martes, abril 26, 2011

Reflexión política #15

Uno piensa que uno de los mejores detectores de votantes de derechas en este país, es escuchar la manida frase de "la verdad es que da igual que sean de derechas o de izquierdas, todos los políticos son unos corruptos."



Y no es que piense que no haya políticos de izquierdas corruptos (mi indulgencia no da para tanto), sino que intuyo en esa frase, un cierto intento disimulado de perdón. Y ahí sí que soy firme: la corrupción castiga a la derecha como no castiga a la izquierda (algo que ya he escrito, no sé si en el blog o en un correo, y ya me ha respondido en desacuerdo alguno de los otros miembros de este contubernio, pero todavía no me habéis convencido de lo contrario). Y si no, preguntadle al curita.

Así que dando vueltas a lo de la corrupción, y a la cantidad de corruptos que tenemos de cada signo político, voy y me encuentro con este interesante artículo y este mapa de El Mundo (je, je). Resulta interesante porque realiza un resumen de los principales casos de corrupción de este país, y resulta interesante también porque las regiones más invadidas, aparentemente, por la corrupción son: Málaga, Murcia, Valencia, Baleares, Galicia y Madrid. ¿Alguien nota algún nexo común?

Pero no contento con este mapa seguí buscando mapas de la corrupción española, hasta llegar a este wiki y su mapa correspondiente. Y aquí la cosa se iguala, el mapa ya no es tan azul y aunque la gaviota siga ganando, la conclusión a la que hay que llegar es obvia (teniendo en cuenta que el PP gobierna en más regiones que el PSOE): La corrupción, efectivamente, se pega al poder. Y para añadir más leña al asunto, también aparecen nombres como UPN, CC, CIU y PNV... vamos, que hay para todos.


Alguien hablaba estos días de la alternancia política como único remedio para luchar contra la corrupción. Pero creo que no es suficiente, la corrupción no sólo se pega poder, sino que además lo hace rápido. Por otro lado, siempre me acuerdo de una frase de Boyer; decía algo así como que en este país, si seguimos bajando el sueldo de los políticos, al final sólo los subnormales querrán ser ministros. Y en base a esta frase, no dejo de imaginarme al político de provincias de turno, viajando en clase turista (al menos así desearíamos los votantes) de camino a Madrid un domingo por la tarde, viendo como todos los yuppies de menos de treinta años que trabajan para bancos y telefónicas y demás empresas que especulan y no producen bienes y no tienen ni idea de qué va el mundo, le pasan por delante de camino a sus asientos business. ¿Qué querría hacer el politicucho de turno? ¿Cómo parar esa envidia y esa ansia de poder? ¿Basta con cambiar el voto cada 4 años?

2 comentarios:

CaesarHec dijo...

Dios, he estado media hora escribiendo un comentario, meditado,incisivo, sagaz (coño, si no podéis leerlo a ver quién me lleva la contraria...), y al meter la cuenta de google.... adiós!!!!!

cómo jode.....

cuando se me pase el cabreo lo vuelvo a intentar....

CaesarHec dijo...

La alternancia política no es un remedio para la corrupcón, pero la "democratiza" STOP

La corrupción no castiga más a la "izquierda" (si es que existe)que a la derecha; el PSOE fue el primero (y se estrenó con ganas) y pagó el precio de la pérdida de la inocencia. Ahora la corrupción ha dejado de ser un elemento diferenciador de los partidos y la ciudadanía, en consecuencia, se posiciona en función de otros criterios STOP

Yo no envidio a los políticos, como si hago con los deportistas de élite o los artistas, creo que trabajan mucho y que sus sueldos no son muy altos (¿comparados con un mileurista? entonces sí. ¿y con un directivo? ¿y con un notario? ¿y con un socio de un buffet fiscal?...). Es más, creo que viven mejor cuando dejan la función pública, y ese tránsito de la función pública a la privada sí debería ser revisado. También la percepción social de la clase política, pero esto un cambio profundo y complicado, aunque si seguimos pensando que son todos una banda de piratas vamos a conseguir que sea cierto. Yo creo que hay bastante de vocación en la política, si no de servicio público (igual sería demasiado naif pensarlo), sí de gestión pública STOP