miércoles, noviembre 26, 2008

& Interlagos

Estas líneas son difíciles de escribir, duelen, aparecen y desaparecen, las escribo y las rescribo, pero no hay manera de que fluyan. Quién me iba a decir que escribir una crónica de un GP me costaría semanas. Estar liado en el trabajo no es excusa, ni tener muchos trabajos pendientes por culpa de las clases tampoco; es otra cosa...

Pero vaya traca final, ¡un mundial en la última curva! Es difícil pedir más emoción para la última carrera. Parece que al final vamos a tener que acabar agradeciendo a Lewis Carl los estupendos finales de temporada que nos está brindando... en cuanto a espectáculo se refiere, claro. La calidad de pilotaje is another story.

Interlagos- Antes del inicio del GP pintaban bastos para los Ferrari, hasta ahí estamos de acuerdo. Para empezar, todas sus posibilidades pasaban por calificar arriba ambos dos y por una floja calificación de Lewis Carl, y se cumplió en parte. Pole para Felipe y cuarto puesto para el inglés, los dos coches que quedaron en medio: un sorprendente Trulli y Kimi. Por detrás estaban Heikki (un alivio para el aspirante Lewis Carl) y Alonso. Recordad que para aguar la fiesta a McLaren, Massa debía ganar y Lewis Carl tenía que finalizar sexto o peor, complicado pero no imposible con esta parrilla.

Para añadir más pólvora al asunto, el domingo se puso a llover a escasos minutos del inicio de la carrera, con el consiguiente retraso de diez minutos en el inicio de la misma para dar la oportunidad a los pilotos de cambiar a ruedas de mojado: montaron intermedios. Se salió muy calmadamente, ya que la parte del circuito más complicada de recorrer, la s de final de recta, era precisamente el lugar donde más agua había; así que salvo Heikki y Vettel que adelantaron a Alonso, todos los demás mantuvieron la posición. Para no defraudar el finlandés, y como buen resumen de su temporada, antes de la cuarta curva ya había sido rebasado tanto por el alemán como el asturiano. Se continuó con Massa seguido de cerca por Trulli y con Kimi y Lewis Carl detrás un buen tramo de carrera.

Se empezó a secar la pista y proporcionalmente comenzó a subir la presión para los candidatos, ¿cambiaban o no? Alonso y Vettel entraron en la 9, Massa en la 10 y Trulli, Raikkonen y Lewis Carl en la 11. Para cuando todo se hubo reestablecido, pudimos comprobar cómo se había premiado a los valientes; clasificación: Massa, Vettel, Fernando, Kimi, ¡Fisichella! y Lewis Carl. El bueno del italiano había entrado a cambiar años antes que todos los demás para buscar protagonismo, y lo estaba consiguiendo ya que gracias a él el inglés perdía el campeonato (mención aparte merece en este punto Trulli, ya que con su espantosa parada pasó de estar el segundo a quedar el noveno para así desaparecer por siempre jamás).

En esta segunda parte de carrera el Toro Rosso y el Renault presionaban a Massa, y Kimi, una vez Hamilton se deshizo de Fisico, demostró que no tenía ninguna gana de ayudar a su compañero de equipo. En lugar de hacer tapón al inglés para favorecer que se le aproximaran coches por detrás (Timo y Heikki) y así presionarle aún más, pues decidió hacer todo lo contrario y tirar para adelante con todas sus fuerzas como si el cuarto puesto le fuera a dar la vida eterna. Cómo se nota que los buenos de Jean (Todt) y Ross (Brawn) ya no mandan en la Casa Roja. A todo esto y volviendo a la carrera, Vettel se apartó momentáneamente de la lucha por el podio al entrar a boxes a media carrera, y demostrar así que tenía que hacer una parada más que el resto. Estrategia arriesgada para el joven fenómeno.

Llegó la segunda ronda de cambio de neumáticos, y entrando Massa en una vuelta, Fernando y Lewis Carl en la siguiente y Kimi una vuelta más tarde, se volvió a la situación anterior. Tras parar por teórica última vez Vettel y dejar que se restauraran todas las posiciones, la clasificación quedó como sigue: Massa, Alonso, Kimi, Lewis Carl, Vettel, Heikki y Glock. Con el inglés en cuarto lugar y teniendo por detrás a Vettel (que podía pasarle) y a Heikki (que no podía pasarle), tan sólo una hecatombe podía alejar del título al infecto piloto de McLaren.

Y la hecatombe llegó.

