lunes, noviembre 10, 2014

La oscura actividad de la Weyland

Parece que todo empezó con el viaje que la nave Nostromo (nave que arrastraba una refinería que procesaba 20 millones de toneladas de mineral extraterrestre) hizo allá por 2122. El ordenador de a bordo despertó a la tripulación hibernada lejos de su objetivo, la Tierra, al interceptar una señal de radio alienígena al acercarse a un planetoide hipotéticamente habitable: LV-426. De los siete miembros de la tripulación, tres bajaron a inspeccionar la superficie de dicho planetoide y encontraron una nave alienígena abandonada. En su interior, hallaron el fósil del piloto de la nave y un montón de huevos. El oficial Kane se acercó a inspeccionarlos y una extraña criatura, evidentemente alienígena, salió de uno de ellos, lo atacó y se le pegó a la cara dejándolo en estado de coma. De regreso a la nave, a pesar de la cuarentena que se debía respetar según los protocolos establecidos y las órdenes se les permitió la entrada en la nave a los tres exploradores.

Los intentos por separar al alienígena de la cara del oficial Kane fueron vanos, entre otras cosas porque era el propio alienígena el que lo mantenía con vida a través de un conducto que penetraba a través de su boca y le transmitía oxígeno. Un corte en una de sus patas descubrió a la tripulación que la criatura tenía ácido en lugar de sangre. Ya con la esperanza perdida, el ente se separó de Kane voluntariamente y murió, quedando Kane aparentemente restablecido, salvo por un cierto lapso de memoria. Error. Poco tiempo después, al intentar comer, Kane sufrió un dolor insoportable seguido de convulsiones. Lo llevaron de nuevo a la sala de curas y, para sorpresa de todos, una criatura alienígena emergió de su estómago, matándolo y huyendo.

El resto de la tripulación inició la búsqueda y captura de la criatura, que inició un periodo de crecimiento sorprendente y se convirtió en una máquina de matar. Se deshizo de toda la tripulación excepto de Ash, un androide infiltrado por la compañía que financió el viaje, la Weyland, con el objetivo de capturar al alienígena y traerlo de vuelta a la Tierra para analizarlo y Ellen Ripley, que consiguió huir en la nave Narcissus tras matar al androide y al alienígena (echando a éste último de la nave al espacio exterior).



Esta versión acerca del viaje de la nave Nostromo corresponde al testimonio de la propia Ripley, rescatada por la Weyland cuando viajaba hibernada en la nave Narcissus 57 años después, en 2197. Obviamente, la compañía dudó de su testimonio, sobre todo teniendo en cuenta que en el planetoide LV-426 una colonia humana habitaba desde hacía 20 años sin haber identificado ninguna actividad alienígena en el planetoide. Las sospechas sobre el comportamiento paranoico y la tendencia homicida y psicópata de Ripley fueron creciendo hasta que, en un giro de los acontecimientos, se perdió toda comunicación con la colonia humana ya citada. Weyland solicitó a Ripley que volviera al planetoide, como asesora de un grupo de combate.

Esta segunda visita a LV-426 resultó un desastre aún mayor, poniendo de relieve la deficiente y desnortada capacidad de gestión de la Weyland. Al llegar, constataron que toda la colonia había desaparecido salvo una niña: la colonia había vuelto a establecer contacto con el alienígena, que esta vez había proliferado y había infectado varios cuerpos (toda la colonia, según se supo más tarde) transformando la colonia humana en una alienígena. Al no estar preparados para enfrentarse a un rival tan letal, casi la totalidad del grupo de combate pereció, sobreviviendo únicamente la niña, un marine, el androide Bishop y la omnipresente Ripley.

