viernes, marzo 04, 2011

A Gide le gustaban los niños, ¿y a quién no?

Sigo con la saga de posts dedicados a protestar y a quejarme del mundo que nos rodea. Ya se sabe, cualquier tiempo pasado fue mejor, la sociedad actual ha perdido los valores, ya no hay gente como la de antes, porque cuando yo era niño tratábamos a los mayores de usted y les abríamos la puerta; ahora en cambio los críos te escupen… y demás protestas varias. Qué queréis, si Pérez-Reverte y Marías se pueden quejar del mundo en que les ha tocado vivir, por qué no todos los demás. Así que repetid conmigo: el infierno sois vosotros.

¿Y hoy que toca? Pues por seguir con la racha, seguiré con los escritores franceses. Si la semana pasada me quejaba del trato que se le está dando a Céline, esta semana me ha dado por imaginar qué trato le habrían dado a André Gide si le hubiese tocado vivir en nuestro tiempo (y ya de paso, me pregunto por qué la Francia que arremetió contra Céline no arremete contra él también, aunque supongo que todo llegará).

El caso es que Gide (que escribió El Inmoralista, entre otras), aparte de ser otro de los escritores capitales del s. XX, merecedor del premio Nobel y demás loas, e influenciar a otros escritores como Camus, resulta que también sentía un cariño especial por los niños. Se puede incluso decir que le gustaban. ¿Cuánto? Pues mucho, tanto como para afirmarse en sus diarios (publicados en vida y voluntariamente) como pederasta, definido por él mismo como “aquel que, como la palabra misma indica, se prenda de los muchachos jóvenes”.

La duda de cómo nos portaríamos en estos días con el bueno de Gide por hacer tales afirmaciones, y por escribir en varias de sus novelas acerca de personajes con la misma filia y de las fantasías que imaginaban, surge de tristes incidentes como este.

Ahí está, nuestra ministra de Cultura (arrea) González-Sinde, afirmando hace algún tiempo que "las obligaciones y valores de un escritor no son distintas de las de cualquier otro miembro de la sociedad. El oficio de literato no es un eximente para quienes, con sus palabras, por muy hábilmente que estén ordenadas, ofenden, desprecian, se saltan las reglas de convivencia y pisotean, peligrosamente, valores como la igualdad o la no discriminación". Tiemble Nabokov, medite Sade y búsquese un abogado, señor Houellebecq.

Vaya por delante que yo no soy un especial admirador de Sánchez Dragó y que no comparto su gusto por buscar la polémica facilona para así animar su ego y de paso salir en la tele (y va lo mismo por su amigo Boadella, la persona con ideologías más cambiantes de España, tras Rosa Díez), pero una cosa no quita la otra. La falta cometida por la ministra fue clamorosa, y sinceramente pienso que para la máxima responsable de la defensa de la Cultura en nuestro país, un comentario así fácilmente le podría acarrear la expulsión. No caeré en la demagogia de levantar los viejos fantasmas de la censura porque eso sería faltar a la verdad, pero desde luego que los comentarios evocan tiempos pretéritos, por decirlo bonito.



Retomando al buen francés, también él sufrió la crítica en su época, no vayamos a pensar ahora que lo jaleaban y aplaudían cuando se lo cruzaban por la calle de la que iba a la panadería, y que la gente arrimaba a sus niños al escritor con el fin de prestárselos para cinco agradables minutos a cambio de un autógrafo. También él fue objeto de serias críticas por gran parte de la sociedad (por no hablar de las críticas masivas y públicas que se realizaron contra su amigo e iniciador en ciertos asuntos, Oscar Wilde). De hecho, Gide fue uno de los últimos autores en figurar en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica (algo así como Los 1001 libros que tienes que leer antes de morir, pero con vicio).

