miércoles, julio 29, 2015

Retorno de las estrellas, de Stanislaw Lem

Nada mejor para terminar una semana de ciencia ficción que acabar con una novela de Lem. Así que entre los ratos libres que me han ido dejando el trabajo y las películas que he ido viendo por las noches, conseguí dar cuenta de Retorno de las estrellas, reeditada por Alianza hace un par de años.


Publicada originalmente en 1961, el mismo año en que en Polonia se publicó también Solaris, narra el regreso a la Tierra de la expedición que, a bordo de la nave Prometeo, surcó la Galaxia durante diez años en busca de contacto con otras civilizaciones. Sin embargo, debido a la velocidad a la que viajaron, el tiempo transcurrido en la Tierra en el mismo periodo fue de más de cien años.

Seguimos a uno de los pilotos de la nave, Hall Bregg que decide saltarse el protocolo que le han sugerido seguir las autoridades encargadas de recibir a los viajeros y bajar a la Tierra (la nave está en una base lunar) para explorarla por sí mismo. La sensación de extraño en su propia casa impregnará el resto del relato. Las primeras novedades con las que se encuentra, las más obvias, como nuevos medios de transporte o las nuevas derivaciones del lenguaje que hacen que sus primeras conversaciones le resulten imposibles, pronto darán paso a otras más profundas. Y es que la nueva sociedad humana no es la que él abandonó, y ciertos avances tecnológicos han producido profundos cambios sociales.

Cabe destacar entre todos los avances el de la betrización. Por medio de una intervención con enzimas en el cerebro humano, habían conseguido inhibir en los seres humanos la posibilidad de ejercer violencia sobre otros seres (humanos o ciertos animales superiores), bien fuera física o moral. Este avance tecnológico había sido extendido a todos los humanos nacidos a través de una ley firmada hacía décadas, y ya tan sólo quedaban algunos pocos ancianos (de más de 130 años) sin betrizar en la Tierra, puesto que la norma sólo era aplicable para los recién nacidos. Los cambios individuales y sociales derivados de esta nueva forma de condición humana se antojan prácticamente incomprensibles para el protagonista, de forma que le resulta muy difícil empatizar con los “nuevos” humanos con los que se encuentra y tendrá que recurrir a sus compañeros de viaje para poder compartir sus experiencias con alguien que le comprenda. Para Hal Bregg la tierra se ha convertido en un planeta alienígena.

Todo esto no le impide entablar una relación amorosa con una joven (betrizada, por supuesto), que recuerda vagamente a la visitante del dr. Kelvin de Solaris, intangible, indescifrable y por ello terriblemente atractiva tanto para el protagonista como para el lector. Su relación con ella le permitirá comprender mejor el nuevo mundo que acaba de descubrir pero, ¿podrá cambiar su forma de ser?

Sin llegar a alcanzar la intensidad del relato de Solaris, Retorno de las Estrellas consigue también traspasar la frontera de la ciencia ficción para hablarnos del ser humano, de sus miedos y sus fantasmas. Lo que viene siendo la literatura, vaya.

Sexo: sin detalles, pero presente. Aquí nos somos viciosos pero tampoco mojigatos.
Naves espaciales: de lejos, ahí arriba en el cielo y grabadas en la memoria del protagonista. El viaje espacial que le ha llevado hasta la constelación de Piscis no abandona en ningún momento el relato.

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