. Entiéndase mi crítica una vez aceptado que el argentino es uno de los mayores culpables de la evolución de la literatura en el siglo pasado, y que sus influencias se han ramificado hasta el infinito y que algunos de sus cuentos son sublimes (La intrusa, El otro, El Evangelio según San Marcos o El libro de arena, por ejemplo). Pero al terminar la recopilación de relatos me queda el regusto amargo de que La Invención de Morel, de su amigo Bioy Casares, prologado y calificado como “relato perfecto” por el propio Borges, me sacie más que sus cuentos, cuando precisamente no es sino uno de ellos, misma temática, misma forma de relatar, Borges está ahí; sólo que el cuento de Bioy se me antoja más elaborado, desarrollado, extendido. Quién sabe, quizás lo único que necesito es más Borges.

lunes, septiembre 19, 2011

Relato soñado, de Arthur Schnitzler

“Ningún sueño es totalmente un sueño”, amenaza uno de los personajes hacia el final de este relato, y podemos añadir que ninguna fantasía es del todo fantástica, y más allá aún, que ningún flirteo es totalmente inofensivo. El deseo llama y tienta, y muchas veces produce más placer que la propia carne. De eso nos habló el bueno de Arthur.

Schnitzler pertenece a un grupo de novelistas de Europa del Este (Austria y Hungría principalmente), judíos todos ellos, que le dieron una vuelta de tuerca a la novela del s.XIX a principios del siguiente siglo. Él, junto a Sandor Marai, Josep Roth, Stefan Zweig y otros. Mientras tano en los EEUU, los Hemingway, Miller (Arthur), Scott Fitzgerald o Faulkner, ya estaban reventando la literatura. Estos judíos europeos guardaron temáticas y estructuras más tradicionales en sus textos que algunos de sus contemporáneos, pero fueron capaces al mismo tiempo de ser notablemente distintos a sus predecesores rusos y franceses aunque eso sí, la vanguardia les quedó muy lejos.

Relato soñado es un viaje al corazón de las tinieblas (y la comparación también se puede extender a la manera en que fueron adaptadas al cine ambas historias, actualizadas soberbiamente sus formas sin que se abandonaran sus punzantes intenciones) de un médico que, empujado por unos celos creados por su mujer casi a su propia demanda, se adentra, según avanza una noche, en el tiempo y en el espacio, en la exploración de sus propios límites. ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar por sentirse deseado? ¿Cuánto estaría dispuesto a sacrificar de su vida y cuánto dolor es capaz de infringir a otras personas por conseguir su objetivo? Si habéis visto la película, os puedo decir que Kubrick no fue ni mucho más audaz ni mucho más carnal que el señor Schnitzler, y eso que habían pasado casi ochenta años entre libro y película, Eyes wide shut, por cierto.

Los flirteos que Fridolin (el médico) y su mujer Albertine tienen más allá de su relación, se los cuentan y los comparten y se ríen de ellos sabiendo que el amor que les une es más fuerte y que tan sólo se trata de un juego. Previsible es decir que el juego se torna oscuro, y que uno de los dos siempre pierde, el que primero se acojona y siente ganas de parar el juego, porque los flirteos de su pareja le duelen más de lo que le satisfacen los suyos propios. Herido en su orgullo, Fridolin fantaseará con la idea de abandonar a su pareja, envuelto en ensoñaciones o en historias que lo parecen, se verá arrastrado a un mundo dominado exclusivamente por el deseo. Una huída hacia adelante por reafirmar su independencia de Albertine, por la que el señor Schnitzler nos arrastra a voluntad.


Pero el relato funciona tan bien a costa de una pequeña trampa. Leyendo la novela hoy en día, uno piensa que fue escrita en la época en la que se ubica el relato, y no en la que fue realmente escrita. El relato está ambientado al filo del cambio de siglo, y está escrito en un estilo que para los años veinte en que nació ya no era vanguardista, no impresionaba; él no era ni Hemingway ni Miller, en sus historias nadie se corre en el vestido de ninguna francesa mientras baila con ella los servicios de un café parisino, el estilo es casi decimonónico. Así, un relato que en el momento de su publicación pudo parecer un poco anticuado, cambia la impresión que produce en el lector del s.XXI. Visto así, esta novelilla, en el presente, se presenta como un texto audaz y atrevido para la época relatada, confundida con la época en que fue escrita. La trampa convierte Relato soñado en una vanguardista novela de finales del s.XIX.