La gestión de la Weyland se volvió a poner en duda al descubrir Ripley que Carter Burke, el representante de la empresa durante el viaje, volvió a repetir el intento de capturar a un alienígena para llevarlo de vuelta a la Tierra. No deja de resultar sorprendente que una empresa especializada en la exploración espacial tenga un protocolo de actuación frente a encuentros con seres alienígenas tan manifiestamente imprudente. Si no fuera por el secretismo con el que realizan sus actividades, no cabe duda de que en la Tierra ya se hubiera iniciado un proceso judicial contra ellos y por eso este documento se debe considerar tan importante, al revelar a la opinión publica una actividad repetida por parte de esta empresa que pone en peligro la vida humana, bajo sospecha de haber cometido delitos de omisión del deber de socorro, ocultación de información e incluso homicidio.



Pero las sorpresas no acaban aquí. Según se ha podido saber, una misión aún más disparatada tuvo lugar varios años antes de los eventos ya narrados, entre 2091 y 2094: la de la nave Prometheus.

Esta nave realizó un viaje motivado por el descubrimiento de los arqueólogos Elizabeth Shaw y Charles Holloway de las coordenadas de un planeta habitable (LV-223), gracias a los testimonios de varias civilizaciones humanas inconexas entre sí. El objetivo era el de establecer contacto con una civilización alienígena conocida como “Los Ingenieros”, que según Shaw y Holloway eran los posibles responsables de la creación de la vida humana. Desafiando la teoría de la Evolución de las Especies de Darwin, Weyland como no, financió este disparatado y arriesgado proyecto.

Que dos arqueólogos estuvieran al mando de una misión espacial da una idea de la horrible planificación de la misma. Por desgracia para ellos consiguieron llegar al planeta, en el que ya antes de aterrizar descubrieron signos de vida alienígena: una construcción de uso indeterminado. Pronto se puso de manifiesto una negligencia importante por parte de todo el equipo y una incapacidad para seguir cualquier tipo de protocolo de seguridad, poniendo en riesgo sus vidas de forma voluntaria e imprudente repetidas veces. Dos personas murieron durante la inspección de la construcción mientras que el resto recogió varias muestras alienígenas para análisis, entre ellas un cilindro que emanaba un sospechoso líquido negro. David, el androide de la misión, voluntariamente envenenó a Holloway con dicho líquido, y las consecuencias fueron funestas: Holloway enfermó y murió asesinado por la comandante de la misión, Meredith Vickers, aterrorizada por su comportamiento violento, no sin antes haber embarazado a su novia estéril, la señorita Shaw. Esta, se auto-realizó una cesárea para extraerse el feto alienígena que el androide David le había confesado que llevaba. Dicho feto resultó ser una especie de calamar al que Shaw intentó asesinar.

En un giro dantesco de los acontecimientos, Shaw descubrió mientras vagaba por la nave que el propio Weyland, a punto de morir, les acompañaba en la nave. Su objetivo era el de establecer contacto él mismo con la civilización alienígena, que al parecer “Los Ingenieros” podían conceder la vida eterna. El equipo volvió a la construcción, en la que había una nave integrada (de características similares a la encontrada años después por la Nostromo en LV-426) habitada por un Ingeniero en hibernación. Lo despertaron y éste respondió matándolos a todos y arrancando su nave, con el supuesto objetivo de atacar la Tierra. La tripulación humana restante estrelló la Prometheus contra la nave alienígena para impedir dicho ataque muriendo en el intento. La señora Vickers murió aplastada por ambas naves y Shaw, única superviviente, logró volver guiada por la cabeza parlante del androide decapitado David a lo que resultó una nave de escape en la que la esperaba su hijo alienígena calamar. El Ingeniero superviviente del accidente persiguió a Shaw pero el calamar liberado lo atacó inseminándolo como el primer alienígena de la historia hiciera con el oficial Kane varios años después.

Shaw y la cabeza de David consiguieron huir en otra nave alienígena y transmitir toda la información aquí recogida. Según su última comunicación conocida, su objetivo era viajar hasta el planeta origen de los Ingenieros para comprender por qué querían acabar con la especie humana. Es posible que una nueva forma de alienígena brotara del cadáver del Ingeniero.

La Weyland Corporation, al ser consultada, se ha negado a realizar comentario alguno sobre los hechos aquí expuestos.


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