viernes, diciembre 22, 2006

Grenoble 13. Le retour

Despidete de todos, acaba el té y di:

- Pasadlo bien y hasta el año que viene.

Da la vuelta, cierra la puerta tras de ti y a casa a dormir. Muy bien. ¿Lo tienes todo ? Bocadillo, fruta, agua, la ropa, los regalos, el neceser, la ropa para mañana fuera de la bolsa, el tebeo... ¡Mierda! Llama a Diego que te lo dejaste en su casa... A ver qué coño voy a hacer todo el viaje sin lectura... En fin, a dormir que ya son las doce y a las cuatro en pie.

- ¿Qué hora es? Las tres y media.

Qué bien, tres horas sin dormir y ya sólo me queda una. Y una hora después, cuando suena el despertador, ahí estoy yo esperándolo, como si él se hubiera retrasado. Levántate, una ducha rápida, recoge todo, mira el despertador (las 4:45 ) y vete a la parada de tranvía; tirando antes la basura, que en dos semanas se puede revelar contra tí y cambiarte la cerradura.

Primer medio de transporte, el tranvía hasta la estación. Como has llegado media hora antes de la salida del tren vete a la librería a ver si se puede comprar algo. "La fascinación de lo peor." Tiene buena pinta y lo mejor, es delgadito. Súbete al segundo medio de transporte, el tren a Ginebra. Tarda tres horas y media por culpa de una avalancha de nieve que tienen que quitar de la vía. Tercer medio de transporte, el tren de Ginebra al aeropuerto.

Una vez en el aeropuerto, a las 9:30 y con el avión saliendo a las 12:00, siéntate en una mesa, pídele al camarero español un café, pero hazlo en francés, y pasa las horas entre tu libro y la gente que te rodea. En el libro el protagonista se va de viaje a El Cairo; que sobrao me siento, que reconozco los lugares. En la cafetería, entre las cuatro mesas que me rodean se están hablando cinco idiomas a la baja, y hay personas de otras tantas razas. Por supuesto y porque estamos en Ginebra, todos están comiendo chocolate y llevan unos relojes espectaculares.

Cuarto medio de transporte, las dos horas y media de avión a Madrid. Qué bien que no te puedas dormir. Al menos sigue leyendo. El protagonista divaga sin ahondar mucho en la historia, y juega con la idea de la obsesión que nos produce ponernos siempre en lo peor, la satisfacción de esperar la catástrofe. Ya estoy en Barajas. Medios de transporte quinto, sexto y séptimo: un tren que me lleva desde la T4 satélite hasta la T4, un autobús que me acerca hasta la T2 y finalmente casi una hora de metro cruzando Madrid, tomando tres líneas distintas y una veintena de paradas. En el viaje de metro, muchas personas van leyendo libros y sin ninguna razón especial me dedico a observarlos a ellos; cómo apenas levantan la vista de su lectura salvo para comprobar la parada en la que estamos o para dejar hueco a otro pasajero; a ver si llego de una vez que ya tengo hambre.

En la Estación de Atocha busca un banco en el botánico donde sentarte y descansar, las 16:00. Haz alguna llamada para matar el tiempo. Una hora después súbete al último de transporte de día, el AVE a Sevilla, y van ocho. Consigue dormir un poco de una vez, las dos primeras horas que duermes en dos días casi. Abre los ojos, acaba el libro; el protagonista también vuelve de su viaje de El Cairo cansado, con ganas de volver a casa. De pronto las primeras luces de Sevilla se dejan ver, son las 19:30 y hace catorce horas que salí de casa para coger ocho transportes distintos y volver otra vez...

Canción de la semana
, y Feliz Navidad,

srcocodrilo.

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