Amenazaba lluvia, y mientras Vettel se acercaba peligrosamente al inglés para darle algo de ánimo a la historia, el Hermano parapléjico cerebral entró en escena para deleitarnos con uno de los mejores planos secuencia de la historia de la F1. Así, sin más, sin efectos especiales, ni cortes, ni guionistas, ni grandes decorados. Él y sólo él de todo el equipo McLaren estaba capacitado para caminar los cinco metros que separaban el box (cubierto) del pit lane (descubierto), invirtiendo en tamaña hazaña minuto y medio, para poder mirar al cielo, entrecerrar los ojos debido a las gotas que le caían en la cara, volver la cara al box y con gesto serio, asentir. El minuto y medio que le costó volver adentro fue algo que el realizador, cargado de bastante más mala hostia que yo en estos momentos, no nos quiso censurar, para así completar una de las excursiones más épicas que ningún ser humano haya realizado jamás. El camino de Frodo se queda a la altura de la ruta de las Xanas al lado del Tour de Force que semejante elemento mediático nos brindó. A todos. ¿Que podrían haber mirado por la tele para comprobar si llovía o no? ¿Que podrían haber preguntado a los ingenieros de pista, que ya estaban en el pit lane? Si estáis pensando algo así, no sé de qué estáis hechos.

Total, todo el párrafo anterior para decir que ocurrió lo único que podía acercar a Ferrari a la victoria: llovió. En este punto hay que recordar, para que nadie lo olvide nunca, la lastimosa actuación de McLaren hasta este instante de carrera. Antes de que la lluvia comenzara (aunque estaba ahí, amenazando), los McLaren optaron por bajar revoluciones y racanear de forma totalmente innecesaria, con una actitud que sólo el asturiano puede definir: arroncharse. Se arroncharon de forma humillante, acongojados, se les encogieron todos los miembros del cuerpo y empezaron a cruzar todos los dedos que podían cruzar (empezando por la impresionante mujer que le han puesto por novia al inglés). Un espectáculo muy cutre, sólo les faltó pedir la hora, o tirarse al suelo pidiendo penalti. Horrible. Un campeón ha de ganar por méritos propios, no por deméritos de los demás, y aunque para la historia sólo quedará que Lewis Carl ganó por un punto en un mundial "muy emocionante", él sabrá todas las noches al acostarse que se arronchó, y eso que al no haber pasado nunca por Asturias, probablemente desconozca el significado de una palabra que sin duda le golpeará en su cabeza constantemente.

Pero terminemos con la carrera y con el post. Cambiaron todos a mojados... ah no, perdón, ¡todos no! El fenómeno de Timo decidió jugársela y aguantar las cuatro vueltas que quedaban sin entrar a cambiar neumáticos: Hamilton quinto. Por detrás del inglés empezó a presionarle de lo lindo el bueno de Vettel, quien gracias a la inestimable ayuda de Kubica y su afán por desdoblarse, le quitó la posición al inglés. La penúltima vuelta la dio Lewis Carl como subcampeón, y la última también, hasta la última curva. Al pasar por allí se encontró al pobre de Timo luchando por enderezar su coche, y por perder menos de los veinte segundos que estaba perdiendo por vuelta. Los idiotas (ya no cabe más que el insulto manifiesto y honesto, no hay otra forma de calificarlos) de los comentaristas no se dieron cuenta, y por su culpa España entera celebró por segundo año consecutivo la desgracia de McLaren y del bueno de Lewis Carl, salvo unos pocos que como yo, llorábamos desconsolados en un rincón del sofá mientras gritábamos: "Lobato, sunormal, ¡¡a ver si te enteras de una vez!!"

Luego llegó el dramón. Los Massa (que miedo de familia, son todos iguales) pasaron de la euforia a la tristeza más inmensa, y de paso demostraron que el rosario que lleva la madre a todas las carreras no sirve para nada (que buen momento hubiese sido para decirle "¿lo comprendes ahora? Dios no existe"). Y el clan McLaren echó a correr (menos el Hermano, que no puede) por todo el Pit Lane locos todos de contentos porque por fin podían quitarse de encima esa sensación que tenían todos dentro y que no les dejaba respirar: el complejo de arronchaos.

Mención aparte merece el dramón plus plus que nos brindó Massa en el podio, saludando como si fuera San Pedro a las puertas del cielo, y la rueda de prensa que nos dio a todos los que aguantamos hasta el final. Ni Fernando pudo contener la sonrisa ante el discurso melodramático-quinceañero-looser-cañí del eterno aspirante.

¿Y todo esto para qué? Para aprender dos cosas:

- Lewis Carl ganó, porque no quedaba más remedio.
- Massa no será campeón jamás, JAMÁS.

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