jueves, octubre 07, 2010

La ascensión a la Cuesta del Cholo

Ahora que uno ya ha crecido y ya no vive en la ciudad que le vio crecer, volver siempre produce esa mezcla de sensaciones entre la emoción y el tedio. La emoción que suponen los reencuentros y el tedio que supone volver al sitio de donde uno marchó por alguna razón, y ver que esa(s) razones siguen allí. Pero eso no quita que no se pueda disfrutar del regreso a lo que siempre llamaremos casa, al menos hasta que tengamos una propia y la llenemos con algún hijo o algún animal, y entonces las visitas vengan a nosotros y no al revés, y sean los abuelos y no los hijos los que se muevan. Y como en cada visita, uno vuelve a los lugares habituales a reencontrarse con los que, ahora ya sabemos, serán los amigos de siempre.



Así que camino por el puerto deportivo hasta el final, hasta llegar a la Cuesta del Cholo. Una vez en la base diviso a mis amigos arriba, a unos cinco metros por encima de mi cabeza. Saludo con la mano y me devuelven el gesto. Para llegar hasta ellos tan sólo tengo que subir la corta rampa, pasando a través de varios grupos de gente que están tomando sidras, charlando o simplemente viendo a la gente pasar. Doy un paso hacia ellos y me encuentro con un antiguo compañero de carrera.

Digresión nº1: ¡La universidad! ¡Qué recuerdos! Cómo preparábamos los exámenes, pasando las tardes en la biblioteca y las noches también (cuando nos dejaban y abrían las salas de estudios del centro). Y recuerdo a los profesores, como no. Por ejemplo a la de Transmisión de Calor, y cómo nos reíamos de ella y sus despistes. Qué bueno volver a reencontrarme con mi pasado…

Estribillo: -¡Hombre! ¿Qué tal? ¿Cómo tú por aquí?
- ¡Ya ves! De visita.
- Viniste huyendo del calor, ¿no?
- Puf, ya te digo. Las dos últimas semanas han sido insoportables. Bueno, ¿y tú qué tal?
- Bien, currando. Con ganas de pillar las vacaciones. ¿Tú hasta cuándo te quedas?
- Hasta el lunes que viene. A ver si nos vemos.
- ¡Eso! A ver si quedamos un día de estos. ¡Adiós!

Continúo mi marcha siempre hacia adelante y siempre subiendo y avanzo otro poco, justo hasta que veo por el rabillo del ojo a dos compañeras de colegio, con las que hace trece años que no hablo, así que puedo pasar de largo.

Digresión nº2: Sin embargo no puedo evitar acordarme de aquellos años. El patio, las horas aburridas en clase haciendo dibujos y mirando por la ventana, si es que tenía una ventana cerca, las primeras veces que noté la diferencia entre chicos y chicas y los juegos dejaron de ser los de siempre, los policías y ladrones o las carreras de chapas de turno y empezamos a pasar los recreos charlando, aunque en realidad lo único que hacíamos era mirar de reojo a la chica que nos gustase en ese momento y soportar aquel jaleo interior que no alcanzábamos a comprender…

Al girarme para seguir avanzando, noto como el sol aprieta contra mi nuca, como si estuviese en el centro de un embudo reflectante y todos los rayos cercanos se concentraran en el remolino de mi coronilla. Encojo los ojos para afinar la vista y tres metros más adelante se me aparece un antiguo compañero de instituto sentado a una mesa con su novia y unas amigas.

Digresión nº3: Ahí están todos mis años de instituto, frente a mí. Recuerdo que pasaron con prisa, cansado de aquel mundo y con ganas de descubrir la universidad. Todavía hoy en día veo a alguna de aquella gente que me acompañó durante esos cuatro años y apenas logro sentir curiosidad por algunos de ellos; la mayoría me resultan indiferentes y su recuerdo empieza a difuminarse en mi memoria, no para hacer hueco a otros nuevos, sino simplemente para dejarme descansar…

Se levanta, nos damos un abrazo y comienza la conversación. 

Estribillo

Continúo la ascensión aunque ya empiezo a sentir el cansancio en mis piernas, incluso diría que el oxígeno empieza a faltar a estas alturas. Por un momento agradezco no llevar peso ya que voy sin mochila, pero de inmediato me asalta la duda de si necesitaré o no provisiones para el camino. Espero que me quede poco de ascensión. De pronto, a los escasos cuatro pasos una bicicleta se cruza en mi camino. Debido a mi agotamiento me ha costado echarme a un lado, y casi me atropella arruinando todo el esfuerzo hecho hasta ahora. Miro a la cara al ciclista y antes de que yo pueda protestar reconozco en él a un antiguo compañero de tenis.

Digresión nº4: El tenis, como no. Las clases a mediodía, soportando el calor del verano, el frío del invierno y los villancicos que ponían en la megafonía en cualquier momento del año. Recuerdo a los profesores que fueron amables con nosotros, casi uno más de la pandilla, y también recuerdo a los mal encarados y amargados, desagradables y bordes con nosotros porque no éramos lo suficientemente buenos. Recuerdo los partidos ganados, que fueron pocos y recuerdo menos aunque me pesan más las derrotas, muy superiores en número. De pronto cientos de pistas de tenis diferentes han aparecido en distintos rincones de mi memoria, y miles de pelotas de tenis vienen hacia mí, quedándose muy pocas en la red. No sé cómo haré para devolverlas todas porque eso sí, en mis recuerdos sólo hay una raqueta.

El chaval se baja de la bicicleta, me sonríe sin emoción y empezamos a hablar. 

Estribillo

Me despido de él y miro hacia arriba. El sudor recorre mi frente y mi cuello, y aunque parece que estoy cerca, a menos de cinco escalones, hay que reconocer que el trazado es duro y arriesgado. Podría fácilmente perder el equilibrio y caer al suelo, y es que la carga que en estos momentos estoy soportando, más de veinte años que sin avisar han aparecido en mi cabeza y hacen ruido y chirrían y brillan como si fueran de ayer es algo con lo que no contaba al principio. Decido no pensar y seguir adelante; no hay vuelta atrás, porque una vuelta atrás sería fatídica y tampoco puedo quedarme donde estoy, ya que no tengo víveres y no me puedo alimentar de la comida de mi madre por mucho que ahora la esté recordando tan vivamente que hasta la puedo oler. Finalmente cierro los ojos y trato de no pensar más; consigo llegar hasta mis amigos. Saludos, abrazos, estribillos, y un te veo cansado, amigo. Normal, tú también lo estarías. Ten en cuenta que después de esto ya sólo me quedan otros trece para subirlos todos.

3 comentarios:

CaesarHec dijo...

jajjajajaj

pues yo tuve tomando unes sidres esta tarde y nun me encontré a naidie....

huyendo del calor eh... hoy a las 20-30h 24 grados en Begoña.

Morvader dijo...

Na, ya está Pablo rajando de Gijón.
Se te ha olvidado decir que somos todos muy feos.

CaesarHec dijo...

¿qué extraño complot se enconde detrás de esti "pasiempre"???

yo piqué y miré su blog....