lunes, septiembre 25, 2006

Sí, señora, eso entre mis manos es mi pene, pero no le estoy obligando a mirar, ¿no? ¿NO?

Lo primero es lo primero, así que quitémoslo de delante. Soy todos una panda de maricas, menos el sr. uosdwiS, porque todos sabéis que en caso de duda, lo que diga Berto. Paso de esa mierda de presentarme, aquí todos sabéis que rol ocupáis y por si acaso os lo repetiré: Intelectual, Gafapeist, Venial, Follador, Increpador 8500 v3.0, Alto (o sr. Rosa, como prefieras). Yo, por supuesto, soy el Gordo Juerguista y sigo con vida a pesar de los rumores. En respuesta a vuestros insignificantes posts os diré: Juanolo, los chistes sobre un tío con esa barba aprendiendo a volar en avioneta en EEUU son taaaaaan fáciles que ni me voy a dignar en hacerlos; Moro, Miguel, os he dicho mil veces que no me contéis vuestra puta vida hasta que no paséis frío al bañaros en un lago (si a alguien se le puede, digo, VA a ocurrir semejante tontería es a vosotros). Os remito al correspondiente comentario homófobo por defecto en la entrada correspondiente.
Vale Pablo, voy a hacerte caso una vez, pero no prometo nada: la sinfonía de despertadores, con una colaboración especial del vecino de arriba, me lleva a hacer cosas de las que por seguro me arrepentiré. Pero si de verdad piensas que podemos compararlos al blog de ADLO, que no veo yo por qué querríamos tal cosa, es que no has escuchado atentamente el ingenio que desbordan todas nuestras conversaciones. Aparte que nuestra potencial audencia es de, esto 7 personas, y eso contando con que todos los que escriban lean lo de los demás. ¿Acaso nunca hemos hablado sin escucharnos?
Por el frente todo sigue sin cambios. Mis compañeros discuten por unos melocotones (¿¿Cuándo aprenderán los humanos a que les una lo que tienen en común, la fruta, en vez de separarlos??). El patrón me puso a rellenar papeles de becas y burocracia hasta el viernes, a leer hasta mañana, y seguramente a preparar protocolos y experimentos hasta el jueves. Sospecho que es una prueba para evaluar la seguridad de confiarme los viales de ántrax, cosa que se podría ahorrar preguntando ("¿Seguridad, seguridad...? ¡¡¡CERO!!!"). Al menos ya me he comunicado verbalmente con otros miembros de la especie encerrados en ese cubículo. Por cierto, ¿dónde están los hombres? Sé que cuando entramos en la carrera éramos menos, pero esto es ridículo. ¿Quizás es verdad eso de que tenemos menos resistencia que las féminas? ¿Preferimos no sufrir la soledad del corredor de fondo -la sensación, no la canción de la habitación roja- y nos retiramos para fundar .coms de dudoso éxito? ¿Es la mujer el siguiente paso en la evolución del hombre? Y no me refiero a una sustitución gradual en la sociedad, no, más bien a una metamorfosis similar a la de las mariposas... mal ejemplo. Metamorfosis similar a la de las moscas, de larvas acéfalas comedoras de carne a bichos zumbones que se pasan el día frotándose la cara. Mmmm esta teoría comienza a cobrar sentido.
Cambiando de tercio sin pudor (¿Por qué? Porque PUEDO MUAJUAJA), y para que veais que me acuerdo de esta estúpida idea condenada al fracaso, chorradas que escribí cada día, fuera de contexto temporal o de cualquier tipo.

La calle desde dónde me conecto a Internet, MI calle, ha sido invadida por fuerzas guiris. Nueve arios de rubios cabellos y ojos claros conté la última vez, todos con sus portátiles, la mayoría chicas. Todos con los portátiles en una calle en medio de de ninguna parte, apoyados en bancos de cemento. Parecía una convención de compufreaks, o mejor dicho, la convención de fantasía de un compufreak. Dado que yo era el único barbudo moreno de allí, esto me deja en mal lugar. El caso es que más de una persona (y de dos, incluyendo a una irlandesa que acabó contándome su vida y penas con las telecomunicaciones, los transportes, el clima y el mercado inmobiliario; Álvaro 1 - Juanolo 0) se me paró a preguntar qué cojones hacíamos allí, incluso los de la tienda de quinielas de la esquina se fueron para casa quejándose de que gracias a nosotros la Internet les iba fatal. Antes me parecía un caso más de la incapacidad manifiesta de personas de más de 30 años de entender un ordenador más complicado que el del Casio de su muñeca, pero ahora me pregunto... ¿También los de loterías y apuestas del estado se conectan a Internet chupando la wifi del vecino? En este país somos así de rastreros.

