miércoles, noviembre 14, 2012

Simpatía por el Diablo, de Agustín Díaz Yanes

Esto es Espasa, y aquí todo el mundo puede escribir una novela. Bueno, todo el mundo no, pero si eres Agustín Díaz Yanes y has firmado películas como Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto, Sin noticias de Dios o Alatriste, entonces sí. De las dos primeras nada puedo decir, pero de la tercera, que el mundo sepa que me deben el dinero de la entrada y que maldigo a todos los hideputas –masculló Alatriste - que participaron en ella, pues durante su filmación se plantó la semilla que dio lugar a la ruptura entre Ariadna Gil y David Trueba. Ella dejó al guionista español con gafas y cara de buen chaval por el ilustre actor de Hollywood Viggo Mortensen (Aragooooooorn!), y eso hizo del mundo un lugar peor. El cine en 2006 costaba 4 euros.

Centrémonos. Esta es una primera novela y como toda primera novela, a su autor le ha costado mucho conseguirle la publicidad que se merece. O no. “Simpatía por el Diablo Agustín Díaz Yanes” en google descubre menciones en El País, Canal Sur, Página 2, Diario de Mallorca, RTVE, ABC, El Heraldo de Aragón, La Verdad (de Murcia), El Correo Gallego, El Diario de Córdoba, El Correo. Vamos, el típico apoyo que recibe un debutante. Pero bueno, me voy a dejar ya de protestar de forma gratuita.


La novela es una historia de suspense en una España paralela a la actual. En esta España sufrimos los mismos problemas de crisis económica y social que en la realidad, pero los personajes de las altas esferas políticas y del mundo financiero son otros. En este marco, una secretaria que se compra lencería en La Perla (nos lo dicen como cuatro veces) y se ve todas las series de televisión americanas habidas y por haber descubre que su jefe, el presidente del banco Hispania (Bankia, no. H-i-s-p-a-n-i-a), prepara una conspiración para dar un golpe de estado mediático y conseguir el poder del país en las urnas (hasta aquí la contraportada del libro). En la primera parte del libro nos presentan a los protagonistas (políticos en su mayoría: alcaldes, ministros, consejeros y ex-presidentes) que se van posicionando (buenos y malos) y nos relatan cómo se va fraguando esa tentativa de golpe de estado encubierto, y en la segunda parte la trama coge carrerilla hasta llegar al previsible desenlace final.

Simpatía por el Diablo está escrita en forma de best-seller y es una novela de libro (ja, me parto yo solo). Agustín cumple paso a paso todas las premisas que hacen que una novela pertenezca a este género literario. Gracias Malherido, por ilustrarnos desde el 2006:

- La estructura se apoya en Cliff-hangers constantes, y en la primera parte del libro alternan narraciones en dos espacios temporales diferentes, para que así la resolución de cada enigma se posponga un capítulo. Esto le da emoción a la narración.
- Las ideas que cuenta son obvias. La apuesta reveladora que nos ofrece el libro es esta: En España hay dos Españas, sí, pero no la izquierda y la derecha, no. Están los buenos y están los malos, y en los dos grupos (izq-der) hay gente de ambos. Alaaaa. Y como es una idea obvia la entendemos y eso nos hace sentir mejor.
- Cultura. Arranca el modo ¡aprendo, aprendo, aprendo! y suelta referencias de cultura contemporánea al alcance de la mano de cualquier mortal. La Cultura Trivial: series de televisión (El ala Oeste de la Casa Blanca y Deadwood), libros (Los Enamoramientos, de Javier Marías, principalmente) y música (ya ni lo apunté, pero eran cosas como La Shica…).
- Cine. Una vez nos presenta la historia en la primera parte, la segunda parte se convierte en película de espías: Corre, salta, huye, conspira, pincha el teléfono, corre, salta, folla (un poco), corre –explosión-, corre más, abrazo final.

Y me permito añadir alguna característica más a las citadas por Malherido:

- Es condescendiente con el lector. Nos habla de la crisis, culpa de ellos, las gentes con poder. Nosotros somos meras víctimas o meros lectores (espectadores) de todo lo que ocurre. Leyendo la novela me convenzo más aún de que la culpa de todo no es mía. El infierno son los otros.
- Los personajes van todos acompañados de juicios de valor (¡cómo me jode esto!). El que es malo, es malo hasta para abrir la puerta: saca el codo para que no te cueles. El que es bueno, es bueno hasta cuando te mata (si yo lo comprendo, usted me mata porque yo me lo merezco… muy Faemino y Cansado). Los buenos miran a las macizas con romanticismo (“Los labios demasiado finos para una belleza moderna”, pensó), y los malos las miran al escote cuando hablan y sólo piensan en las guarrerías que les harían si tuvieran veinte años menos.

