martes, julio 28, 2015

THX 1138, de George Lucas

Hubo una época en la que George Lucas no era conocido como el padre de la última mitología moderna, ni como el hombre que revolucionó la industria del cine, tanto desde el punto de vista comercial como el de los efectos especiales, por poner dos ejemplos dispares. Hubo una época, que quizás no duró mucho, en la que al bueno de George lo debían de conocer como “mira al chaval ese y recuerda su cara, algún día todo el mundo sabrá quién es”. Y fue en esa época en la que rodó su primer largometraje, la fantasía distópica de THX 1138.



Juntando múltiples elementos de la ciencia ficción distópica de la época, se nos cuenta la historia de un futuro hipotético en el que todos los hombres y mujeres tienen nombres de matrículas de coches (lo que sugiere la desaparición del concepto de familia), el pelo rapado y visten todos la misma vestimenta blanca. Viven sometidos al uso obligatorio de unas drogas que los mantienen en un estado de aturdimiento necesario para realizar las complicadas y tecnificadas tareas que requieren sus trabajos y además los convierten en una especie de zombies vivientes que parecen carecer de voluntad e iniciativa propia. Un culto religioso que incluye imágenes cristianas (el cuadro de Memling Cristo bendiciendo aparece proyectado por todas partes), rezos y una especie de confesionarios en la calle y una pantalla que proyecta constantes imágenes pornográficas contra la pared del salón de la casa, parecen ser las únicas formas de ocio consentidas.

La trama de la película de desata en el momento en que la compañera de piso de THX 1138, LUH 3417, empieza a sustituir las drogas de su compañero de apartamento por placebos. Esto produce un fuerte síndrome de abstinencia en THX, para luego liberarlo de ese aturdimiento constante en el que vive. Una vez liberado, ambos compañeros desarrollan una relación afectiva y practican sexo juntos. La vigilancia por cámara que el sistema tiene implantado y graba a las personas en sus viviendas alerta de la práctica ilegal. Además, debido a la falta de drogas en su organismo, THX 1138 comienza a cometer errores en su trabajo, lo que entraña graves riesgos ya que está en contacto con material radiactivo y desata nuevas alarmas.

El resto de la película narra la persecución policial (por parte de unos androides que el propio THX fabrica), captura y posterior huida de los protagonistas.


La historia parte de un proyecto de universidad del propio George, un corto mucho más experimental titulado “Electronic Labyrinth: THX 1138 4EB”. Este es, básicamente, un experimento sonoro y visual, y aunque la historia es similar, carece del desarrollo del largometraje. Por otra parte, la película bebe indudablemente de clásicos de la ciencia ficción como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, o la obra de K. Dick (¡siempre ahí!), al incluir como bases de ese futuro distópico la desaparición de la familia, el control policial de la sociedad, y las drogas o la religión utilizadas por el sistema como herramienta de sometimiento social. Y por último, descubrimos ciertas filias de George que serían desarrolladas en la saga interestelar que hará que su nombre pase a la historia, como el gusto por los ruiditos “tecnológicos”, los paneles llenos de botones o los androides que caminan tan torpemente.

El conjunto es una cinta bastante más experimental que La Guerra de las Galaxias tanto en fondo como en forma. El propio desarrollo de la historia en sí ya resulta menos comercial, al desarrollarse varias escenas sin diálogo alguno, obligando al espectador a comprender el desarrollo de la trama por sí mismo. Los temas tratados, ya comentados, son sin duda alguna más comprometidos que los tratados en la saga y, como la gran mayoría de la CF de la época, se puede leer en clave de crítica a la sociedad del momento. Sin embargo, aunque su impacto cultural haya sido mucho más sutil que el de Arturito y Citripio, descubrir la película hoy en día merece la pena aunque sólo sea para exclamar de vez en cuando “¡Anda, así que esto lo copiaron de aquí también!” y no sólo en cintas del género, sino también en otras obras de la cultura popular mucho más extendidas desvinculadas (en principio) de la CF. Que cada uno las descubra por sí mismo, salvo por una que no puedo reprimirme de mostrar. ¿Conocéis este videoclip?


Entonces quizás la escena final de la película os parezca familiar…


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