Pero al margen de este pequeño trampa en la que tenemos que caer irremediablemente, tanto Schnitzler como Kubrick años más tarde nos permiten asomarnos de forma asegura a ese mundo prohibido, mucho más elaborado y complejo que la simplona industria pornográfica de hoy en día, puesto que no se centran en el deseo físico, sino en ese mundo privado que cada uno guarda con celo: sus propias e inconfesables fantasías. La última frase de la película, que no aparece en la novela, el “tenemos algo que hacer con urgencia: follar”, es una llamada a la acción, una especie de carpe diem guarrón. El curioso y quién sabe si voluntario epitafio de Kubrick en el cine, esa llamada a abandonar la especulación y la retaguardia que anima al espectador a tomar las riendas de su vida (en cierto sentido), resume bastante bien el sentir del relato. Y además, hay que reconocerlo, mola.

miércoles, septiembre 14, 2011

El misterio de la carretera de Sintra, de Eça de Queirós

Allá por 1870, aparecía en el Diario de Noticias –periódico lisboeta- la siguiente nota: “A punto de cerrar nuestra edición, hemos recibido un escrito singular. Se trata de una carta sin firma enviada por correo a nuestra redacción. En ella se inicia una narración estupenda acerca de un horrible y misterioso suceso. El interés que despierta y su calidad literaria nos determinan a transcribir íntegro tan interesante documento, cosa que haremos mañana domingo.”

Lo que siguió fueron una serie de cartas, escritas por anónimos personajes que bajo seudónimos como doctor X o F. o el hombre enmascarado, daban cuenta a través de sus relatos enviados al diario durante el espacio de unos días de las vivencias de cada uno de ellos en torno a la misteriosa muerte de un extranjero desconocido. Los lectores creían encontrarse ante la narración de un asesinato por parte de varios testigos, más o menos implicados en el mismo. Parece ser que la narración de estos eventos causó revuelo y expectación en todo Portugal en el lejano verano de 1870.

Pero los lectores se encontraban ante una farsa. Eça de Queirós y su amigo José Duarte Ramalho Ortigão escribieron a cuatro manos y publicaron por entregas en un periódico de tirada nacional sin previo aviso, la que figura como primera novela en la bibliografía del maestro Queirós (autor también de El crimen del padre Amaro y El primo Basilio entre otras). Sólo en una escueta carta final confesaron los dos autores el verdadero crimen, el engaño al que sometieron a los lectores.


Hoy en día resulta imposible sentirse como aquellos lectores de la primera edición novela, lectores involuntarios realmente. No queda más remedio que hacer juicio de la novela, sabiendo que no está escrita para nosotros. Leyendo ahora El misterio de la carretera de Sintra, sabiendo lo que es realmente, uno se encuentra con una novela narrada a través de cartas escritas por distintos personajes, que escriben distinto (no tan obvio como parece), y que conforman un folletín de misterio del s.XIX. Lo del siglo lo escribo deliberadamente; uno no puede esperar sentir la misma emoción que un lector de su momento, si antes de coger el libro ha estado viendo El ultimátum de Bourne, por poner un ejemplo.

Sin embargo el relato engancha en seguida. Las primeras cartas publicadas son breves y están escritas por los personajes que menos saben del misterio (por eso se dirigen al periódico, para pedir que alguien arroje luz sobre el caso), con lo que el ritmo inicial es casi el de una novela negra (salven las distancias, oiga). Posteriormente, según se avanza en el relato y hablan los personajes más implicados, las cartas se van extendiendo, y el relato se asemeja más a otros textos del siglo pasado (el honor del hombre, los sentimientos de la mujer, el decoro social, el discurso interior). Al final, el misterio pierde importancia en beneficio de los motivos que impulsan a los personajes a comportarse como lo hacen. Se explican, algunos se justifican, y lo que finalmente importa son las motivaciones de los seres humanos. El muerto, como buen muerto, poco tiene que decir.
  