Mierda, puedo entender que sea difícil encontrar mango en polvo (inserte aquí chiste basto por, no sé, Berto), pero sésamo... algo que es comúnmente conocido por "las semillitas del pan de hamburguesa que se te meten entre los dientes" no es muy exótico. ¿Árbol? No, gracias. ¿Eroski? Keine Sesamoak. ¿Resto de supermercados? Inexistentes, a menos que cuentes las doce salchicherias y trescientas sesenta y cuatro peluquerías de mi barrio. Mochila al hombro, gafas de sol, botijo lleno de agua me dirijo al Carrefour. ¡¡¡AGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHH!!! La frutera me informa de que soy la segunda persona que se lo pregunta en el día, que no sabía lo que era ese tal "Sésamo" (¿señora, le suenan Espinete y compañía?) y me manda a la sección de especias. Cuarenta botes de perejil y sal de ajo, los miro con deseo aunque no me los saco de la nariz. De regreso veo una sección de hierbas frescas. Entre las abundantes bolsas de orégano, albahaca, romero y perifollo (en serio, existe) un hueco... "Cilantro fresco. 0,49 €". ¡¡¡¡¡NNNNNNNNNNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO-OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! Antes de que llamen a seguridad por decir mi verdadero nombre, me marcho. Carrefour, me has jodido la vida, la próxima vez vendré cargado de goma2 y latas de Sprite. Te mataré, Vorga. Volveré.

Mierda, hace frío y un viento que agita las ventanas como las tetillas de una yanki en una tienda de velas aromáticas. Mis amigos los guiris siguen ocupando la calle, pero a las 13 horas todos desaparecen, supongo que porque hay que alimentarse. Prueba definitiva de que son guiris y yo, que acabo de llegar, no. Al menos hoy no me tocan los cojones. En el ministerio de educación son incapaces, en un año, de copiar los formularios del año pasado y cambiar el año. “Fecha de solicitud: a partir del 20 de Septiembre”. Miro el reloj. Precisión suiza, puntualidad británica. “Formulario de solicitud: estará disponible en breve”. Seriedad ibérica. La misma de la secretaría de Medicina. 20 € y una semana de espera para lograr mi certificación académica. Incapaces de ponerme una nota media global, primer y segundo ciclo separados, suma y sigue, ¿cada año tiene distinto número de créditos y en 4º y 5º como diez más? Usa una calculadora, pues. Además no les da la cabeza para calcularme la nota por los créditos teóricos de la carrera y no por el exceso, sobre todo si es de una mierda de asignatura de libre configuración con una mierda de nota. Respiro, aparto las ganas de decir tacos, ponerme un traje negro y comenzar a fumar y me prometo no volver nunca a protagonizar una serie de Warren Ellis

Mierda, me encantan los viejos de esta ciudad. Primer ejemplo: el señor mayor (con pelo blanco, saliendo de las orejas y la nariz, todo el pack) que espera a que se abra el semáforo hojeando su cómic de Wonder Woman recién comprado. Impagable. Segundo ejemplo: el amable anciano que deja su cesta junto a la caja del Árbol (supermercado dominante) y comienza a sacar... patatitas... pistachos... latas de atún... mix de frutos secos... torreznos... dos cocacolas... Merendola en ciernes o había ido con Ángel a comprar una lechuga que, por supuesto, olvidó. Ejemplo tercero: mi vecina la Quasimoda (no estoy siendo hijoputa, eh, pero como se me quede pequeña la mesa del ordenador le voy a pedir que se quede al lado, y bien quietecita que se me cae el nestea) que rutinariamente llama para comprobar si tenemos el telefonillo del interfono bien colgado. La hijaputa no pasa uno, de hecho es como si no tuviera nada más que hacer que controlar el aparato. El otro día llegué al portal y sonaba como a alguien se le había caído el auricular y lo estaba recogiendo (ruidos, distorsiones... los que habéis hablado conmigo mientras se me enreda el cable del teléfono o estoy cagando sabéis de lo que hablo). Acto seguido debió dejarlo mal colgado porque sonaba en los timbre un zumbido molesto. En el tiempo que tardé en coger el ascensor, entrar en casa y quitarme los playeros la Quasimoda se recorrió cuatro pisos preguntando. Cuando yo abrí la puerta ya subía como una flecha al quinto, contenta de tener la tarde ocupada, estoy seguro. Me la imagino cuando todo va bien, mirando irritada el interfono, fijamente, con los ojos inyectados en sangre, murmurando por lo bajo "Estropéate... estropéate..." mientras de fondo suena la alarma que sólo funciona cuando todo va bien.

Mierda, dónde está la mesa de planchar y la mesita que sujeta la puerta del salón. Es imprescindible con el viento que hace y el lamentable estado de la manilla. Alguien está jugando conmigo, y sospecho que le paga Carrefour o Fraga. Tendré que repartir hostias con el puff.

Mierda, Kevin Smith. ¿por qué? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?

Mierda, ahora se aleja la eslava perrucona que hablaba en la lengua negra de Mordor a mi lado. Sólo me queda el frío banco y 80 páginas por leer. No, no tienen viñetas.


Ala, pensamientos inconexos y escupitajos de mi vida, puestos a contraluz. Leed, malditos, o, intimidados, levantaos del ordenador y salir a hacer algo productivo con vuestra sucia vida. Yo me voy a por cilantro.
Nos vemos en las páginas de sucesos, junto a la tía de Illinois que arrancó el feto del vientre de su amigo y metió a sus dos hijos pequeños en la lavadora y al mayor en la secadora (psicópata pero homicida)
Por supuesto el tebeo de la semana es “Transmetropolitan”, de Ellis & Robertson. ¿Alguien sabe de lo que hablo?

1 comentario:

srcocodrilo dijo...

oye, tu post apunta bien, pero al rato me recuerda vagamente a cierta amiga tuya q cuenta su vida por fasciculos no muy cortos que digamos...ahora eso si, me rio tanto que el gabacho que tengo por defecto a mi lado se le va a contagiar de un momento a otro. y creeme q un gabacho riendo es dificil de encontrar...