domingo, marzo 04, 2007

Ocurrió cerca de su casa: dos historias extrañas

Esta historia me la contó una compañera de mi máster tal y como la voy a contar. La hermana de esta chica estaba en el parque Isabel la Católica cuando vio un niño llorando a moco tendido. Entonces se le acercó un señor de unos cincuenta años y preguntó al enano qué le pasaba. Entre llantos el crío dijo que había perdido a su mamá, y el señor le cogió de la mano y le dijo "vamos a buscar a mamá". Todo esto dió algo de mal rollo a la chica en cuestión, pero verdaderamente empezó a alarmarse cuando vio como este señor con el niño de la mano se encaminaba hacia la salida del parque. Entonces la hermana de mi compañera se dió la vuelta y echó un vistazo a la zona de los columpios, donde vio a una mujer con aspecto de estar buscando algo. Le preguntó a la madre si había perdido al niño, a lo que la madre contestó que sí. Le puso al corriente de lo que pasaba y las dos corrieron hacia donde se dirgía el individuo con el crío. Al verlo, la madre lo llamó a gritos y el niño llorando se soltó de la mano del hombre para correr junto a su madre. Todo esto podría haberse quedado en un extraño e incómodo malentendido si la reacción del hombre hubiera sido otra. Pero salió corriendo.

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Esta otra historia me ocurrió ayer cuando fui a buscar a mi hermana a la estación de ALSA de Gijón. Paré en doble fila en frente del restaurante chino, y cuando arranqué, nada más girar a la derecha en el edificio de Tráfico, vi algo extraño. En uno de los carriles del final de la autopista, una mujer negra estaba tirada en el asfalto. Tumbada boca arriba, con una pierna flexionada, rodilla en alto y los brazos estirados. Vestía un jersey blanco y unos vaqueros, su bolso estaba en el suelo junto a ella. No había ningún coche parado. Ni rastro de sangre. Tampoco me pareció ver marcas de frenadas. Los dos coches que tenía delante mío pasaron muy despacio a su lado. Estupefacto, miré a la acera, donde un grupo de señores muy bien vestidos contemplaban la escena con un gesto parecido al mío. Miré a mi hermana y murmuré "alguien habrá llamado a una ambulancia", al tiempo que seguía a los coches de delante. Pocos segundos despúes me estaba arrepintiendo de no haber parado. Luego me asaltaron las dudas: ¿qué debería haber hecho? Ni siquiera presencié lo sucedido. No me pareció un atropello, quizá la mujer se desmayase justo en el instante en que cruzaba la calle. ¿Y si no hubiese sido así? De todas formas, ¿por qué ningún peatón estaba atendiéndola? ¿Se caería justo un instante antes de que doblásemos la esquina? No se si debería haberme bajado del coche, o al menos haber preguntado a la gente de la acera qué había ocurrrido o si habían llamado a una ambulancia. Pasé de largo, y como un irreal sueño que transcurrió a cámara lenta, no puedo quitarme de la cabeza la imagen de ese cuerpo solo, en medio del asfalto.

(...Canción de la semana: Mulatu Astatke - A man of experience and wisdom...)

1 comentario:

BJ dijo...

Es normal que se tarde en reaccionar, pero enseguida alguien llama al 112. En determinadas circunstancias uno puede ser un poco lento a la hora de tomar decisiones.