lunes, noviembre 01, 2010

Por fin encontré mi música

Es sábado por la noche y no hay un gran plan, más bien el plan habitual. Cena de parejas (hoy tres), y luego una copa si se tercia y luego a casa y luego a dormir, que estamos cansados y necesitamos reposar, como si nos estuviéramos preparando para algo.

El restaurante elegido esta vez es un coreano, nuevo en la ciudad y nuevo para nosotros. Al final resulta que un restaurante coreano en España es exactamente igual que un restaurante japonés en España. Quién sabe si algún día podré demostraros o no que en realidad no tienen nada que ver y que sus menús son completamente diferentes, pero a día de hoy lo único que puedo deciros es que en ambos de comen sushis, tempuras, tepanyakis, y los helados esos fritos que desafían las leyes de la termodinámica.

Se acaba la cena pero la conversación ha sido agradable, hasta me he tomado un chupito de sake (caliente) para celebrar la simpática y llevadera velada, así que esta vez hay bola extra: nos vamos a tomar una copa.

Deambulamos por unas tres o cuatro manzanas como si fuéramos turistas, sin saber muy bien adónde ir. El problema no es que no conozcamos los bares, el problema es que nos han quitado los bares a los que íbamos, o que ya no hay bares para gente como nosotros, o algo por el estilo… y para cuando nos animamos a entrar en uno, resulta que no damos el perfil. Primero entran las tres chicas con uno de nosotros, sin problemas, pero luego llegamos los otros con los suficientes metros de diferencia como para que el segurata piense que somos un grupo diferente, y con un calzado bastante odiado por estos tipos que viven en los gimnasios de día, y a las puertas de sitios donde otros se lo pasan bien de noche. Axioma: Siempre hay alguien que está más jodido que tú, y no es malo que eso te reconforte.

Llamamos a los que ya habían entrado, y agradecemos para nuestros adentros que no nos haya dejado pasar. ¿Cómo era? Algo así como “no me gustaría estar en un sitio en el que no quieran a gente como yo”. Puede que no sea como la frase famosa, y puede que ahora me resulte demasiado obvia, pero cuando tenía diecisiete años me hubiese venido muy bien que alguien me la hubiera contado. En fin. Seguimos la marcha y el siguiente bar que recordábamos como aceptable ahora se ha convertido en un cabaret que ofrece shows lésbicos; pero no hoy, así que tampoco entramos.

Gastamos la última bala y la gastamos bien: un sitio pequeño, aceptable, hasta arriba de gente merced a sus precios, pero en el que podemos pasar un rato en la calle sin que nadie nos moleste y prolongar la charla. ¿Pero qué charla? Como es imposible formar un grupo de seis personas para mantener una conversación a menos que el tema nos interese mucho a todos, es preciso formar subgrupos con distintas conversaciones de forma que todo el mundo quepa en una. Y como no, al igual que cuando tenía diez años y en clase de gimnasia nos pedían emparejarnos y yo era de los que daba vueltas con las manos al frente como intentando atrapar palomas al vuelo (volando a ras de suelo…), hasta que me tocaba bailar con la más fea -más o menos lo mismo que ella o él pensarían de mí- pues me quedo fuera de juego.



Resuelvo finalmente que lo más productivo que puedo hacer es dedicarme a observar a la gente que me rodea, y con un poco de suerte encontrar algo lo suficientemente pintoresco como para entretenerme la media hora que me queda hasta que me vaya a casa. Y va y resulta que encuentro un pozo de petróleo. Aún por explorar:

“Ya he encontrado mi música, tío… Esta vez sí, creo que por fin he dado con algo con lo que podré meterme en el mundo de la música… en serio tío.”

No puedo escuchar lo que dice el otro ya que es el que me está dando la espalda, pero intuyo que poco importa.

“Pues se trata de una especie de psicodelia, progresiva, melódica… Cómo explicarte, ¿conoces el último disco de Muse? Son tres sinfonías, ¿no? Bien, pues lo que yo quiero hacer se parece a la tercera.”

Alguien me importuna… me pregunta algo que no me interesa y tardo unos segundos en responder y desembarazarme de una potencial conversación que no aspira a ser ni la mitad de interesante que lo que este tipo me está ofreciendo. Tardo unos segundos más en volver a situar su conversación:

“Porque por ejemplo, el canon de Haendel, el de tí – tininí – tininininí… eso no es una canción, es un canon.”

“Ahí sólo hay melodía, así que no puede ser una canción.”

“Es lo que pasa en la música clásica, que son sólo melodías, porque es la música que menos ha evolucionado. Luego está también la ópera, pero eso ya es un cristo que no hay quien lo entienda…”

Me pican en el hombro, nos vamos para casa. No sé si respirar aliviado o pedirme otra copa, pero la decisión ya no es mía. Hasta la próxima, capitán. Suerte con tu música.

5 comentarios:

CaesarHec dijo...

jajajjjajjajajaja muy bueno!!

Directo al top ten del VB!!!

Ojo al palo con sangre del cocodrilo!!

mitrulk dijo...

bert, creo que esto se merece un comentario violento o que te den la dirección de ese gafapasta

CaesarHec dijo...

Esa lectura en diagonal que traidora es miñññ.... yo creo que más que gafapasta era un síntoma de nuestro tiempo: Quiero lo máximo y lo quiero sin esfuerzo. Claro que tampoco hay que cargar los palos con sangre con el tipo, él, cómo todos, ve constantemente el triunfo de la banalidad y la superficialidad. Su falta es querer intentarlo él también.

Si fuera teleco, querría tu tesis doctoral, pero sin los millones de horas de trabajo que tú has echando en la Universidad. Que también podían haber sido alguna meno, dicho sea de paso....

Esos sí, yo cuando leí el título del post, y después de la huída hacia adeltante del lobby mood del VB, iba con el cuchillo entre los dientes dispuesto a hacerme unas botas nuevas de piel de cocodrilo.

Álvaro dijo...

Buenas intenciones pero mala crítica. Todos sabemos que el problema con la música clásica es de falta de estructura. Toda esa "voy a meter una trompetita" por aquí, "voy a hacer que unos violines hagan turururu" por acá, toda esa... toda esa mierda.

Miñññ, un gafapasta de verdad nunca, nunca, NUNCA, admitiría escuchar a Muse.

srcocodrilo dijo...

Bastante bien. Objetivo cumplido.

Según escuchaba al tipo, me imaginaba a Álvaro a mi lado, dudando entre estar de acuerdo con el tipo o posarle una mano sobre el hombro y decirle: "buen intento chaval, pero sigue buscando. Aquí hay otros que llevamos haciendo algo parecido contra la música clásica durante años y lo hacemos bastante mejor."

Y por otro lado y después del debate semanal acerca de "modernos sí, modernos no", el título estaba claro si lo que quería era llamar un poco la atención.

Mission accomplished, then.