domingo, mayo 18, 2014

Discos de modernos: White Sofa, discografía completa

Si decimos que vamos a hablar de un grupo que ha sido a la vez, clave para la evolución de la música popular de los últimos treinta años, fuente de inspiración para generaciones de grupos aún por venir y dolorosamente olvidado por el recuerdo popular, la prensa y el mismísimo Internet, la respuesta está clara: vamos a hablar de White Sofa.

Auténticos popes de la música popular contemporánea; innovadores en multitud de aspectos; originales, creativos, vanguardistas, visionarios… Cualquier adjetivo parece quedarse corto para calificar a este grupo originario de Detroit, cuyo genio creativo va a la par de su aborrecimiento a la media y a cultivar una imagen pública. Tímidos, reservados, evasivos… Como también hicieran Fugazi, y mucho antes de que Daft Punk se pusieran caretas de robots, White Sofa rechazaban dar entrevistas y limitaron sus apariciones públicas lo máximo posible, lo que también incluye sus muy pocos y escogidos conciertos.

Los inicios de la banda son bien conocidos. Era 1993, Kurt Cobain acababa de suicidarse y en Detroit Ted Taine, Richard Marsten y Dave Addams, tres chavales en su último año de instituto, entretenían a sus compañeros de clase tocando versiones de grupos de la New Wave de los ochenta y estilos más recientes como el Grunge o el Post-punk (Pearl Jam, Nirvana, Sonic Youth, Dinosaur Jr… ). En el Detroit de aquellos años predominaba el Hip Hop y el Tecno, con muy poco espacio para una torpe escena rock o hardcore y sin embargo, a estos tres amigos no les bastaba con hacer versiones de sus grupos favoritos. Ted tenía muchas melodías en la cabeza y Richard escribía de forma casi compulsiva; sabían que lo que tenían entre sus manos era buen material, pero no sabían cuánto. Obviamente, hablo de esto:



El primer disco de White Sofa, sin título y tomando como portada una foto de un catálogo de muebles, conocido entre sus fans como “el disco grunge” aunque bien es sabido que su sonido poco tiene que ver. Su sonido, sencillamente, se adelantó diez años al resto de la escena musical americana y británica (pasando por encima al Britpop). Así, la escena del revival Post-punk y Garage, encabezada casi una década después por grupos como The White Stripes (también de Detroit, claros sucesores de White Sofa y que siempre han aludido con múltiples referencias –empezando por su propio nombre- al grupo que más los inspiró), Interpol o Franz Ferdinand, queda prácticamente resumida en los 42 minutos que grabaron estos tres adolescentes. Para la memoria nos quedan títulos como Take me to the Prom o Let’s go to the movies.

Y lo que vino después condicionó, quizás para siempre, su mala relación con su propia imagen pública. La gira por distintas universidades americanas que siguió a la edición del disco provocó tanto revuelo y tanta presión sobre los miembros del grupo, que tuvieron que cancelarla a falta de diez conciertos (todos habían colgado el cartel de entradas agotadas) sin dar ninguna explicación más allá de una nota que alegaba agotamiento de los tres miembros. Y desaparecieron.


En 1996 volvieron a dar señales de vida, esta vez convertidos en un cuarteto y viviendo en Berlín. Alex Lissevtski, conocido teclista berlinés, los conoció durante su huída de los Estados Unidos y con él, su música dio un giro radical. El sonido krautrock y la electrónica berlinesa penetraron en sus venas como nueva adrenalina y como muestra quedó su segundo álbum:


Conocido como “el álbum neu”, las poderosas guitarras de Taine y Marsten dejaron paso a todas las innovaciones electrónicas que Lissevtski traía consigo, para dar como resultado doce temas que la propia Bjork no dudó en calificar como catalizadores de su propia obra (el vídeo que Chris Cunningham le preparó para All lis full of love con unos robots blancos sentados no se puede considerar sino otro guiño al grupo de Detroit). Sonidos vanguardistas que luego se convertirían en comunes al ser imitados hasta la saciedad por grupos como Massive Attack, Moloko o Radiohead. Tras una docena de conciertos en todo el mundo en escogidas salas, volvieron a desaparecer sin dejar rastro dejando la capital alemana para mudarse más al norte.


Y tres años después volvimos a saber de ellos gracias a su último (hasta la fecha) y más polémico disco, también sin título pero conocido popularmente como “el disco Ikea”, la quintaesencia del pop minimalista mezclado con sonidos Ambient y House, alejado para siempre de las guitarras que los hicieron famosos tiempo atrás:


La influencia de Islandia, donde vivieron la mayor parte de los tres años que les costó grabar el disco es palpable. Está grabado en medio de la nada y el sonido está inspirado por los sonidos de los bosques y los ríos islandeses. Brian Eno y Peter Gabriel lo tildaron de obra maestra y la lista de grupos que han tanto alabado como imitado su sonido es interminable: Boards of Canada, Sigur Ros, Animal Collective, Explosions in the Sky o Fleet Foxes por poner algunos ejemplos.

La polémica llegó porque todas las canciones del disco llevaban por título nombres de muebles (sobre todo sofás) de Ikea –Karlstad y Kivik destacan por encima de la ya impresionante calidad media del disco-, lo que no pareció hacer mucha gracia en las oficinas del gigante del mueble sueco. Pusieron en marcha su maquinaria de abogados y consiguieron que un juez ordenara no sólo la retirada del disco, sino de los otros dos anteriores también. La sentencia, lejos de parecer comedida, impedía a medios de prensa e Internet publicar información sobre el grupo, de ahí que Allmusic, Pitchfork o Metacritic no dispongan de información sobre ellos (ni siquiera la Wikipedia consiguió escaparse de la sentencia y la página que sus fans crean de vez en cuando siempre es cerrada automáticamente). El resultado: apenas hay información acerca de ellos y sólo algunas copias de sus discos se pueden encontrar en torrent a través de archivos con nombres codificados, sólo reconocibles para fans expertos. White Sofa parecen no haber existido nunca.

Para la memoria quedarán sus escasísimos conciertos, como aquel que uno que escribe tuvo la suerte de presenciar. Fue en el Doctor Music Festival que se celebró en Asturias, en La Morgal, en 2000, el único en territorio patrio. Su participación fue tan misteriosa que ni aparecen en la lista de grupos de los carteles oficiales (fueron una entrada de última hora y toda la publicidad ya estaba impresa). Aún y así, su mítico concierto en el escenario principal con su minimalista puesta en escena (un sofá blanco y ellos cuatro en solos en el escenario con sus caretas blancas de animales para que nadie los reconociera) quedará en la retina de los escasos 5000 afortunados que allí estábamos. Y eso sí que no se puede borrar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo ya tengo el último!! Yes!