viernes, febrero 12, 2010

La boda de Álvaro

Muchas anécdotas salpicaron el siglo, pero hubo una fiesta que alcanzó popularidad como ninguna. Hubo una fecha en la que se reunieron los más ilustres asturianos para celebrar uno de los más importantes e inolvidables acontecimientos de nuestro siglo XXI: La boda de Álvaro.

El día acompañó (como era de esperar) y ni una nube surcó el cielo azul. Había gente en San Lorenzo, el mar llegaba a la orilla con suaves olas, y las gaviotas cantaban la buena nueva. Y todas las miradas, por supuesto, estaban dirigidas a San Pedro. Allí llegó el novio más playu que se recuerda, llegó en madreñogiro. Uno podía notar como la emoción crecía en aquella plaza, y fue una pena que algunos impacientes entraran en la iglesia antes de tiempo, pues se perdieron la siguiente escena: la novia levantó las primeras exclamaciones de júbilo y sorpresa entre las decenas de personas que allí se reunían, haciendo aparición tras recorrer todo el paseo del muro en un coche conducido por Fernando Alonso. Su llegada a la plaza fue acompañada por el noble Asturias Patria Querida interpretado para la ocasión por Hevia y la OSPA. Cuando terminaron, todos fuimos adentro la iglesia.

No podía ser de otra forma, y fue bien sabido que él mismo lo pidió: la ceremonia la ofició Tinín en persona, de asturiano y con montera picona. Un chaval muy moderno, de aquellos de la época, que llamábase Luis Mallo le ayudó realizando las labores de monaguillo y cuidó que no faltara detalle. Una vez los novios se hubieron desposado, el coro de mineros del Pozo María Luisa emocionó a todos los allí presentes con su canto. Seguido volaron sombreros y llovió arroz.

El vídeo de aquella ceremonia fue algo raro, y aunque se comentó que en Francia había gustado mucho, en Gijón más bien no. Lo grabó Cienfuegos, y lo hizo en Super 8. Las imágenes eran raras, y estaban grabadas desde unos ángulos imposibles, pero desde luego lo peor del vídeo fue que no se pudo escuchar unos hermosísimos votos que el señor Salmón improvisó para la ocasión y que emocionaron a más de uno aunque, eso sí, lágrimas no se vieron, que menudos son los playus. Afortunadamente y para compensar, aunque aquella grabación no saliese como se esperaba, Lobato, el calvo de la F1, fue el comentarista ideal para todos los asturianos del mundo que no pudieron presenciar tan magno evento, y se tuvieron que conformar con verlo por la TPA vía satélite.

Llegó la hora del banquete, en Casa Coti. Se sirvieron miles de cachopos para los cientos de invitados, y todos agradecieron que Jose Andrés llevase la cocina. Además, contó con la inestimable ayuda del dr. Alergia, que preparó litros y litros de salsa cabrales para acompañar. Mucha sidra Trabanco tuvieron que beber los comensales para digerir tanta carne y tanta fabe que se sirvió, así que después, como en toda mesa asturiana que se precie, no faltó el arroz con leche y el anís para que los estómagos menos curtidos (normalmente de la gente del sur, es decir, de Oviedo) pudieran digerir tal festín. Eso sí, y que no se entere nadie, algunos incluso necesitaron la ayuda del algún médico que les recetase algo más poderoso que el orujo, y todos los asistentes recordarán la caballerosidad del doctor Mateo, que se ofreció a pasar consulta a quien quisiera para que así el afortunado doctor Ezequiel pudiera disfrutar de aquel día y de los flamantes novios.

El cotillón fue en la Llorea, y como para olvidarlo. Ninguno de los miles de playus que allí estuvimos hubiésemos podido soñar con semejante fiesta de prao. Para empezar, PITII se trajo todas las atracciones de la Semana Negra, y la Noria, solemne, presidió toda la fiesta. Y quién hubiese sido niño aquel día. Por si no les bastó con toda las atracciones para jugar y divertirse, el SEPRONA les trajo a Paca y a Tola para que corretearan por entre los hoyos. ¡Qué gracia ver a los cuidadores del campo corriendo detrás de las osas para que no hurgaran en el prao!

La música la puso una banda muy escogida para la ocasión, y es que Nacho Vegas tocó la guitarra, Jerónimo Granda puso la voz y el humor, y Nosoträsh hicieron los coros y demás. Tocaron todas las canciones que los novios pidieron, no faltó ni una. Un festín, vamos. ¡Y qué otra pareja en el bar! La gente se sorprendió mucho al ver cómo en la barra libre, don Gabino sirvió gin tonics durante horas, y la buena de Pacitina no se separó de allí, y le contaba toda emocionada a quien se pasase a por otro cacharru que fue ella la que presentó a los padres del afortunado novio.

