miércoles, febrero 08, 2012

Nos la están colando

Hay un tipo en mi trabajo que se pasa el día diciendo “ya se sabe, corren malos tiempos para la lírica”, como una muletilla, como si eso explicara todo lo que está sucediendo, como si fuera la última línea de su análisis crítico de la situación política. Lo curioso es que todavía no sé de qué pie cojea esa persona; desconozco su ideología, y hasta dudo mucho que sepa lo que está ocurriendo. En otras palabras, mi compañero no sabe que nos la están colando. Dice que son malos tiempos para la lírica, y ante una frase así todos asentimos, entornamos los ojos, y acompañamos a coro con un “así es”, y ala, ya te puedes ir a casa pensando que acabas de dar con el problema, que acabas de arreglar el mundo. Como mucho una cerveza como recompensa antes de llegar a casa.

Pero el nuevo gobierno, al margen de lo que piensen en mi oficina, está desvelando las dudas que había (que al menos yo tenía) sobre su orientación. Una semana antes de las elecciones comentaba no tener clara todavía la verdadera imagen de Rajoy. Dudaba acerca de si se impondría el ala de los moderados como Gallardón, o si Esperanza y su peculiar forma crear diferencias sociales dominarían la actitud del partido. Me equivoqué de pleno, ni lo uno ni lo otro. Ahora estamos comprobando que la verdadera cara del PP, no es sino Gallardón y su peculiar forma de crear diferencias sociales.

Peaje en el camino: que quede claro, no es el aspecto económico el que resulta inquietante. Al fin y al cabo, el gobierno socialista ya hincó la rodilla y cedió ante las presiones de esos entes llamados “mercados”, y comenzó a aplicar las medidas que le dictaron. No vimos ningún intento de unión política europea, ningún intento de acabar con el fraude, ni con la corrupción, verdaderos agujeros del Estado. El PP no está haciendo sino seguir la ruta ya iniciada por el Gobierno anterior, que consiste simplemente en una suma atropellada y desordenada de medidas que se van tomando siempre en la misma dirección (lastrar a las clases medias y liberar a las altas) pero sin ningún orden. Como si el becario de Botín fuera el que manda en todo esto.

Pasado el peaje vuelvo a la ruta: al margen de la economía, el problema es todo lo demás (¡!). El actual gobierno está aprovechándose de la situación, de una sociedad noqueada, aturdida a merced de esos “mercados”, arrinconada por la amenaza del paro y capaz de cerrar los ojos ante las barbaridades que el gobierno está realizando con tal de mantener viva la esperanza de que “si aguanto todo esto, al final pasará la mala racha y volveré a tener trabajo”. Una curiosa forma de flagelarnos, la nuestra. Para que luego digan que no somos buenos católicos. Dóciles, sumisos y esperando el perdón, mientras cargamos con nuestra culpa. Parece que vamos por la calle rezando “La vida es un valle de lágrimas…” Y mientras tanto nos aprietan un poco más.

El nuevo gobierno, para empezar por lo sencillo, falla en las formas. Mienten al argumentar por qué el toreo ha de protegerse, alegando medidas tomadas en Francia que no son reales. Mienten al justificar la sustitución de Educación para la Ciudadanía por otra asignatura, amparándose en presuntos textos sacados de libros de texto de la asignatura cuando no es así. Y mienten cuando nos cuentan las supuestas bondades que la reforma de la ley de divorcio traerá a nuestras administraciones. Pero efectivamente, estamos hablando de formas. Irrita que no le digan la verdad a uno (por eso perdieron las elecciones de 2004, por mentir), pero no nos podemos detener mucho en esto porque al fin y al cabo no es lo más grave. Lo más grave es el fondo de sus medidas.

Y lo más grave del fondo de las medidas presentadas en las últimas semanas por el nuevo gobierno, es ese carácter anacrónico y retrógrado que lucen. El ambiente huele a moho. De pronto los ministros (por Rajoy ni pregunten, ni está ni se le espera) nos han llenado los telediarios de términos como adoctrinamiento, cadena perpetua, despenalización del aborto, píldora postcoital con receta, términos que creíamos de otro tiempo… el telediario se ha convertido en Cuéntame.

Está mal que propongan que la píldora poscoital se tenga que pedir con receta; asusta a los jóvenes que la pueden necesitar. Está mal que Gallardón pretenda llevar el aborto de vuelta al año 1985 y aleje a las mujeres del derecho a decidir por sí mismas sin tener que sentir más culpables de lo que inevitablemente se han de sentir. Está mal que el PP a bloque lance globo sondas, a ver cómo ciertas ideas opresoras como terminar con las ayudas a los enfermos crónicos calan en la sociedad. Está mal, muy mal, que se plantee la posibilidad de establecer la cadena perpetua en este país, un país que en el artículo 25.2 de su Constitución establece que que “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”; leyendo esto uno diría que esa propuesta es anti-Constitucional, a la baja. Y está mal también que en la propuesta de reforma educativa introduzcan términos como “Estatuto de Carrera Docente” o “Autonomía de los centros educativos”, porque leyendo las explicaciones que dan uno entiende que están proponiendo diferenciar entre listos y tontos (de una manera pueril), y entre ricos y pobres (de una manera cruel).

No entiendo por qué somos incapaces de superar ciertas cuestiones y volvemos siempre sobre los mismos temas, ya lo comenté hace poco, así que probablemente no sea la persona más adecuada para comentar estas propuestas. Pero una sociedad acobardada y paralizada por el amenazante miedo a la falta de empleo no está en condiciones de reaccionar frente a ciertos abusos de sus gobernantes. Estamos dormidos y tenemos que despertar. Cuanto antes.

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