sábado, febrero 06, 2010

Un par de ideas sobre Avatar

Hace poco vimos (como todo el mundo ha hecho, según la televisión) la película de Avatar en el cine. La que es ya la película más taquillera de la historia sigue llenando los cines de todo el país, y para ver mi primera película en tres dimensiones tuve que comprar por primera vez las entradas por Internet, ya que en la taquilla justo antes de entrar (como siempre hemos hecho) resultaba imposible, sold out.

El caso es que no sé bien a qué se debe, pero en lugar de tomármela como una película palomitera más, dedicarme a pasar un buen rato y olvidarla a los tres días, me dio por sacarle punta a la última peripecia del señor James Cameron. Vaya por delante que asumo que esto es una paja mental mía, y que la película probablemente no merezca tal análisis, pero también hay que reconocer que la humanidad se ha tragado las ideas más absurdas así como de poco a poco, de forma casi subliminal. Por cierto, vienen spoilers al máximo.

Al margen de los consabidos y habituales comentarios, hay un par de jugadas del amigo James que me gustaría compartir. Pasemos por encima de lo que salta a la vista por demasiado obvio: es una película simple, con personajes absolutamente planos (buenos-buenos y malos-malos), con un final predecible y una historia chico-chica más que conocida. No deberíamos (pero lo haremos) pasar por alto ciertos temas que toca el amigo James como el supremacismo blanco (sí, los monstruitos ganan, pero solo cuando un blanco les enseña, nosotros sabemos lo que es bueno para ellos), la elección de la fuerza sobre la inteligencia (los soldados pueden llegar a ser inteligentes y sensibles, pero no al revés, los científicos nunca serán héroes) y el oportunismo pro-ecología del que hace gala (la princesa Mononoke a la una… a las dos…). Reconozcamos de paso la sensacional puesta en escena e impacto visual de la película, además de la increíble recreación que realizan tanto de esa flora imaginaria del planeta como de la tecnología futurista de los humanos, y ya podemos ir al grano.

El primer quiebro que me pegó nuestro amigo James fue cuando Sigourney Weaver, para tratar de convencer al ejecutivo de la empresa invasora de que no se carguen “el árbol de las almas”, le pide que no cometa semejante aberración razonando que en realidad se trata de un enorme ser vivo. Dice que ese árbol, a través del cual los monstruitos azules se comunican con su dios Eywa y pueden escuchar las voces de sus antepasados (qué grande ese facebook de los muertos), está en realidad conectado con el resto de plantas y demás seres vivos del planeta, “como si de las sinapsis de una red neuronal se tratara.” Esto en mi pueblo es un órdago bastante grande, ya que la ciencia y dios no se han llevado nunca demasiado bien que digamos. Allí donde la primera ha iluminado no hemos encontrado ni rastro de eso que las religiones llaman Dios; así que tratar de razonar científicamente el comportamiento divino del árbol, haciendo gala de una especie enfoque científico de la religión, en estos tiempos en que el sector ultraconservador de la sociedad norteamericana trata de comparar el creacionismo con la Teoría de la Evolución (por ejemplo), me rechina un poco.

Afrontar la existencia de un dios creador y todopoderoso desde un punto de vista científico es, a mi juicio, demasiado hasta para una película de ciencia ficción (o quizás no, pero sí en ésta. Será que se la tengo jurada al bueno de James desde el bodrio aquel del barco).

El otro mensaje que me sorprendió, fue ese final de que tú puedes convertirte en tu avatar. Es cierto que las artes (y el ser humano, por extensión) siempre han fantaseado con la capacidad del hombre de convertirse en algo más. Siendo estrictos, el Quijote ya apuntaba maneras, así que en este sentido la idea no es nueva.

Tampoco resulta una novedad en el campo de la fantasía o la ciencia ficción, y cualquier héroe de cómic no es más que una representación de algo parecido. Bruce Wayne se convirtió en Batman para vengar la muerte de sus padres y saciar su sed de violencia, y Peter Parker se disfrazaba de Spiderman para poder ligar. ¿Y por qué entonces me choca más en el caso de Avatar?

Lo he asociado a mis reservas respecto a este nuevo plano de la realidad que estamos creando, el plano digital del que ya hablé en su momento. Second Life o el omnipresente caralibro son los más destacados ejemplos que podemos encontrar en la red, pero este blog tampoco se escapa a la idea. Supongo que no me gustó por el tono de victoria que toma la película al soltar el mensaje, ya que al fin y al cabo la historia acaba bien porque el protagonista se convierte en uno de ellos. Él podrá, pero no los espectadores. Ellos podrán pasarse todas las horas que quieran fingiendo ser quienes no son en la red, pero las cuarenta horas semanales de trabajo, el comer cara a cara con otras personas y el tener que ligar en los bares no se lo quita nadie. James, te has pasado.

No sé. Termino el post y no tengo nada claro. Dos relecturas y no me convence. Creo que lo mejor será verme una de Lynch para relajar y mañana será otro día…

4 comentarios:

Morvader dijo...

Final predecible???. La peli no te recuerda a Pocahontas??

CaesarHec dijo...

Yo no la he visto, en parte no tocar los güevos, pero sobre todo porque no atrae absolutamente nada.

Pese a no haber visto la película, soy una inagotable fuente de odio hacia ella. Por lo tanto, me ha encantado el post y suscribo con entusiasmo todas las afirmaciones del señor cocodrilo.

pd: cómo va la nueva normativa de la VB R.L.???

mitrulk dijo...

yo tampoco la he visto, ni pienso hacerlo, pero gracias por darme argumentos para criticarla sr cocodrilo

para cuando un post sobre dios y la ciencia...

srcocodrilo dijo...

Esto es un público influenciable, y nada de mariconadas...

Pocahontas? Sólo recuerdo que yo no sabía qué significaba que una tía estuviese buena, pero de inmediato supe que Pocahontas lo estaba.