domingo, febrero 21, 2016

El marciano, de Andy Weir

Volvemos a Marte, y es que el planeta rojo no sólo mola ahora que el gobierno de los EEUU se plantea relanzar la carrera espacial y aparece en cartelera, así como por azar, una superproducción espacial de Hollywood cada año; es que aquí eso de viajar a Marte nos gusta desde hace tiempo. Esta vez nos lleva Andy Weir con su novela “El marciano” (“The Martian” es su título original, y en Francia la titularon “Seul sur Mars” -“Sólo en Marte”-. No entiendo por qué, pero me hace gracia). Todavía no he visto la adaptación al cine de Ridley Scott, con lo que me guardo otro billete para un nuevo viaje.

La novela, ya antes de que se estrenara la película, tenía colgado el cartel de best seller. La compré, siguiendo un razonamiento que demuestra por qué la sociedad de consumo funciona: porque tenía ganas de ver la película y como la portada del libro era la cartelera de la misma, pensé que mejor leerlo antes. Y, como ya me ha pasado tantas veces, el azuelo mordido tenía gusto amargo.

Nota mental: huir de todo lo que esté marcado como “Best Seller” en una librería, como se debe huir de un desconocido peinado con cortinilla que te ofrece un werters si vas con él a aquel callejón oscuro de ahí detrás y dejas que te enseñe una cosita.



La sinopsis es conocida gracias a la promo de la película, así que no desvelo nada: el astronauta Mark Watney, que forma parte de la primera misión tripulada a Marte, se queda solo en el planeta rojo tras una serie de desafortunadas coincidencias: un paseo marciano que se retrasa, una tormenta de arena que se echa encima del equipo, un objeto clavado su pecho y el resto de la tripulación cogiendo la nave de vuelta antes de que la tormenta se los cargue, dándolo por muerto y dejándolo allí. A partir de ese momento, Mark tendrá que conseguir sobrevivir él solito, puesto que ni siquiera tiene comunicación con la Tierra. Fin del capítulo 1.

El resto del relato nos cuenta los avatares que el apañado astronauta sufrirá para conseguir (o no) su objetivo de sobrevivir el tiempo suficiente hasta que alguien venga a recogerlo. Poco importa que la novela sea predecible. Al fin y al cabo, hay muchas grandes novelas que lo son. No. El problema es otro. El problema es que en la novela no hay nada. Está hueca. Es decir, hay trama y todo eso, sí: Mark empieza cada capítulo ideando algo, lo pone en práctica, funciona, se acerca un poquito más a su objetivo final, y justo en la última página del capítulo sucede un imprevisto que puede resultar fatal. Chan-chán. Cliffhanger. El desenlace hay que leerlo en el capítulo siguiente cuando Mark aparece ideando algo, lo pone en práctica, funciona, se acerca un poquito más a su objetivo… ¿Lo pilláis? Pues esta fórmula se repite más de cincuenta veces.

Es cierto que no puedo poner pegas al aspecto técnico de la novela (por desconocimiento), pero el relato se hace inverosímil. ¿Por qué? Porque el tal Mark Watney no es un ser humano, deber ser un robot, un puto replicante venido del futuro y durante el relato nadie nos dice nada. Si no, ¿cómo se explica que en los 600 días que el apañado de Mark pasa en Marte haciendo bricolaje solo, SOLO, no le cae ni una lágrima por su familia? ¿Ni un pensamiento para los suyos? ¿Ni una lágrima por una cervecita con los colegas después del trabajo? ¿Y una pajilla?, ¿tampoco eso, Mark? No, Mark no es de esos. Mark se limita a ver series de televisión de los setenta que tiene en un pen drive y a escuchar música disco. El resto del tiempo, trabaja. Hace esto durante más de seiscientos días y no pasa nada, el tipo aguanta. Tampoco le entre ni una diarrea, ni un fin de semana de estreñimiento, ni un puto dolor de muelas. Mark tiene un cuerpo a prueba de errores.

Del resto de los personajes-clichés que aparecen de fondo tampoco puedo decir mucho más en cuanto a su capacidad de tener sentimientos. Hay una jefa que se siente culpable por haber abandonado a Mark incluso aún pensando que está muerto y que ha salvado al resto… Hay otro jefe que piensa en los costes del rescate y en el riesgo que tiene que asumir por poner en peligro la vida de cuatro personas más para rescatarlo, duda de la viavilidad de la misión de rescate, y por lo tanto es el malo de la historia… Hay una friki, un chino, un tipo que se salta las normas y luego demuestra que ha hecho bien y todos lo admiran… Venga, ya paro.

Mi conclusión: los personajes de Indiana Jones and the Fate of Atlantis, videojuego de 1992, están más desarrollados. Scooby Doo y sus amigos… Pedro Picapiedra y Pablo Mármol… No sé, el clon de Peter Parker. Cualquiera. Los 4 del equipo A también eran personajes más trabajados y con diálogos internos más complejos... Vale, ya lo dejo.

Pase que el escenario mole, pase que se vea a la legua que esto nació como un guión de Hollywood (por mucho que nos lo vendan de otra manera); pase que tiene que hacer una peli súper impactante; visualmente espectacular a poco presupuesto que le hayan metido; pase que da para dos horas de cine… Dejadme que lea la novela de Andy tranquilo en la hamaca del hotel, con la piscina al lado, la cerveza a tan solo un gesto oportuno al camarero que me entiende y pensando en otra cosa como por ejemplo aué voy a cenar esa noche. Pero no me digáis que esto es una buena novela, ni un best seller. Ni una novela tampoco…

Sexo: El tipo pasa seiscientos días sólo en Marte, y por no sufrir, no sufre ni poluciones nocturnas…

Naves espaciales: Claro, claro, por eso la compré. Una base espacial en Marte, rovers marcianos, ruinas marcianas de anteriores expediciones reales… En este punto no defrauda (faltaría más).

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