sábado, abril 02, 2011

Gentrificación mental

Al igual que ocurre con los barrios en las ciudades, la mente (y el hombre por extensión), experimenta un proceso análogo a lo largo de su vida.

Durante la infancia somos primarios y básicos. Cuesta ver la diferencia entre el bien y el mal, y sólo obedecemos a nuestros instintos. Sin pasado e incapaces de comprender el concepto de futuro, el presente ocupa todas nuestras necesidades y esfuerzos, lo que nos incapacita para progresar por nosotros mismos.

Al llegar a la adolescencia, nuestro barrio mental se llena de nuevos y emocionantes vecinos. Empezamos por música y cine y quizás también literatura (incluso tebeos), pero más adelante, y extendiéndose durante la época de la universidad, los vecinos nuevos se incluyen también a la política y a la sociología. Son ideas atrevidas y provocadoras las que nos ocupan, y las utilizamos para diferenciarnos de los demás; bien sean las mentes burguesas de nuestros mayores, o del resto de mentes vanguardistas de nuestros coetáneos. Un pasado infantil que ya hemos dejado atrás y apenas recordamos o evocamos, un presente emocionante y un futuro prometedor nos rodean.

Más adelante llega el pasado a la era adulta, principalmente marcado por la independencia económica y el comienzo de la vida laboral. Esas ideas vanguardistas y provocadoras comienzan a antojársenos un tanto naifs y, a nuestros nuevos ojos, inútiles para esta nueva vida. Muchas veces se habla de esa época como “idealista”, ya que el pragmatismo se instala ahora en nuestra vivienda. Ideas más conservadores nos pueblan, pues tenemos que preocuparnos por un futuro que nos condiciona en exceso y un presente que pretendemos extender indefinidamente. Nuestro propio pasado se nos presenta como ajeno, como de otra vida o de una película. En contraposición a la época anterior, buscamos la estabilidad y empezamos a resistirnos al cambio. Nuestras ideas ya no viven en apartamentos y lofts con cuatro muebles y una tele cutre, ahora se sientan en sofás de escay y miran a televisores de 40 pulgadas. El inmovilismo.



Por último, ya en la vejez, con hijos crecidos y viviendo su propia vida, con la época laboral terminada sin recompensas ni elogios (más allá de los del día de despedida en la oficina o el taller), muerta en el olvido de todos salvo el nuestro, y con un edificio que se empieza a venir abajo, cañerías obstruidas y fugas por todas partes, las ideas que nos habitan aún nos pueden reservar una última sorpresa. Por un lado, la decrepitud iniciada en la época anterior ha podido aumentar, de forma que al inmovilismo y sedentarismo mental se le pueden haber unido un conservadurismo extremo y una escasez económica, que siempre le quita lustre a uno. Visillos en las ventanas y tapetes encima de la televisión. La biblioteca cerrada con llave y fotos de comuniones.

Pero, ¿y si no es así? Puede ser que esa vivienda maltrecha no cobije a ideas de clase media en decadencia. Puede que, gracias al paso del tiempo, haya adquirido un cierto lustre de sabiduría y un aire de tiempos pasados que fueron mejores, como si nos encontráramos con un piso de techos altos y muebles modernistas en una calle con puestos de frutas y verduras y librerías de anticuario. Ahí, los últimos habitantes de la vivienda, quizá nos pudieran sorprender y permitirnos disfrutar de días lúcidos y soleados, viviendo por encima del bien y del mal, comprendiendo –y por lo tanto resignándonos- el mundo que nos rodea y mirando atrás a nuestro pasado, lo único que nos queda, con cálida alegría. Así al menos, subiríamos el precio del metro cuadrado.

2 comentarios:

CaesarHec dijo...

Sr Cocodrilo, me limito a repetir en público lo que te dije en privado:

El anuncio del embarazo de la Sra Cocodrilo es el clavo que falta en el ataúd de nuestra juventud....

¿Y después qué? ¿dejará de hacernos gracia el celebrity de Tachenko? ¿cambiaremos los karts por la temporada de ópera del Campoamor? ¿padel por tenis? ¿Foro Asturias por buffffff qué les jodan a todos?

Maldita sea, es cierto, parece que ya no da más de sí... pero si tiras con fuerza... vamos, un poquito más, sólo un poquito....

srcocodrilo dijo...

Seguimos el camino, Hec. Sólo nos dedicamos a seguir el camino...