Pero claro, ¿veis las siete diferencias? Qué distinto es ser censurado por la Iglesia Católica de mediados del s. XX, que por políticos de izquierdas (entrecomillado a gusto del lector) del s. XXI. Uno tiende a pensar que la sociedad evoluciona, madura, que hay ciertos tabúes que se superan (nota para los suspicaces: hablo de la libertad de expresión en la ficción, no de la pederastia), y que los debates sociales de hace setenta años ya se han aprendido y asumido, y por lo tanto estamos en condiciones de, colectivamente, pasar al siguiente capítulo. Tristemente y parafraseando por segunda vez en el post: nuevas gentes, idénticos problemas.

10 comentarios:

CaesarHec dijo...

Sr. Cocodrilo, que fueras a hacer apología de la pedofilia sí que no me esperaba....

Jovencito, esta noche al acostarte deberías hacer examen de conciencia.

srcocodrilo dijo...

¿?

CaesarHec dijo...

(I/II)

Nada chico, estáis de un timorato, parece que tenéis lumbago y no os podéis agachar a coger los trapinos....

Evidentemente, el post no era un alegato a favor de la pedofilia, aunque el título va a derivar al blog a muchos "admiradores de la juventud". Yo sólo pretendía tocar un poco los cojones, pensé que ese era el leitmotiv del VB.

Respecto al tema en cuestión, está relacionado con el post que escribiste sobre Celine, pero hay notables diferencias. Entiendo la defensa de la división entre obra y autor que hiciste respecto de este último, igual que comprendo la posición que defendió Álvaro: una cosa es respetar el patrimonio literario de ese hombre, y otra conmemorar y festejar a un tipo que hace cuatro días quería dividir el país que parcelas para vendérselas a los nazis. Es que este tema escuece mucho en las conciencias chovinistas de nuestros nunca suficientemente odiados vecinos, mientras toda la Europa ocupada (y hasta EE.UU.) ponía cadáveres y más cadáveres para formar trincheras contra los alemanes, una buena parte de Francia se dejaba bigotito y empezaba a estudiar alemán. Dios, eso es una estaca en el centro de su conciencia. Seguramente los franceses, como individuos, ya sean capaces de desligar la producción literaria de la vida del autor, las instituciones necesitarán algo más de tiempo. Lo encuentro razonable, 60 años es ayer por la tarde en términos históricos.

Sobre Gide, tiene razón la ministra, las obligaciones de un escritor son las mismas que las de cualquier otro miembro de la sociedad. Por tanto están sujetas a los mismos derechos y obligaciones, los que marca la ley. Nada más que hablar al respecto, gracias por la perogrullada señora ministra, es usted el ejemplo de que una persona con la talla intelectual de una gamba arrocera puede llegar a ser ministra.

Ahora bien, la ficción es otra cosa, allí las únicas reglas que imperan son las que se fija el propio escritor. Si decide que vale volar, pues vale volar. Si decide que el narrador conoce los pensamientos de todos los personajes, pues conoce los pensamientos de todos los personajes. Podemos enfadarnos con un autor si cambia las normas en mitad del juego, pero no porque las reglas o valores no se ajusten a los de la realidad. Maldita sea, es que es otra cosa! Muchas veces lo que ocurre es que nos genera un terrible horrar comprobar que los asesinos (los nazis, por ejemplo) o los monstruos (aceptamos pedófilo) no son seres de otra naturaleza, sino personas como nosotros. Personas que incluso pueden ser excepcionales en otros ámbitos de la vida. Cuesta asimilarlo, como cuesta meterte en la piel de personajes con esas características y ver que no son arquetipos maniqueos, sino seres humanos. Joder, cuando cercenemos a la literatura de la posibilidad de penetrar en las fracturas y zonas sombreadas del hombre, mejor que dejemos de escribir. Como decía Sábato, yo escribo sobre lo que conozco, no le veo sentido a hacerlo sobre lo que sé.

CaesarHec dijo...

(II/II)

Este debate es bastante corriente, igual recibisteis alguna vez un correo con un artículo de Lucía Etxebarría rasgándose las vestiduras porque, decía, en "Memoria de mis putas tristes" García Marquez hacía apología del abuso de menores. O la polémica en 2005 con la publicación de "Todas putas" en la que un violador narraba en primera persona sus acciones. Esta última polémica tiene cierto sentido, porque la editora era la directora del instituto de la mujer. Estéticamente quedó feo, claro que la editora conocía perfectamente lo que significa la ficción y la literatura, pero puesto en las páginas de un periódico y pensado y repensado por personas ajenas a la literatura da titulares y debates de lo más jugosos y artificiales.