Ya sólo me queda por cargarme al personaje principal: Isabel. Esa mujer anónima, salida de la nada, secretaria cumplida de un banquero, único personaje de la historia con el que los anónimos mindundis del mundo podemos identificarnos. Y vaya cómo nos dejan. Isabel se define por sí misma. Ahí van dos extractos:

“Isabel, siempre tan privada y tan convencional – “excepto en la cama”, pensó con satisfacción -, mientras se despedía del piso del Camino Viejo de Leganés y se encaminaba a entregar los documentos se vio a sí misma como una persona diferente. El pasado había quedado atrás definitivamente. Ahora tenía que pensar en el futuro.

“Isabel cuando se enteró de la muerte de su antiguo jefe no pudo contener las lágrimas. Se sintió un poco culpable. Ella había sido una de las causantes, si no la principal, de su muerte. Como les suele ocurrir a las personas de buen corazón, Isabel recordó al mejor Julián de la Hoz: al hombre cortés y educado, que jamás decía una palabra más alta que otra y que siempre le trató con deferencia y, por qué no decirlo, con cierto cariño. Como a una sobrina muy muy lejana.”

Está bien repartir para todos. Isabel es una persona de bien, porque sí, no te jode, que para eso me la inventé yo. El mejor Julián que podemos recordar es aquel que daba los buenos en el ascensor (todos los días), y el escritor es leísta. Olé.

Un personaje pueril, el peor de la novela. Se ve arrastrada a toda esta vorágine de conspiraciones y espías de chiripa, pero ni pertenece a este mundo ni va a quedarse en él cuando todo esto acabe. Además, ella lo sabe y no aspira a ello, tan sólo aspira a follarse al chico que le gusta y ver la tercera temporada de Deadwood. En toda la historia, no me queda claro por qué se decide a traicionar a su jefe (más allá de las necesidades del guión). Es más, diría que una persona tan servicial y con tan poco espíritu, nunca traicionaría a su jefe, por la sencilla razón de que no descubriría una conspiración ni en un documento que se titulase “Hoja de Ruta de La Conspiración”. Y además, no le leería los documentos a su jefe, que siempre le daba los buenos días. Eso de que las personas anónimas también pueden cambiar el mundo en acciones individuales, supongo que está sacado de la Aldea del Arce o algo parecido…

La última pregunta que uno se hace antes de cerrar un libro de estos es, ¿y para qué lo he leído? Y uno duda en la respuesta. Puede que lo haga para sentirse mejor consigo mismo (entiendo lo que leo, luego soy listo), para sentir que aprovecha el tiempo (leyendo este libro aprendo) o para sentirse superior a los demás (puedo criticar el libro, he encontrado sus debilidades y fallos, así que soy superior al autor y a las personas que lo han disfrutado). Da igual. Las tres respuestas esconden algo miserable en lo que preferiría no indagar.

Sexo: De parroquia. “Retrocedieron hasta una zona de sombras” p.62; “Javier salió del dormitorio procurando hacer el menor ruido posible. No quería despertar a Isabel, que dormía desnuda desparramada sobre las sábanas”, p.93; “Isabel se despertó de golpe y lo primero que sintió fue una enorme liberación (…) al final todo se había resuelto en una noche” p.99… Ni media teta asomando. En lo que a mí respecta, Isabel y Javier se pasaron la noche jugando al Tabú.

Naves espaciales: Ni una.

3 comentarios:

Cris dijo...

Vamos que no me la regalas para Navidad no? Tenía ganas de leerla! :(

CaesarHec dijo...

joder Pablo, es que lo vas pidiendo, Agustín Díaz Yanes....

Que se joda Trueba, ahora seguro que se arrepiente de haberle dado sistemáticamente todos los papeles a su mujer. Incluido aquellos en los que el protagonista era un hombre (Soldados de Salamina). Puto gafapasta. La librería de su hermano en Madrid mola.

srcocodrilo dijo...

Cris, el libro se deja leer fácilmente, y es cierto que a veces uno sólo quiere eso, de la misma forma que a veces nos apetece ver la Jungla de Cristal y no una de la Nouvelle Vague.

Aún así, creo que el libro se lo pone demasiado fácil al lector... casi diría que lo trata como si fuera tontito.

Ahora ya, lo de leerla o no, ¡queda a juicio de cada uno!