miércoles, diciembre 07, 2011

Reflexión sobre el arte

Como decía un antiguo amigo mío (Toñín creo que se llamaba), el arte es morirse de frío; aquí en Boulder, CO, también podría definirse como salir a la calle o, si eres un poco masoquista, ir a la montaña en pleno Otoñierno. Ayer hacía -16 cuando llegué a casa, y no, no es muy agradable (más que nada porque se pasa todo el puto día en negativo). Bueno, a lo que iba. Cuando hace un frío de cojones pues aquí la gente que creéis que hace:

1) quedarse en casa tomando chocolate caliente, viendo pelis y meneándosela.

2) Salir a correr a las 7 de la mañana.

3) Ir a la montaña a ver si hace más frío todavía.

Pues sí, como habréis adivinado porque sois muy listos y no tendría mucho sentido hacer un post con fotos mías machacándomela todo el día mientras bebo cola cao calentito, los oriundos de Boulder escogen una combinación lineal de las opciones 2 y 3. Y yo, como no voy a ser menos que estos gilipollas, pues hago lo mismo; a mi me van a toser estos mierdas.

Con estos mimbres el sábado pasado a las 8 de la mañana nos encontramos en un parking céntrico de Boulder. Equipamiento fundamental:

1) raquetas de nieve
2) botas buenas, polainas y ropa impermeables
3) bolsas para que no se calen los pies
4) guantes buenos

De todas estas cosas solo me presento con la primera. Menos mal que alguien me deja las bolsas y las polainas. Y esta pinta de capullo tengo con ellas y con las raquetas del equivalente al rastro pero en Boulder.


Bien, una vez completada la fase de planificación, empieza lo duro. Lo primero: llegar hasta allí. Y la verdad que no parece obvio; es más, parece físicamente imposible a la vista de las carreteras y el camino que lleva hasta el Trailhead. Pero la tracción 4 ruedas y la temeridad de los conductores hace milagros.



Y empezamos a andar. Hace un frío de cojones, los pies y las manos congeladas, aproximadamente -15 grados de continuo. Pero recuerdo aquella teoría de que el frío es psicológico, y me empieza a dar verguenza quejarme. Os preguntaréis por qué; basicamente porque el hijo de 9 meses de uno de los compañeros del laboratorio no lo hacía.



Eso es amor a la montaña e inconsciencia a partes iguales. Ole tus huevos. Aquí el guía del asunto: lo mismo te plancha un huevo que te fríe una camisa, le da igual una hora que diez, correr que nadar, en fin una autentica bestia. Y un compañero ideal para cualquier actividad física (jódete Hek!).



Y aquí la última panorámica para que aprecieis la belleza del bosque, el metro de nieve que había, el perro que no puede faltar y el gañán gijonés pensando "¿qué coño hago yo aquí?".


Ale, después de esta pijada aquí os dejo un poco de carnaza.

3 comentarios:

srcocodrilo dijo...

Jajajja. ¡Cuidado con el choque térmico del final!

Oye Miñññ, ya sólo te queda tomar nota del sustituo de Hek, y probar con los esquís de fondo del amigo. Su piel de foca y toda la aparamenta... ¡Menuda gozada debe ser!

Increíbles las fotos, pero sospecha de esta gente. Ya sabes que en caso de encontrarte con un oso o una manada de lobos en medio del bosque, resulta muy útil tener un pringao a mano al que tirar al suelo y dejarlo como carnaza para los bichos, para luego echar a correr.

Espero que no te hayan designado como ese, pero sospecho que el puesto está entre el niño y tú.

mitrulk dijo...

jajaja la verdad que mi vida aqui empieza a parecerse a una partida de poker, cada vez que miro alrededor no veo a ningun pringao...

Morvader dijo...

Na Miñññ pero tú a ese tipo no le cuentes las consecuencias de lo que ocurriría si tropieza con una rama y cae de cara con el guaje colgao del pecho, ya aguantamos tus amiguinos españoles las chapas sobre los peligros de llevar a un niño en bici. Creo que no deberías perder la oportunidad de regalar sapiencia allá por donde vas.

Por otro lado me alegro de que por fin hayas encontrado un grupo que aprecie la belleza de los paisajes árboles-nieve tanto como tú.