Llegó el atardecer y de forma improvisada, se montó una pachanga de fútbol que hizo las delicias de todos los aficionados al deporte rey. Allí en un momento Quini reunió a un montón de gente y organizó dos equipos: los amigos de Villa por un lado y los de Juanele por otro. Hubo de todo, hasta se armó una gorda acerca de un posible penalty… que si Abelardo le había pegado a Maceda… que si ya no se respetaba a los mayores… que si los merengues se tiraban mucho al suelo… Menos mal que de entre la multitud salió Díaz Vega, puso paz y el partido se reanudó. Al terminar, los ganadores brindaron la victoria a la novia, y todos cantamos con gran alborozo:

- ¡Que salude la moza!

Más tarde trajeron la tarta, y ahora algunos lo recordamos como uno de los momentos más extraños de aquella fiesta, que no duró un día sino que duró varios. Justo cuando los novios, mano sobre mano se disponían a cortar un pedazo de aquella enorme tarta charlota, una masa emergió desde dentro salpicando a los más curiosos (los de la primera fila) de chocolate, merengue, bizcocho y guindas. Con sorpresa y estupor, observamos que la tarta traía sorpresa, y es que allí dentro estaba Natalia Estrada en bañador, pero la sorpresa no acabó ahí, no. Y es que ella no apareció sola.

Así es, nadie sabe muy bien cómo se metió dentro, pero el caso es que Tono estaba abrazado a la ilustre estrella de la televisión italiana y la diva no parecía molesta ni mucho menos. Todo lo contrario. Por supuesto que esta anécdota arrancó las risas más generosas de los presentes, y sólo recordamos aquel instante con contrariedad, los que pudimos ver a Cristina del Valle llorando en un rincón mientras presenciaba aquel dulce espectáculo. Nunca comprendimos bien a qué se debió aquello.

La noche se echaba encima, y algunos invitados decidieron marcharse antes de que la fiesta subiera a mayores. Entre ellos Menchu, abuela de la princesa de España, acompañada de su nieta, se acercaron a la pareja; presentaron sus respetos, entregaron un magno regalo y tras un sobrio y elegante intercambio de reverencias se fueron. Fue todo un honor presenciar aquel solemne momento.

Una única mancha pudo marcar semejante celebración, un oscuro momento en el que la policía apareció e insistió en que quería desalojar a Melendi. Al parecer, le habían pillado tratando de vender ciertas cosas a los niños. Menos mal que Héctor plantó cara a la embarazosa situación y con temple, cogió a uno de los policías por el hombro y le dijo:
- ¡Pero si un día es un día, hombre! –Y así les convenció para que lo dejaran estar, mientras que el carbayón prometió comportarse, y todos se fueron a brindar.

Mientras tanto, en la barra, la conversación se fue animando a medida que don Gabino perdía el pulso con los gin tonics y nos los llenaba más, y entonces varios corrillos se formaron en los que se pudieron escuchar curiosísimos debates. Recuerdo que el más interesante fue el que se formó entre Gotor, PITII, Gustavo Bueno y nuestro amigo Berto; cuánta sabiduría en aquel corrillo. Cuánto pudimos aprender, y sin embargo, olvidamos irremediablemente.

Y así continuó la fiesta, y acabó la noche, y llegó el día, y creo que volvió la noche y se volvió marchar alguna otra vez, y allí seguía la gente. Los novios no, claro está. Nadie recordaba exactamente cuándo se habían marchado porque sólo se despidieron de sus familiares más íntimos (a nadie le sentó mal aquella evasión, teniendo en cuenta que los invitados se contaron por decenas de miles), pero poco importó. Aquella romería siguió y siguió, y puedo asegurar (y cualquier otro playu al que le pregunten lo corroborará) que fue irrepetible, y nunca en Asturias ni en Gijón se reunió tanta gente para un evento similar, y todos gozamos y fuimos felices, y nos sentimos orgullosos de haber presenciado la unión de tan célebre pareja.

3 comentarios:

Álvaro dijo...

Venga, vale, por lo del madreñogiro te lo tengo que perdonar todo, incluso esta bizarrada. Sabes que esto se lo voy a mandar a Cris-Al, ¿no?

srcocodrilo dijo...

¡Sería todo un honor!

Pero ya sabes, el siguiente paso es que lo lean tus padres, y así podremos iniciar la ronda de contactos de invitados...

CaesarHec dijo...

jajjajaja ya sabéis mi política de bloqueo económico a las bodas, pero como montes un sarao mínimamente parecido a esto, pido que me vuelvan a aceptar en la iglesia y hago hasta de monaguillo!!

Sólo eché en falta un párrafo dedicado a las amigas de la novia, acosadas desde semanas antes del enlace por los amigos del novio.

pd: En relación al incidente con Melendi, decir que tengo una amigo que, ahora sí, ha dejado de fumar. Pero me ha encargado decirle a berto que en cuanto lo vea va a fumar como un indio cabreado.