Y tal vez ha llegado la hora de hablar de mis propios sentimientos al respecto. He vacilado mucho antes de hacerlo. Me resistía a echar mi corazón a estas páginas como encima de una mesa de anatomía. Pero lo he pensado mejor, y he visto que ya no soy “alguien”, que no existo ni tengo personalidad. He dejado de ser una mujer de carne y hueso con sus nervios a flor de piel, sus lacras y su pudor, para convertirme en un caso o un ejemplo. No vivo de mis impulsos ni de la circulación de mi sangre; he pasado a una esfera más abstracta, vivo ya de la publicidad, de los comentarios que pueda despertar mi caso entre los lectores de este periódico y de las discusiones que mis penas puedan suscitar. No soy una mujer; soy una novela. 

Aunque El misterio de la carretera de Sintra no deja de ser el experimento de unos jóvenes que quieren convertirse en escritores pero que todavía no lo son, lo que explica los altibajos del texto, es un ejercicio interesante y entretenido, que bien merece un par de tardes de estas lluviosas de otoño, que somos capaces de regalar sin pensarlo.

lunes, septiembre 12, 2011

Vestida de Azul

Vosotros, como si fuera domingo. Lavaros la carina, peinaros, poneros una camisuca de estreno y limpiaros los zapatos. Así, como si fuerais a hacer la primera comunión. Miraros al espejo (pero no mucho tiempo que eso ye vicio, y luego hay que confesarse), pasaros revista y por si acaso, decidle a vuestra madre:

- Mamá, ¿vesme guapu?

Vuestra madre, como todas las demás (aunque digan que sólo hay una), sonreirá y os dirá que sí, que estáis muy guapos, que no hay nadie en el mundo más guapo que vosotros, y que si os hubiérais afeitado y quitado el pendiente ya hubiese sido la leche. Pero que sí, que muy guapos, y que la mocina, quienquiera que fuera, porque hay que ver que ya no le contabais nada a vuestra madre, vuestra única madre, pues eso, que la mocina que ibais a buscar era una mocina muy afortunada. Gracias mamá. Un besín.

Luego vas a buscar a la mozina. No hace falta que le cantéis al balcón ni que llevéis flores, basta con que os paséis por una tienduca decente, apañá que dicen por aquí y le compréis una camisetuca o un bolsín de esos que lleven les moces de hoy.

Después camináis hacia su casa, pero sin prisa, que por mucho que sea su cumpleaños un mozo debe tener un puntín orgulloso y tiene que hacerse de rogar. Además, total, ya sabéis que ella se va a retrasar. Una hora de retraso y firmáis, que ya la conocéis y sabéis lo que se retrasa siempre, y por más que le digáis una hora nada, ella venga a retrasarse y venga a peinarse y venga a probarse vestidos -¿para qué querrá tantos vestidos?- y vosotros os desesperáis, y dais vueltas por la calle porque claro, a ver quién se atreve a picarle al timbre y tener que sentarse en el salón de su casa una hora, con la madre venga a ofrecerte casadielles y bizcochos y pastas, y la abuela venga a miraros por encima de las gafas mientras hace punto y no para de reirse y claro, lo peor, el padre, que no está en el salón pero como si lo estuviera. Su presencia se siente en toda la casa y las dos veces que se asoma a ver si seguís ahí sentados, deseando que os hayáis quemado ahí, en el sofá tapizado de flores, y que ya no os podáis llevar a su hija lejos de él, y vosotros notáis como su mirada os calienta en la nuca, y os volvéis a ver si os va a decir algo, e intentáis decir que buenos días señor, pero nada, que no hay manera, que lo único que conseguís es bajar la cabeza y poneros colorados. Y él, que se sabe ganador por un segundo, os mira insolente y vengativo, marcando terreno. Y luego todo cambia.

Se abre una puerta por ahí, el padre se asusta, la madre y la abuela se paran, contienen el aliento a la vez que vosotros, y miran al pasillo. y ahí está ella, y todo lo que habéis tenido que pasar hasta ahora os da igual, y todo queda compensado y olvidado, y no hay nadie en este mundo tan feliz, sólo pienso en ti... Nada, no pasa nada, se os va la cabeza cantando a Victor Manuel pero eso es normal, porque por muy playus que seáis, vuestro corazonzín tenéis, y en estos momentos se está derritiendo ante la radiante imagen de vuestra mozina, que por supuesto, como no podía ser de otra manera, va vestida de azul.


Se me olvidaba, que la tienduca donde le compréis el regalo sea esta:








De verdad. Es un privilegio y una gozada ver cómo día a día, estas dos mozas se lo curran.


¡Estáis invitados!