Con la literatura pasa como con cualquier otro tema, todo dios opina. Pero la diferencia es que si estoy diciendo paridas sobre, por ejemplo, la investigación con células madre cuando venga el experto de turno y digo "no mira, ye que...."; yo, que no soy un conocedor de la materia ni tengo que serlo, diré ahhhh, pues vale (casi todos hacemos eso, salvo los integristas religiosos y los cabezones profesionales). Pero con la literatura no pasa eso, tú le pues explicar a alguien cuál es la función del arte, qué significa el pacto de ficcionalidad etc, etc, que le va a seguir tirando de los cojones. Yo hace ya mucho que propuse inventar un nuevo lenguaje, como el matemático, y escribir en él la literatura. Así, el que quiera opinar que tenga que tener un mínimo de conocimientos, coño, que esto parece la barra de un bar el lunes a la hora del pincho.

Dios, vaya rollu que acabo de soltar. Todo por culpa del lagarto, que no se escondió detrás de un par de signos de interrogación....

srcocodrilo dijo...

Buah, ¡qué alivio!

Mi táctica de aguantar el farol y esperar a ver si enseñabas las cartas ha dado resultado... y menos mal. Tras media docena de posts recibiendo críticas neocon por parte de un sector de este contubernio, empezaba a sospechar que las esporas por-cascos estaban asolando el norte...

Ahora simplemente pienso que algunos se hacen mayores antes que otros...

CaesarHec dijo...

jooooodeeeeerrrrrrr

vaya palazo en la última frase, no?

srcocodrilo dijo...

Jajaja

Puede que sea un poco palo, sí, pero no te preocupes, que no debes darte por aludido (estaría bueno tirar piedras contra uno de los pocos que todavía se pasa por aquí con asiduidad...)

Era una pedrada en el charco, a ver si se movían las aguas. Pero ni con esas... Estamos empantanados.

CaesarHec dijo...

Entiendo lo que dices, era una ostia como un piano pa Moro. Estoy contigo al 200%....

mitrulk dijo...

Me he perdido. Pero en sus libro escribía sobre lo mucho q le gustaban los niños o no? Y si es así, os gusta esa parte de sus novelas ? (que ya no seria ficción creo). Y si no escribía sobre eso, pues estamos como el post anterior.

srcocodrilo dijo...

"Este niño, que ante los extraños se vuelve salvaje, es conmigo tierno y fiel como un perro. Su hermana (...) es muy guapa y yo toleraba, las primeras semanas, que a veces pasara la noche a mi lado. Pero, un mañana, su hermano, el pequeño Alí, nos sorprendió acostados el uno junto al otro. (...) Por lo demás, este farsante alcanzó así sus propósitos; porque, en parte por hastío y en parte por miedo a perder a Alí, después de aquella aventura no volví a retener a la muchacha. Ella no se enfadó por eso; pero cada vez que me la encuentro, ríe y bromea porque yo prefiero al niño y no a ella. Se atreve a afirmar que es él sobre todo quien me retiene aquí. Tal vez tenga un poco de razón..."

Juzgar vosotros mismos el extracto de El inmoralista. En esta obrita, el personaje deja de ser un "hombre nuevo" (gobernado por las normas sociales y preocupado en conocer y no en vivir), para ser un "hombre viejo" (aquel que se guía por sus instintos, y sólo estos rigen su conducta moral). Como se puede ver, Gide va mucho más allá de jugar con niños, la intención de la obra es otra; pero es no quita que en el camino su personaje deje a la vista unas inclinaciones que hoy causarían polémica (como poco) si la novela saliera a un debate público de estos tan bochornosos, por limitados y oportunistas, que tenemos que presenciar en la prensa a diario.